Una vez le preguntaron a Charlie Watts qué era la música para él: “esperar”. Ana Tijoux lleva años en este negocio de horas de espera en aeropuertos, hoteles y furgonetas, y de estas circunstancias, “del éxtasis del aburrimiento”, nace el proyecto Roja y negro que presentó en Madrid el pasado día 22.
Tijoux es hija del exilio, nacida y criada en Francia pero con raíces chilenas, su estilo principal ha ido cambiando con el tiempo, desde sus inicios raperos hasta sus últimos discos de mestizaje con inclinaciones pop, pero el trasfondo y los arreglos siempre han remitido a las regiones de donde proviene. En esta ocasión, y para este renombrado nuevo proyecto, la propuesta está completamente enraizada en la música tradicional latinoamericana.
Aunque la verdadera dimensión de Roja y negro es todavía desconocida (apenas hemos podido escuchar un single de adelanto), el prestigio de Anita es tal que la sala Galileo Galileo se llenó para la que fue su “primera actuación ante gente sentada tomando un traguito”, una velada tranquila que comenzó con ‘Arriba quemando el sol’, de la legendaria artista chilena Violeta Parra. Su paso por la tradición también cursó por Simón Díaz y su ‘Tonada de luna llena’, o, como no podía ser de otra manera, por el gran referente Víctor Jara, un repertorio que pudo afrontar tras superar “los fascismos de la cabeza”. En Chamberí invitó a cantar ‘Luchín’ sin miedo al fallo, ya que “El error es tremenda herramienta de transformación política, equivoquémonos juntos”.
Se hace acompañar de trombonista/teclista, guitarra eléctrica, guitarra acústica y batería/percusiones, una formación que se mostró versátil además de enormemente rica en paisajes y matices, dando a cada canción su cariz apropiado. Para las muestras del cancionero latinoamericano hay diferentes arreglos que dan a cada pieza su sonido particular: percusiones y ritmos andinos, instrumentos tradicionales (cuatro en lugar de guitarra, quena…) y el uso de trombón y teclados que añaden profundidad y misticismo.
Además de la ya presente en medios digitales ‘Tinta Roja’ sonaron por vez primera en Madrid cortes como ‘Asaltango’ -compuesta en un auto entre Buenos Aires y la Plata- con interesantes contrastes entre los punteos de ambas guitarras o ‘Choque’, que sigue la tradición pop rock del cono sur. Prometen estas nuevas composiciones, que además se adaptan perfectamente a un público sentado.
Prosigue el viaje pasando por Brasil, Tijoux confiesa que el primer vinilo que hubo en su casa fue Construção, y que fue Chico Buarque quién hizo que quisiera dedicarse a la música. Del carioca selecciona ‘Te amo’, “música para hacer bebes”, que interpreta junto a trombón y acústica. También dio tiempo para revisar temas propios, como el mestizo ‘Mi Verdad’ o la hip-hopera ‘Vengo’, y para que apareciera con fuerza su compromiso político y feminista, dedicando ‘1977’a “la libertad de expresión, para todos los Valtonic del mundo”, no sin antes burlarse “¿Todavía tienen rey, hermanos?”.
Sube la temperatura de la sala con el baile de ‘Calaveritas’ y la rabia rapera de ‘Shock’, realmente admirables los múltiples vehículos de expresión de la artista chilena, que termina el recital con ‘Antipatriarca’, “una canción que no es mía, sino del mundo y del planeta”, coreada por un público mayoritariamente femenino en pie. Ídola.