Ustedes que nos leen y que nos oyen (en teoría), pero no nos sienten. Ustedes… los creen que tienen el oficio y el beneficio de decidir qué es lo que nos conviene. Ustedes… que dictan normas y desprecian cualquier atisbo de cultura (especialmente la musical). A todos ustedes les quiero decir:
“Como en España en ningún lado”, se suele contar. Aunque las tapas y las cañas —junto con el clima- sean un factor a la hora de seleccionar a la “madre patria” como acogedor hogar para pasar la vida y sus restos, servidor, desde la atalaya, cree ferviente que no. Y no es una respuesta por ignorancia u odio, ni mucho menos, sino que simplemente vivimos en un país estructurado sobre la miseria conformista que ha dado fruto a la envidia y a la tan famosa picaresca.
Por supuesto que España es un país bello, de hecho podría serlo si sus ciudadanos y sus gobernantes se dedicaran a cuidarlo de verdad en lugar de destruirlo a base de hormigón, basura e incendios. Y no digan ahora que eso de construir en parajes protegidos es cosa de los políticos, no, el españolito de a pie bien que alardeaba (otros fantaseaban) con un “chamizo” en la mismísima playa cuando había dinero, bueno, más bien cuando el banco abría más el grifo y los ciudadanos se creían algo más que esclavos consentidos. Los anuncios de Cofidis y otras empresas de crédito rápido aparecían en televisión al mismo tiempo que el moho en el queso olvidado al final del frigorífico. Los bancos, por su lado, engañaban y estafaban a gente poco lúcida y analfabetos que no pudieron permitirse una educación ya que una estúpida guerra entre hermanos truncó un crecimiento que se fue al garete cuando los franquistas y los curas tomaron el control de la educación para adoctrinar a generaciones y generaciones con esas maneras de “enseñar” lo que moralmente está bien y está mal. ¿Con qué ética moral vienen esos hijos de puta de sotana y bigote fino a mostrar lo que es bueno y malo? ¿Esos que aplauden La Inquisición van a contar verdades educativas? ¡Váyanse al infierno!
Por otro lado, y mostrando mi total desprecio, nadie se puede fiar de una panda de acomplejados militarizados que condenaron al exilio a tantísima gente, entre ellos artistas, escritores, pintores, músicos, científicos, cineastas… etc. Claro, el arte… ese mundo de vividores (léase irónicamente). No sé como a nadie no se le cae todavía la cara de vergüenza por vivir en un antro de paletos que no se ha dignado a recuperar los restos de Federico García Lorca, asesinado por los franquistas. Ni la carta de Ernest Hemingway sacó los colores, vaya. Y antes de que ustedes empiecen a tirarme a los leones; ni soy separatista, ni independentista, ni nada por el estilo. Es más: la absurda pelea entre un bando y otro me resulta un verdadero aburrimiento. Me da verdadero asco ver desprecios por parte de un lado y otro por el mero hecho de pertenecer a una nación.
Casi como dijo Napoleón en su tiempo, mientras invadía este terruño, los españoles no saben apreciar el arte, ergo no se lo merecen. En mi caso no es algo tan extremo, pero casi… Me jode y me toca la testiculina compartir espacio vital con un puñado de ignorantes que su mayor meta en la vida es dejarse el sueldo en una hipoteca/coche/televisión de plasma/adosado/destino turístico de moda. De acuerdo en que cada uno se gasta su propio dinero como le de la real gana, pero no el del prójimo. Y esto va para políticos, empresarios y demás chusma (sin olvidarme de gran parte de los ciudadanos) que se pegaron la fiesta padre sin reparar en las consecuencias que vendrían después.
No es ya el mantra del “vivir por encimas de nuestras posibilidades”, sino el hecho de tener cabeza.
Pero en fin, esto se ciñe a la cultura, estrictamente musical, pero todo repercute. Las bandas importantes casi no pisan España salvo que sean U2, Muse o Coldplay. Primero porque los recintos tienen unos precios muy altos, segundo porque los cachés no siempre se pueden pagar, y tercero porque los promotores no tienen claro si llenará con el grupo que ellos van a traer. Aquí hay que lidiar con el fútbol, el botellón, el precio de las copas frente al de una entrada, cenas y demás ocio nocturno. Y así no hay manera. Raro es encontrarse una sala llena cuando cierto grupo visita España sin gran reconocimiento. Eso sí, llena y agota cuando empieza a estar de moda, es entonces cuando todos van como borregos al pabellón en cuestión a hablar de lo mucho que les gustan sus canciones, esas que ahora escuchan por moda. Ustedes que van de ese palo se pueden ir a dar de comer a los gusanos. Son el cáncer de la música española. Estoy convencido de que la gente no quiere culturizarse de alguna manera, sino pertenecer a una especie de élite que los haga sentir dentro de un círculo más o menos culto… pero sin serlo como tal.
Me importa tres pimientos qué grupo es el mejor porque ustedes lo digan, el gusto es subjetivo y nadie tendría que obligar a nadie a escuchar algo. Otra cosa es verter una opinión crítica, pero sin imponer. De todas formas, tampoco es que haya mucho gusto (ni yo lo tengo), pues no hay más que encender la radio o poner la televisión. Si tanta gente es la que se supone quiere televisión de calidad, ¿por qué demonios no hay todavía en la jodida televisión nacional española un programa de música en directo o una radio que haga algo más que Radio3? Son ustedes unos cobardes que no ven más allá de su puta Blackberry.
Y tanto si les gusta lo que leen como si no, da igual. Mañana seguirá todo sin cambiar ya que la desgracia de nacer en España se hace latente cuando todos los días se leen noticias negativas sin que nadie arroje un poco de luz sobre esta montonera de estiércol en la que medio país goza revolcándose. Si de verdad quieren prosperar, ¿a qué esperan? Las cosas no están nada fáciles, pero no las pongamos peor. Igual aparecen tropezones en el camino debido a que el éxito en España está penado por el populacho, pero todo es intentarlo.
En lugar de llorar en casa, sal a la calle. En lugar de sentarte en el suelo mostrándote pacifista ante la mano maltratadora del policía, muéstrate valiente para plantarle cara con piedras y poder ciudadano. En lugar de soñar con una clase política mejor, revienta su sistema dictatorial y educa al pueblo sobre otros valores alternativos. Ahora es el momento. Y que no te tiemble la mano… los sueños están para alcanzarlos, no para imaginarlos.
Texto: Carlos H. Vázquez.
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