Cuando en los años 60 Jann S. Wenner fundó Rolling Stone, no tenía ni la más remota idea de lo que estaban haciendo él y sus propios compañeros en la redacción que la revista tenía en San Francisco. Eso sí, tenían en firme dos cosas: que la maqueta llegase a tiempo a la imprenta y en dejar claro su discurso.
Con el lema “all the news that fits”, Rolling Stone fue de San Francisco hasta todos los rincones del mundo como símbolo contracultural de referencia. A eso habría que añadirle el trabajo de redactores de la talla de Greil Marcus, Jon Landau, Ralph J. Gleason (co-fundador), Hunter S. Thompson, Cameron Crowe, Howard Kohn, Jonathan Cott, Ben-Fong Torres, Lester Bangs… y un largo etcétera.
En cuanto al apartado gráfico, habría que quitarse el sombrero ante Anton Corbijn, Herb Ritts, Richard Avedon, Mark Seliger, David LaChapelle o la celebérrima Annie Leibovitz. Cada foto, cada letra y cada portada tenían un carácter y personalidad única. Es más, muchas de las grandes entrevistas aparecían con el subtítulo “the Rolling Stone interview” con el nombre del redactor. Lamentablemente, es una cosa que se ha ido perdiendo, arrebatándole personalidad al texto para ser absorbido por la propia publicación. Aún así, sigue siendo referencia mundial en lo que a publicaciones musicales se refiere junto a Mojo, Uncut o New Musical Express, por ejemplo.
Para la historia quedarán ínclitos ejemplares, como el número 10 con Eric Clapton en la portada, el 21 con John Lennon, la 206
Sería injusto olvidarse de los ‘fregaos’ en los que se metían los fotógrafos a la hora de ilustrar las entrevistas y/o textos. Sesiones largas que se alargaban en demasía con tal de dar con la foto. Axl Rose llegando 5 horas tarde a una sesión, Kid Rock reacio a ponerse una chaqueta hecha con chapas, Britney Spears enseñando escote o el trasero de Jennifer Aniston. Y esa es otra, no había cortapisas; aparecer en Rolling Stone era una especia de reconocimiento, hiciera uno Rock and Roll, Hip-Hop, Pop o saliera en televisión, como bien pasó con el eterno John Belushi y Saturday Nigh Live.
La revista al servicio del arte de la entrevista. No había normas ni titulados acomplejados, simplemente era Rock and Roll y no una carrera de ratas para ver quién puede pisar a otro compañero, que es justamente lo que sucede en España y más con la edición española de Rolling Stone, que a base de cambiar estilo dando palos de ciego, no ha formado todavía criterio ni profesionalidad alguna. Lástima por los grandes compañeros que trabajan ahí y sufren a sus lamentables directores. Nadie arriesga por grupos emergentes nacionales por no ser conocidos, directamente, tiran de estrellas o de entrevistas de la edición americana. No es original ni especial. ¿Será cosa también del lector general? Pues puede, pero está claro que su nivel es tan bajo, que casi avergüenza comprarla. Sus redactores, magníficos profesionales, son absorbidos por el nombre de su revista (normalmente) y son utilizados como piezas de recambio. Da igual. ¿Para qué esforzarse en hacer una buena entrevista a Patti Smith? Para qué, ¿verdad? Si lo que importa es el morbo fácil y la noticia absurda, lean ustedes la edición española de Rolling Stone, le pese a quién le pese.
Y esto no es una lección, ni mucho menos, sino un lamento a lo que pudo ser y no fue. Pero en este país verborréico uno no podrá expresarse libremente sin que reciba la lapidación más absoluta por la gracia de Dios en una sin par dictadura que maneja el intelecto irracional desde las redes sociales, esas que hacen de “redactor” en la mass media.
Texto: Carlos H. Vázquez.
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