No estamos acostumbrados a verle sobre el escenario de un Teatro. Pero lo cierto es que, después de todo, sorprendió a propios y extraños con el derroche de adrenalina, energía, fuerza, buena música, simpatía y desparpajo que dejó sobre las tablas el sevillano por excelencia, ese que, con el pelo más corto y con menos vergüenza, si cabe, se hace llamar: Capitán Cobarde.

Albertucho llegó a Getafe con ganas de presentar por todo lo alto su nuevo disco, ese en el que se convierte en el capitán del navío que porta sus letras y en cuyas bodegas guarda el tesoro mejor guardado del mar: su música, llena de verdades como puños, de ideales, de palabras sencillas pero que dicen mucho más de lo que piensan. Acostumbrados a verle tocar sobre escenarios de Festivales al aire libre, sobre las tablas de una carpa mal montada cerca de los coches de choque en el ferial… fue una grata sorpresa encontrarnos con que un pequeño-gran teatro como el Lorca de Getafe, era el lugar elegido por este sevillano, sin pelos en la lengua, para presentar los temas de su nuevo disco y refrescarnos la memoria con los temas de sus discos anteriores.

A pesar de la hora (las 20:00 de la tarde), y del mal tiempo que no acompañaba a salir de casa, fuimos muchos los tripulantes que acudimos a la llamada del capitán y, aunque quedaron algunos asientos libres (digamos que había más de media entrada vendida pero no llegó al llenazo total) el calor del público empezó a notarse desde el primer momento. Y vestido de domingo, con su corbata, su camisa negra y un sombrero puesto con arte, el gran Albertucho empezó su obra, no de teatro esta vez pero sí, una gran obra. Acompañado de una banda de órdago con piano de cola incluido, comenzaron a salir de su boca las canciones de siempre, esas que formaron parte de sus discos; Que se callen los profetas (2004), Lunas de mala lengua (2006) y el que, de momento, es su último disco hasta la publicación de Capitán Cobarde; Amasijo de porrazos, publicado en 2008.

Siempre agradecido con su gente, incluso con aquellos que sólo conoce por los aplausos que le dedican en los conciertos, derrochó desde el primer minuto todo su arte, con su voz de madera, agarrado al timón de su guitarra y llevándonos por los mares de la buena música que sale de su corazón, de su cabeza y de su pluma. Canciones nuevas y viejas se amoldaron como ellas solas en un toma y daca de temas en los que descubrimos, entre otras cosas, que algo ha cambiado en la forma de hacer música de Albertucho.

Tras tres discos grabados con Warner, Albertucho ha cambiado de escudería y ha grabado este Capitán Cobarde junto a El Volcán, un disco que intenta expresar todo lo que el sevillano ha vivido desde sus comienzos en la música y, por supuesto, que expresa en canciones la madurez que ha alcanzado aquel chaval que, con tan sólo 17 años grabó su primer disco. No ha dejado de lado ese rock canalla que le caracteriza desde siempre pero, sin duda, este nuevo trabajo suena distinto. Una mezcla de sonidos que, como él mismo dice, suenan a “zumbaera” y una pizca de influencias de grupos como The Beatles, Lou Reed o Bob Dylan, entre otros.

En dos horas de concierto hay tiempo para mucho pero no para dejarse llevar por el aburrimiento, palabra prohibida en un concierto de Albertucho, simplemente porque tiene la capacidad de hacer que las expectativas y el disfrute de sus conciertos vayan de más… a mucho más. Inolvidables momentos de risa los que quedan marcados en nuestras retinas, risas y chascarrillos mezclados con una filosofía muy peculiar que dieron paso a una canción tras otra.
Y entre esos momentos me quedaré con dos… Digamos que no es muy normal verle tocando un ukelele, sí, han leído bien. Capaz de todo, Albertucho agarró una mini guitarra y se animó a hacer un homenaje a Louis Amstrong cantado su mítica canción: What a Wonderful World. Simplemente, un momento espectacular.

Y no quiero dejar de escribir sin recordar otro momento clave en el concierto, ese en el que, tras decirnos por activa y pasiva que no podía partirse la camisa por culpa de la crisis (ya se sabe lo caras que están las camisas), se quitó la corbata y se arrancó la camisa para mostrarse al desnudo, y no sólo con su voz, mientras derrochaba chorros de voz en una de sus canciones fetén; La persiana.

A la espera de que el disco salga a la venta, deberemos conformarnos con esos Paraísos que el Capitán Cobarde nos ofrece en una noche en la que las nubes nos gritan; ¡¡¡Hoy llueve!!! Seguiremos a la espera de la llamada del Capitán Cobarde.


Fotos y texto: Toñy Espada

tespada

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