El calor ha llegado a Madrid con la intención de derretirnos antes de que llegue el mes de julio, pero con él también lo ha hecho la temporada de festivales y parrandas al aire libre. Aunque hay algunas que destacan por encima del resto y eso Cutty Sark lo sabe muy bien. Por eso ha decido crear sus propias fiestas clandestinas y tuvimos la fortuna de asistir a la primera celebrada en la Comunidad de Madrid. Concretamente a 35 kilómetros de la capital, aunque el lugar fue una incógnita hasta que llegamos a él. Nosotros y unos cuantos cientos de afortunados que ganaron su invitación a través de las redes sociales, o que fueron “secuestrados” en el barrio de la Latina una hora antes de que comenzara. Camino del lugar en el que íbamos a pasar las próximas 12 horas sólo sabíamos que la Fiesta Clandestina de Cutty Sark tendría lugar en medio de un bosque y que el anfitrión sería dj Nano. La juerga estaba asegurada y el resultado fue, sin duda alguna, el mejor plan con el que podíamos haber comenzado el verano.
El día comenzó con un cóctel en una terraza de la calle Segovia. Allí nos recogió uno de los autobuses que, a distintas horas, fueron llevando gente a la fiesta clandestina. Tras 45 minutos de viaje llegamos a la casa de Cutty Sark. Situada en un lugar próximo a Valdemorillo, medio chalé, medio fortaleza llena de arcos y torreones, se alzaba majestuosa entre los pinos. Tras ser recibidos por una inquietante ama de llaves, acompañada de un mapache bailongo, así como por un par de mimos excéntricos, pasamos por el acceso al jardín. Grandes graffitis de Cutty Sark dominaban la estancia y hacían las veces de photocall.
Después de cruzar por la zona Cocktail, que un graffitero se encargaría de decorar con los colores de la marca, subimos por una escalera de caracol y aparecimos en The Pool Party, la estancia principal y auténtico corazón de la fiesta. Una piscina de 100 metros cuadrados era la pista de baile. En ambos extremos estaban dispuestos una barra y un piso superior en el que estaba instalada la cabina del deejay.
La fiesta ya llevaba dos horas funcionando, así que alrededor de las tres de la tarde ya estaban todas las zonas repletas de cuerpos que se tostaban al sol. Grupitos de lo más variopinto iban de un lado a otro: cachitas de gimnasio, voluptuosas odas a la silicona, bellas azafatas de Cutty Sark, universitarios salidos o animadores todavía más enloquecidos que cualquiera de los allí presentes.
Con la gazuza que teníamos a esas horas, tuvimos que contener un poco nuestro impulso de zambullirnos en el agua para engullir con avidez todo lo que nos dieron en el área de la barbacoa (mini hamburguesas y panceta) y el área de la paella gigante. Tras un garbeo por la zona de Relax y unos cuantos cócteles para hacer la digestión a nuestra manera, echamos mano de la colchoneta y nos entregamos al deleite de bailar sobre el vaivén de la piscina, entre feromonas, ritmos houseros y efluvios etílicos.
No tardó en subirse a la palestra Roberto Beatbox para dejarnos a todos con la boca abierta, como ya hizo con el jurado del programa de televisión Tú Sí Que Vales. Su talento viene implícito en su apellido artístico: una auténtica orquesta compuesta por sus cuerdas vocales y su boca como caja de resonancia. Y como banda sonora, desde el “Bombastic” al “Infinity“, en una sorprendente orgía rítmica que se compaginó con el reparto de pistolas de agua y que acabó provocando una fiesta acúatica en toda regla.
Los chorros volaron de un extremo a otro y acabaron mojando hasta al que no lo deseaba, como por ejemplo, el personal de seguridad. Pero allí no se cabreaba nadie, porque todo era buen rollo y ganas de desmadre veraniego. Así lo expresaron 24 Kilates, la pareja de raperos encargada de continuar amenizando la tarde con sus ritmas simplonas. También es cierto que no les acompañó el sonido por cuestiones meramente técnicas y eso hizo que su actuación se viera bastante mermada de por sí.
A media tarde se hizo con las riendas de los platos el gran protagonista de la fiesta clandestina: djNano. El popular dj madrileño ofreció una sesión facilota pero muy festiva y a la altura de lo que requerían las circunstancias. Ritmos frescos y estivales como “The Weekend” de Michael Gray e himnos remember al más puro estilo Groove, como “Mysterious Times” de Tina Cousins o el inmortal “Spastik” de Plastikman. Incluso tuvo el detalle de satisfacer al público más amante de las guitarras (aunque sospecho que tampoco es que fuera muy masivo) con “Highway To Hell” de AC/DC.
Durante toda su sesión fue cuando más abarrotada estuvo la piscina, llena de gente bailando y salpicando con cada subidón, en un hervidero de festividad sandunguera. Asimismo hubo actuaciones especiales de un saxofonista y una cantante, llegando a haber momentos en los que todo lo que ocurría a tu alrededor superaba tu capacidad de percepción. En otras zonas desfilaban los hot dogs, los animadores hacían reír a la muchachada con sus trucos de magia y los breakers se llevaban aplausos con sus piruetas a ras de suelo.
Al borde de las nueve de la noche y sin razón aparente, la fiesta se vino abajo. Tras una sesión de house demasiado lineal por parte de una pareja de dj’s invitada, la música disminuyó su volumen y la cabina no tardó en quedarse vacía. Ni siquiera volvió a pinchar dj Nano, tal y como estaba previsto. Asimismo, se indicó a la gente por megafonía que no se lanzara a la piscina a partir de ese momento para evitar disgustos por la falta de visibilidad. Una hora después las barras se cerraron, a pesar de que aún quedaban dos horas para que partiera el bus de vuelta. Está claro que no se puede decir nada en contra de una organización medida hasta el detalle, pero quizá fue ese mismo el problema. No puede haber un desparrame excesivo cuando hay una marca responsable y se quiere evitar cualquier incidente a toda costa.
De todos modos, a esas horas nuestros sentidos estaban bastante anestesiados como para que algo nos pareciera mal y del baile se pasó a una agradable conversación bañada por las proyecciones y la luz de las estrellas. Las horas precedentes merecieron suficientemente la pena como para exigir un cierre apoteósico. En este caso la dulce clausura la compuso el cúmulo de recuerdos que teníamos de la que seguroencabezará el ranking de las fiestas de este verano. Así que nada, la próxima más grande y mejor todavía. Nosotros nos atreveremos a descubrirla.
Texto: Javi JB
Fotos: Zaer, Fran Hdez. y Javi JB