Hasta finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta a lo que hoy conocemos como country se le llamaba hillbilly, un término usado de forma peyorativa en Estados Unidos para referirse a la gente de zonas rurales. En muchas ocasiones incluso se usa para hablar de esos paletos un poco violentos a veces, demasiado aficionados al whisky y que viven apartados de la sociedad y las ciudades, casi huyendo de su influencia. En los Simpsons se hace un retrato de este estereotipo con el personaje Cletus.
Ante el auge de diversos géneros, como el jazz o el soul, que se identificaban claramente con la población negra a algunos se les ocurrió que la verdadera música norteamericana debía ser el country, totalmente identificada con los blancos. De esta forma, el género sufrió a comienzos de la década ciertos cambios orientados a mejorar su imagen: una vestimenta más elegante, cantantes con una dicción más pulida y ciertas incorporaciones al sonido original enfocadas a hacer el country más asequible el gran público. Y el género necesitaba un lugar de referencia, así que en 1961 abría sus puertas el Country Music Hall Of Fame, con tres nombres como baza inicial: Jimmie Rodgers, Fred Rose y Hank Williams.
Nashville y el countrypolitan
El llamado sonido Nashville fue el abanderado de este nuevo traje para el género. Bajo la batuta de compañías como RCA y Columbia y un selecto equipo de productores a comienzos de la década los discos de Jim Reeves y Floyd Cramer sentaban las bases del nuevo sonido, que más tarde continuarían gente como Patsy Cline, Eddie Arnold, Red Foley, Brenda Lee, Glen Campbell o Bobby Goldsboro, entre otros. Es fácil hacerse una idea de la visión que la industria tenía de todo esto ante la respuesta que dio el productor Chet Atkins cuando le preguntaron en una ocasión qué era el sonido Nashville y, tocándose el bolsillo, hizo sonar un puñado monedas y contestó: “eso es lo que es: es el sonido del dinero“.
Un paso más allá del sonido Nashville llevaba a una fusión total del country con el pop, asimilando gran parte de las características de este último. Surgía así el countrypolitan, del que el clásico Suspicious Mind de Elvis Presley es uno de sus mayores exponentes, aunque músicos como Charley Pride, Glen Campbell, Charlie Rich o Lynn Anderson también obtuvieron su parte del pastel. Y ya en los setenta el género volvió con fuerza de la mano de Kenny Rogers, Anne Murray, Barbara Mandrell, Lee Greenwood, Dolly Parton, Juice Newton, John Denver y muchos otros. La gallina de los huevos de oro aún siguió dando frutos unos cuantos años.
Bakersfield
Una de las primeras innovaciones al género vino de California, de una zona de Bakersfield, y sobre todo Buck Owens and the Buckaroos (conocido por muchos por la versión que hicieron los Beatles de su canción Act Naturally), Webb Pierce y Merle Haggard, que incorporaron ciertos elementos del rock y el rockabilly a mediados de los cincuenta. Sin embargo, no fue hasta la década siguiente cuando este subgénero ganó cierta popularidad por contraposición al edulcorado sonido Nashville, llegando incluso a apodarse Bakersfield como la Nashville del oeste. El directo de Buck Owens en el Carnegie Hall en New York y el Swinging Doors and The Bottle Let Me Down de Merle Haggard son dos buenos ejemplos del sonido Bakersfield.
Outlaw country
Aunque el movimiento outlaw toma fuerza en los setenta surge a finales de los sesenta como reacción a la invasión de los sonidos pop en el country. Para ello, muchos decidieron volver a las raíces del honky tonk y el country de los cincuenta. Al frente de este movimiento se posicionaron Willie Nelson, Waylon Jennings, Johnny Cash, Kris Kristofferson, los Glaser Brothers, Jessi Colter y Sammi Smith, entre otros. El término proviene de la canción Ladies Love Outlaws, escrita por Lee Clayton y popularizada por Waylon Jennings.
El outlaw country se posicionó pronto del lado de los movimientos relacionados con la emergente contracultura norteamericana y sus músicos enarbolaban orgullosos la bandera del artista independiente, escritores e intérpretes de sus propias canciones al mismo tiempo, pero también ejemplos de una forma de vida diferente a la que la sociedad tenía prevista para los jóvenes de la época. Ese cambio se produjo también en las letras, que se enfocaron más en la rudeza del trabajo y los problemas con el alcohol y la drogas frente a las historias cotidianas y la carga romántica más propia del sonido Nashville.
Es curioso como el country siempre ha sido asociado a los blancos norteamericanos, en ocasiones incluso usado como arma cultural frente a otros géneros con una mayor presencia de negros. Los conservadores siempre han mostrado un gran afecto por una música que habla de trabajo, del campo y de tareas cotidianas, quizá como si quisieran recordar siempre el espíritu de la conquista del oeste. Sin embargo, como casi todas las manifestaciones musicales norteamericanas el country también le debe mucho los negros, con figuras como el poco conocido Deford Bailey.
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Fuentes:
– A brief history of Country Music
– Sonido Bakersfield en about.com
– Sonido Bakersfield en la Wikipedia
– Entrada en wikipedia sobre música country.
Texto: Juan Manuel Vilches
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