Los años 60 marcan la explosión del blues hecho por blancos y la recuperación de viejos bluesmen, que vuelven a tocar y a grabar después de años. Sin embargo, lo que en este momento se produce es un estallido a nivel popular, sobre todo gracias a la fama de nuevas bandas que basaban su sonido en el blues, pero lo cierto es que casi desde sus inicios los blancos estuvieron interesados en el género. Desde los minstrels shows hasta Elvis Presley y las versiones que le hicieron famoso, pasando por muchos intérpretes blancos de los años 30 que incluían en su repertorio temas de blues.
Como ya comentamos en el artículo dedicado al blues y al jazz, a partir de la década de los 60 el blues deja de ser la música de la población afroamericana, cediéndole el trono al soul, y el género se refugia en pequeños festivales que consiguieron reavivar la llama de muchos músicos legendarios, sobre todo en Europa. El interés por el blues por parte los jóvenes europeos crecía al mismo ritmo que el desinterés por el mismo entre los jóvenes norteamericanos. El blues trajo a Europa, y especialmente a Gran Bretaña, un sentimiento de minoría y rebelión que muchos buscaban con ahínco y encontraron en unas letras que hablaban de alcohol, sexo y, sobre todo, desolación y soledad. Y uno de los responsables de ese creciente interés por el blues y las condiciones sociales y culturales en las que nació y se desarrolló fue el movimiento contracultural de finales de esta década, que se abría paso también en gran medida gracias a los músicos.
En 1962, mientras el soul escalaba posiciones a pasos agigantados entre los jóvenes americanos, los alemanes Horst Lippman y Fritz Rau montan el American Folk Blues Festival, que era una idea del publicista Joachim-Ernst Berendt, encargándole a Willie Dixon la selección de los artistas que iban a participar. La importancia de este festival no radica sólo en la recuperación de grandes bluesmen, sino también en las curiosas colaboraciones que se dieron, como T-Bone Walker tocando con Memphis Slim, o las grabaciones que hicieron, entre las que se encuentra la única conocida de Little Walter por ejemplo. Tal es el recibimiento en Europa de este encuentro que incluso Champion Jack Dupree o Memphis Slim se instalan en Europa ante la perspectiva de una mejor situación.
Blues made in Gran Bretaña
Al igual que en otras cuestiones, en esta también fue pionero Muddy Waters, que comenzó a girar por Gran Bretaña en 1958 acompañado de Little Walter, Otis Spam y Jimmy Rodgers. De la mano de Chris Barber, un músico de jazz que solía incluir algunos blues en su repertorio, Waters llevó la electricidad del blues a Gran Bretaña y ésta lo devolvió en forma de rock un poco después de la mano de los Rolling Stones, The Yardbirds o The Animals, aunque fueron bandas americanas como Canned Heat o The Paul Butterfield Band las que interiorizaron mejor el blues eléctrico. Big Bill Broonzy fue otro de los primeros en girar por Europa y Sonny Boy Williamson incluso pasa largas estancias en Gran Bretaña tocando con gente como Eric Clapton, mientras que John Lee Hooker llegó a grabar con los Groundhogs o Canned Heat, entre otros.
Muchos de los músicos que más tarde tendrían un papel muy relevante en el desarrollo del blues comenzaron en las bandas de John Mayall y Alexis Korner. Con éste último también se encontraba otra de las figuras responsables de la llegada del blues a Gran Bretaña: Cyril Davies. Ambos había tocado con Chris Barber y más tarde montaron en Londres un club dedicado al blues y formaron la Blues Incorporated, banda por la pasaron nombres como Charlie Watts, Keith Richards, Ginger Baker, Mick Taylor, Brian Jones, John McLaughlin y Eric Burdon, entre otros. Mientras tanto, John Mayall tenía entre sus Bluesbreakers a gente como Eric Clapton, Peter Green o Mick Taylor, entre otros. Prácticamente todos los músicos que formaron las grandes bandas de rock inglesas en los 60 estuvieron en uno u otro momento con alguno de estos músicos.
En Estados Unidos surgieron dos de los grandes del blues de todos los tiempos, Charlie Musselwhite, uno de los mejores armonicistas de la historia; y para acentuar aún más si cabe el nuevo color de piel que entraba en el género quien apareció a la guitarra fue un albino: Johnny Winter. Pero también hubo un afroamericano que revolucionó el género: Jimi Hendrix y, mientras tanto, en Irlanda aparecía la inconmensurable figura de Van Morrison, primero con Them y más tarde en solitario.
La deuda que muchas bandas nuevas tenían con el blues quedaba perfectamente clara en el mismo nombre que tenían, como por ejemplo The Moody Blues (por la canción de Slim Harpo), Canned Heat (por Canned Heat Blues de Tommy McClennan), The Groundhogs (por Ground Hog Blues de John Lee Hooker), The Rolling Stones (por I´m a Rolling Stone de Muddy Waters). Pero el caso más emotivo fue el que protagonizó Janis Joplin que, pocos meses antes de su muerte, pagó la tumba de Bessie Smith, apodada como la “emperatriz del blues“.
Con la llegada de la década de los 70 el blues ya había roto casi todos sus lazos como expresión de los negros americanos que tanto habían sufrido para convertirse en un género que trasciende fronteras y que abrió sus brazos para incluir a todo aquel que quisiera tocarlo. Y es que para que el blues gozara de la posición que tiene actualmente, con cientos de publicaciones, festivales y un reconocimiento oficial como herencia cultural, tuvieron que llegar las clases medias y los jóvenes blancos. Eso sí, todos ellos los más activos en una nueva forma de ver el mundo que en los 60 comenzaba a aflorar, porque seguían quedando mentes estrechas, como bien describía B.B. King, que en cierta ocasión le confesó a un amigo: “me compré un apartamento en Memphis, en una zona blanca, pero no puedo vivir allí porque si lo hago es probable que se vayan algunos vecinos“.
“Entre los discos que traía de EEUU un marinero del edificio en el que yo vivía, en Newcastle, había extrañas grabaciones de personajes como Robert Johnson. Un día comprendí que tendría que intentar cantar de esa forma“. Eric Burdon
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