Animal Collective tenían que ganarse la reválida después del criticado directo en el último Primavera Sound, que de ser una de las bandas más esperadas se convirtió en una de las mayores decepciones. La verdad es que después de aquello muchos nos acercamos con miedo a lo que nos encontraríamos. ¿Primaría el show difuso y poco cohesionado o nos volverían a convencer de su condición de grupo para la historia no sólo en estudio? Por suerte, la balanza en esta ocasión se acercaba más a lo que queríamos ver, aunque con reservas.
Los cuatro integrantes originales (después de que Josh Dibb no grabase con ellos el Merriweather Post Pavillion) tampoco se mostraron muy habladores, y únicamente Avey Tare se dirigió al público con escuetas y manidas palabras. En realidad no hay que sorprenderse, Animal Collective es un grupo de acción que sin miramientos saca a relucir la artillería y nos sumerge en un tour de force de excesos pop bien aderezado por aires weird y psych. El sonido era magnífico, mucho mejor que en el mentado concierto anterior (uno de sus mayores lastres), con bajos contundentes pero sin capar al resto del conjunto y bastante cuidado con los diferentes matices sonoros (uno de los fuertes de la banda). Ya sólo por eso merecía la pena darse un garbeo por La Riviera para constatar el potente directo.
El mayor problema recaía en el setlist, donde se agradece la inclusión de nuevo material, pero por momentos parece que se trata de un concierto para ellos mismos que para el público. Los temas populares o incluso los que nunca lo fueron quedan en un segundo plano frente a que presumiblemente aparecerá en su próximo álbum. Es de agradecer que una banda apueste por ello, pero sin olvidar que también ha pagado por reconocer más de tres canciones. También no es menos cierto que mucha gente espera el Merriweather, por descubrirles a partir de ese disco, lo que tampoco es saludable. Eso se notó en temas como “Brothersport” y “Summer clothes”, que el público coreaba y bailaba a lo loco. Canciones antiguas como ‘Did you see words’ no tuvieron el mismo recibimiento.
Obviando la falta de hits (por llamarlos de alguna manera), los nuevos temas sonaban en general muy compactos, siguiendo la estela del último álbum y destacando los de la primera mitad del concierto. Al final nos topamos con una gran fiesta para nada intrascendente (cuando en el 99% esto resulta una paradoja) que como un kaleidoscopio nos transporta a un mundo de colores y formas imposibles.
dyorch