Su paso por el Mad Cool de la capital había dejado huella y ganas de más. De ahí la expectación ante su invernal regreso, congregando en el Wizink Center a casi 5.000 almas que querían aullar al son de las guitarras de Biffy Clyro. Los escoceses venían a presentar de manera oficial su último disco, Ellipsis (2016), y aunque en apariencia resultaran más serenos que en otras ocasiones (también hay que tener en cuenta que ya no tienen 20 años) no escatimaron en energías en lo que a sus instrumentos se refiere.
Su entrada estuvo marcada por un coro celestial de fondo, pero únicamente para tomar posiciones sobre el escenario y permanecer como estatuas hasta que la guitarra de Simon Neil anunció “Wolves of Winter” y comenzaron los aullidos del trío completado por los gemelos James (bajo) y Ben Johnston (batería). Sin pausa encadenaron con el trepidante juego de silencios del arranque de “Living is a problem because everything dies” seguido de “Howl”, vivida entre gritos, saltos y brazos en alto por parte del antiguo Palacio.
Con un público que oscilaba entre la adolescencia real y la añorada a sus pies, Simon lanzó su tradicional carta de presentación, “We are Biffy fucking Clyro”, y procedió a calmar los ánimos de la mano de “Biblical”, cantada casi en su totalidad por los presentes. A pesar de la relativa bajada de revoluciones, la épica guitarrera no decayó con “Victory over the sun”, acompañando al continuo karaoke colectivo, que se desató con “Bubbles”, vivida con especial fervor por jóvenes, adultos y los niños que algunos portaban a hombros.
Llegados a este punto, Simon ya estaba en igualdad de condiciones que sus compañeros (es decir, sin la sobria camisa negra con la que había hecho acto de presencia), preparándose para repartir guitarrazos a discreción con “Modern Magic Formula”. A los pocos minutos, estaría mostrando su lado más emotivo y dulce exhibiendo voz en “Re-arrange” o “Medicine”, a la que cual se enfrentó él solo con su acústica.
Cumplida la hora de recital, un breve intermedio musical fue el billete directo a la década pasada con “Glitter and Trauma” y “Mountains”, momento disfrutado especialmente por los treintañeros de la pista que fueron en busca de recordar sus años mozos. Los escoceses ya empezaban a tomar la ruta hacia el final, pero conservaban ases en la manga, como “Flammable”, último single de su nuevo trabajo que decidieron probar por primera vez en directo sobre las tablas madrileñas. Sonaron poderosas las cuerdas, los “ooohs” y Simon acabó subido a la batería de su instrumento, para deleite de sus conejillos de Indias.
Esa lección de puro rock de estadio titulada “Many of Horror” sirvió de primer cierre, antes de retirarse para coger energías y afrontar los bises, si bien estos empezaron en clave acústica con “Machines”. Seguidamente, el trío procedió a quemar los últimos cartuchos con “Animal Style” y a tener a su patria siempre presente gracias a “Stingin’ Belle”, y la manada respondió con meneos de cabeza, más saltos y más gritos. Biffy Clyro llevan casi una década visitando nuestros escenarios y ya era hora de que tomaran un recinto de estas características, porque demostraron con creces que es un formato que controlan a la perfección.
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