Hay ciertos fenómenos sociales que tienen una complicada y sesuda explicación para el resto de neófitos mortales. Así se pueden enumerar varios casos que sacudieron la historia durante un breve periodo de tiempo en forma de moda. Pero incluso lo que estuvo de moda termina volviendo, pues lo que ayer fue demodé hoy es vintage. ¿Quién decide qué es lo que está o no de moda? ¿Es la propia masa la que sigue esa tendencia iniciada por algún iluminado en un día de nubes y sombras? Lo cierto es que el clasismo se instala hasta en aquellos que rehuyen de lo estándar. Se podría decir que, aunque pretenden escapar de lo convencional, acaban en las redes de un sector más. Sería algo así como una especie de individualismo fallido.
¡Pero no todo son ropa y tendencias! El “famoseo” y ciertas caras conocidas han provocado oleadas de postureo a aquellos que andan faltos de personalidad. Un viaje a la periferia de cualquier ciudad sirve de ejemplo para dar con calcos de zafios personajes de Gran Hermano y demás esperpentos. ¿Les gusta vivir así? Pues bueno, un servidor no será quién para indicarles el camino a seguir, básicamente porque no hay camino a seguir. Tampoco se dejen engañar. Dentro de ciertos círculos intelectuales (o por lo menos aquellos que lo aparentan) se da un caso sangrante. Justamente, los que reniegan de los programas de este pelaje aplauden las chanzas y gracietas de una pareja que iguala la misma caspa que desprende Aída Nízar. Es más, guardan amistad con nombres que han aparecido en los bajos fondos televisivos, como es Carmen Lomana.
Sí, Mario Vaquerizo y Alaska protagonizan este espacio. Antes de continuar cabe destacar que este texto no va contra esta pintoresca pareja en su totalidad, sino contra la sinrazón de un sector que acaba aplaudiendo lo que ellos mismos desprecian. ¿Qué diferencia hay entre Gran Hermano y el reality de Alaska y Mario en MTV? ¿La diferencia está en que un canal es la bandera de la maruja hispánica y el otro es del moderno gafapasta? Saquen ustedes sus propias conclusiones.
El 21 de Diciembre del pasado 2011 se presentaron las Nancys Rubias en la sala El Sol para mostrar al mundo su disco “Ahora o nunca”. Resulta que aquello no fue más que un engaño verborréico a golpe de play-back. Aunque fue un showcase como premio a los que compraron el LP, no deja de ser un poco tomadura de pelo ¿Qué cara se les quedaría a aquellos que se gastaron sus cuartos? Pues para sorpresa de muchos, resultó ser un espectáculo y aquellos que asistieron se fueron contentos porque realmente Nancys Rubias es eso, espectáculo y provocación. Eso sí, a su manera. Quererse mucho es lo que tiene si el objetivo a perseguir es ser cara conocida. Así se lo contó a Rolling Stone:
“Yo prefiero a los que llenan Las Ventas que no a las muertas de hambre indies que van de divinas que tienes muchos blogs y luego no venden una entrada. Soy mainstream 100%”.
Aunque es cierto que el coeficiente intelectual de un concursante de Gran Hermano o de Mujeres, Hombres y Viceversa es infinitamente inferior al del moreno cantante de las Nancys Rubias. Vaquerizo es un personaje que entraña inteligencia y buen hacer en los negocios. No es tonto. Sabe lo que vende y lo que quieren sus más fervientes seguidores. No hace otra cosa que darles lo que piden.
Pero yendo hacia la figura de Mario; autodidacta y polifacético, Vaquerizo vive de lo que hace porque de alguna manera se lo ha ganado a pulso. O gusta o le odian. Y de eso se trata, que hablen de uno aunque sea para mal. Su música puede resultar una estafa y su postura histriónica, pero las cosas como son, lo hace porque puede y quiere. ¿Son estas las miles de la fama por vivir del escándalo? Podrá molestar por su actitud, pero no por ser una persona irrespetuosa que acapare páginas por alguna salida de tono. Son como son. De hecho, son tal para cual. ¿Petardo? Totalmente. Pero… ¿qué es el petardeo?
Ya lo reconoce él mismo en su libro “Haciendo Majaradas, diciendo tonterías”, el cual presenta en estos días: “Hago en todo momento lo que me apetece y puedo vivir de ello”.
No se puede añadir nada más tras una frase así.
Mario… ¡Olé tus huevos!
Texto: Charly Hernández
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Lo cierto es que me identifico absolutamente con esa persona que pone a parir Tele5 y sus productos pero se divierte enormemente con Alaska & Mario. Es, como bien puntualiza el autor del artículo, una contradicción aunque con matices. Alaska & Mario, si mi inocente ojo no se equivoca, no pretenden ser algo diferente a lo que son o gritar más alto que los 'wannabe' de TeleCirco. Son famosos porque han sabido moverse correctamente en el mundo de la farándula, sin esconder que les gusta el petardeo.
Salen ante cámara tal cual son, o eso es lo que parece. Y caen bien, los jodidos. Seguramente, si prolongan estos programas terminaré cansándome de ellos, pero han logrado que me ría con sus tonterías y les admire por ello. Un poco de contradicción no está mal de vez en cuando.
Vaquerizo y Alaska son muy listos. Nada que objetar a su modus vivendi. Y son divertidos... seguro que sabrán hacer mutis cuando toque, además