A mediados de los 90 Arcturus era una banda extraña dentro del black metal. No eran los únicos que por aquellos años experimentaban con otras formas, pero trabajos como Aspera Hiems Symfonia y especialmente La Masquerade Infernale los situaron como referencia indiscutible de un género. Con The Sham Mirrors dieron forma a su última gran obra y desde entonces todo ha sido una caída en picado sin dirección.
Ahora, diez años después de su último disco, reaparecen con este Arcturian. Un álbum más cercano estilísticamente a La Masquerade Infernale, pero con la dolorosa ausencia de Kristoffer Rygg, alma mater de Ulver y vocalista de Arcturus en sus mejores años. Y lo cierto es que su sustituto, Vortex, hace un buen papel en temas como Demon o Pale, pero es otra cosa. El conjunto suena a refrito deliberado de lo mejor de tiempos pasados, como si para componer The Arcturian Sign se hubieran basado en Aspera Hiems Symfonia y para Angst en La Masquerade Infernale.
A estas alturas —no nos engañemos- un disco como este no sorprende a nadie. En los últimos quince años no son pocas las bandas que han optado por el camino más experimental en el death o el black, así que Arcturus debería ofrecer algo más. Porque, a pesar de aportar algunas buenas composiciones, parecen creer aún que su mayor ventaja es su personal sonido. Aún así, sigue siendo su mejor trabajo desde 2002.
Texto: Juan Manuel Vilches
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