CIUDAD: Barcelona
LUGAR: Sala Monasterio
GRUPO: Barn Burner
DURACIÓN: 35 minutos
Hay cosas que a uno, en su ignorancia, se le escapan del entendimiento racional. Cómo es posible que una banda como Barn Burner, con un excelente álbum debut publicado a través de todo un sello como Metal Blade, se embarque en una aventura europea sin las suficientes garantías como para desarrollar su trabajo en condiciones mínimamente aceptables.
Lo único que se me ocurre pensar, es que, los músicos canadienses, se han tomado este viaje en plan “turista mochilero” y, a la vez que visitan Europa, se entretienen realizando algunos “bolos” aquí y allá. Y lo digo desde el respeto que se merecen, y después de haberme convertido en uno de sus incondicionales seguidores desde que descubrí su existencia.
Ignoro el resultado de sus presentaciones por el resto de España y del continente pero, lo cierto es que, en Barcelona, en el aspecto mediático no funcionó en absoluto. La casi nula publicidad de su concierto significó, asimismo, una escasa convocatoria de público en la sala Monasterio, donde nos citamos alrededor de 25 personas, entre las que deben incluirse los representantes de la prensa; sin duda un panorama demasiado desolador para cualquier artista.
No voy a decir que fue una actuación colosal, pero los músicos se entregaron y ofrecieron un concierto corto pero vibrante, acometiendo los temas de su brillante ópera prima, incluyendo la formidable trilogía, “Brohemoth”, “Half Past Haggard” y “Holy Smokes”, que forma la columna vertebral de Bangers, sin olvidar otras competentes canciones como, “Beer Today, Bong Tomorrow” o “Long Arm Of The Law”.
En definitiva algo más de media hora de metal furibundo que, con algunos decibelios de menos se hubiera disfrutado mejor, además de poder escuchar la voz de Kevin Keegan de forma más nítida. Supongo que la rabia contenida por la situación provocó un efecto positivo en su actitud, arremetiendo con una energía que rayaba lo visceral, sobre todo, en lo que respecta al batería Taylor Freund, que aporreaba los tambores como un poseso.
En fin, no digo que se conviertan en una banda “mainstream”, pero tienen calidad para salir adelante y, cuando alcancen mayores logros y se reconozcan sus cualidades, podré decir que fui uno de los pocos privilegiados que pude ver un “concierto privado” de Barn Burner.
Por cierto que, durante su estancia en Barcelona, para “rematar la faena”, los “amigos de lo ajeno” “confiscaron” algunas de las pertenencias que llevaban en su furgoneta. Como para recordar su paso por la ciudad por mucho tiempo.
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