Han pasado ya unos cuantos años desde su último trabajo con temas nuevos, A Natural Disaster de 2003, que provocó diversidad de opiniones: mediocre para los fans y enorme y grata sorpresa para los recién llegados al universo de los hermanos de Liverpool. Que una banda como Anathema se quedara en aquel año sin discográfica fue una situación absolutamente premonitoria de lo que se le venía encima al mundo de la música envasada en los años sucesivos.
Anathema tuvieron unos inicios relativamente exitosos dentro de la corriente de nuevas bandas de doom inglés de comienzos de los 90, junto con Paradise Lost o My Dying Bride. Pero muy pronto cambiaron su rumbo —aunque no tanto como pudiera parecer a simple vista- nutriéndose de influencias más cercanas al rock progresivo de Pink Floyd y similares. Desde entonces, no han dejado de deleitarnos con álbumes llenos de inspiración y honestidad. Siempre han sabido conservar su esencia y no hace falta profundizar mucho en su música para ver como desde aquel lejano Serenades, y pasando por el magnífico Judgement, Anathema siguen encontrando la fragilidad y la sensibilidad suficiente para hacer que sus composiciones ocupen un lugar de honor en nuestra memoria.
Thin Air y Summer Night Horizon serán probablemente de las fijas en sus setlist a partir de ahora. La primera, con una creciente evolución hacia el climax final tan del gusto de la banda y la segunda, con un inicio más turbador acompañado de un piano a cargo de la parte rítmica. Desde el segundo corte volveremos a disfrutar del encanto y la elegancia que aporta la voz de Lee Helen Douglas, habitual ya de la banda desde hace años y que por cierto estaba impecable en el enorme directo A Moment In Time. Dreaming Light, con ese tono optimista y la preciosa melodía del estribillo, posee una belleza especial arropada por el piano y la voz de Vincent, que en este álbum destaca como nunca antes. El cuerpo de We’re here Because We’re Here lo forman las tres canciones que la banda sacó de forma independiente en 2006, cuando aún andaban sin sello, y que pusieron de forma gratuita en su web, según ellos mismos, como regalo a sus fans. Everything es la luz del este disco, la que te arranca la media sonrisa cómplice y te agarra durante días. Angels Walk Among Us, que se extiende en su propia outro —Presence– aún tiene algo de los primeros Anathema, de tonos altos y aires melancólicos. Este tema recupera además parte de la esencia de la lírica de uno de las mejores composiciones de su carrera, One Last Goodbye. A Simple Mistake se desenvuelve en unos inicios pausados y con demasiados ecos, pero que resuelve en una segunda mitad magistral que nos devuelve la destreza de Danny para elaborar riffs lentos y agónicos. De las tres, quizá ésta sea la que más ha perdido con respecto a la versión demo, detalle poco apreciable para quienes la escuchen por primera vez, que seguro la añadirán a su pequeña lista de imprescindibles. Get Off Get Out retoma el sonido de uno de los mejores temas —Panic– del que debió ser el álbum que los lanzara a lo más alto: A Fine Day To Exit. Universal e Hindsight van a formar ese final más atmosférico en el que palpamos más las influencias de Gilmour y Waters, dicho sea con el mayor de los recelos hacia una formación a la que, después de veinte años, no es fácil buscar similitudes.
La única pega es que el trabajo del sobrevalorado Steven Wilson edulcora en exceso el sonido de los hermanos Cavanagh, mucho más cómodo en terrenos más secos y áridos. Bueno y ¿para que nos vamos a engañar?, la jugada de incluir al tipo de Him en Angels Walk Among Us —aunque no se le note apenas- no va a ser difícil de olvidar. Mucho mejor la versión que grabaron hace cuatro años. Estas pequeñas pegas en el caso de una banda como ésta no pueden ser más que unas buenas excusas para retomar su discografía o adentrarse en los diferentes proyectos de miembros y ex miembros: Antimatter, Leafblade, Lid, Íon, el tributo a Nick Drake de Danny Cavanagh o su colaboración con Anneke Van Giersbergen de The Gathering. No obstante, es curioso constatar como el que no es el mejor trabajo de Anathema, es desde luego uno de los discos del año. Sin ninguna duda.
Texto: Juan Manuel Vilches
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