La carrera de estos suecos ha ido en un ascenso lento pero imparable. Han mantenido un nivel muy alto en cada uno de sus trabajos y gracias a ello su repercusión va en aumento año tras año. Esta vez han dejado más tiempo que de costumbre entre un disco y otro, así que su octavo álbum llega casi tres años después de su anterior The Void.
Rikard Sjoblom es un vocalista que la primera vez que lo escuchas no parece tener un carisma especial, pero es poco a poco cuando uno va apreciando sus enorme cualidades vocales y su buen gusto a la hora de variar sus interpretaciones. Baste escuchar Ode To The Rock’n’Roller y Can You See Me Now para verlo. David Zackrinsson ya no parece tener tanto en su punto de mira el trabajo de Alex Lifeson de Rush y su estilo es cada vez más reconocible en temas como Comfort Zone o King. A ellos sumamos el talento de Robert Hansen, que con cada disco crece a pasos agigantados, y el elegante trabajo de Magnus Östgren en la batería.
Beardfish son sin duda los perfectos herederos al trono que durante la última década han ocupado bandas como Pain Of Salvation, Spock’s Beard o The Flower Kings. Su lugar es uno con más elegancia y más personalidad que el de los innumerables imitadores de las grandes bandas del progresivo y +4626-Comfortzone es otra enorme muestra de ello.
Texto: Juan Manuel Vilches