Black Sands es un disco de esos que hay que recomendar para escuchar en el transporte público o andando por la calle. Su ritmo guía el de tus pasos, la gente a tu alrededor actúa sincronizada con la base y todo parece por fin armonizado…
Diez años después de empezar a ‘jugar’ con música electrónica de ambiente y trip hop, llega el álbum más redondo de Bonobo hasta la fecha. Con Black Sands, muchos de los detractores de este británico han tenido que retractarse cuando decían que el nombre de Bonobo (una especie de chimpancé que practica el sexo macho-macho, hembra-hembra y hembra-macho) le venía de la capacidad de copiar al resto de productores de trip hop, sin añadir nada sustancial.
Bien, pues estas ‘arenas negras’ son ese paso que Simon Green necesitaba en su carrera. Un disco en el que cada canción prepara para la siguiente, con un desarrollo coherente a lo largo de sus 12 pistas , en las que además de los ritmos sincopados del trip hop y las armonías propias de la música ambiental, ha incluido unas pinceladas de música oriental que le dan al disco un aire de misterio, de exotismo provocador.
El disco comienza con un ‘Prelude‘ de instrumentos de cuerda asiáticos y deriva en otras cuerdas más melancólicas que llevan precisamente el título de ‘Black Sands’, como si esas arenas negras fuesen las del recuerdo. Entre medias hay de todo: desde temas como 1009, un tema de trip hop más puro, oníricos como ‘All in forms‘ o ‘Eyesdown‘, o el tema que mejor resume este álbum, ‘Kiara’, una mezcla de trip hop y ritmos orientales muy conseguida.
Bonobo es una de esas propuestas interesantes, como Cinematic Orchestra, que cobijados bajo el sello Ninja Tunes juega a experimentar con música instrumental y que se están haciendo un interesante hueco en el mercado.
Atentos también a Andreya Triana, el futuro del soul, y la responsable de las pocas voces que se pueden escuchar en ‘Black Sands’, y que en breve tendrá álbum propio.