Dos manos abrigando un cerebro.
Esa es la ecléctica imagen de la contraportada de ‘Las Consecuencias’, un disco con ‘cara b’.
Diez canciones divididas en partes iguales en un álbum de desamor y derrota, con un mínimo espacio para la esperanza.
La abrumadora letra de ‘Frente a Frente’ (única versión, de la canción de Janette de 1981), lanzada como anticipo, ya anunciaba la intensidad de las historias recogidas por Enrique Bunbury en este ‘noveno’ disco (sin contar directos o recopilatorios).
‘Las Consecuencias (asustar un poco)’ abre el disco con una sobria guitarra. La ‘cara a’ se cierra con ‘21 de Obtubre’, una ruptura. Y la ‘cara b’ se delata con ‘Lo que más te Gustó de Mi’, una canción de soledad. Un piano contundente recorre la despedida: ‘Nunca se Convence del Todo a Nadie de Nada’. ‘Empiece como empiece/ todo acaba / siendo menos / de lo que yo esperaba’ es parte de esa confesión final.
Y entre tanto, conflicto, con el sonido de los temas más ‘apagados’ de ‘El Viaje a Ninguna Parte’ y ‘El Tiempo de las Cerezas’. Especialmente atractiva es la cadencia de ‘El Boxeador’, un ritmo sinuoso, que usa como en el brillante ‘Flamingos’ el boxeo como metáfora de casi todo lo importante en sus letras. Una fecha o unas botas son otros atrezzos de este decorado oscuro, en el que el aragonés errante (como gustan llamarle) se ha sincerado, confiado en la discreción de las sombras.
Las instrumentaciones contenidas y el lenguaje desnudo hacen que el disco sea redondo, se haga corto y deje insatisfecho (no de forma crítica sino emocional).
Si Bunbury ya se hace ‘difícil’ para quienes no lo siguen, este no es el disco más sencillo para conocerle.
El disco girará en los reproductores (metáfora ya casi desfasada, pero con mucho sentido si te compras la edición con vinilo incluido) hasta probablemente mayo, ya que el artista no tiene previsto ensayar los temas con su banda hasta abril, cuando vuelva de su nuevo lugar de residencia: el continente americano. Lugar en que empezará a subirse a los escenarios, cuando el directo esté listo. En España habrá que esperar hasta después del verano para verle, en pequeños teatros y salas, donde los temas cobran mucho más sentido.
Bien entendida la espera parece normal, estas canciones son alérgicas al calor del verano y mucho más cercanas al frío de un invierno duro.