Llegó el 2013 y llegaron nuevos conciertos. Con el mono típico de asistir a uno desde principios de diciembre me acerqué a la sala Ritmo & Compás a ver a uno de los grupos que más me gustan en directo, tanto por su contundencia, como por su simpatía, Cancer Bats. Para acompañarles contaron con Adrift, una banda que me sorprendió muy gratamente, porque a pesar de haber escuchado temas suyos ya, no les había podido ver en directo aún.
La sala a reventar, registró un sold-out, aunque el público tardó en entrar, lo que nos permitió ver a Adrift algo más cómodos.
Los madrileños venían a presentar su último trabajo Black Heart Bleeds Black, con un estilo muy propio, que sin duda llega enganchar desde el primer momento, aunque el sonido de la sala no ayudó con las voces. La noche estuvo llena de anécdotas, la primera, cuando al cantante y guitarra, Jorge, se le rompieron dos cuerdas de la guitarra, y continuó tocando como si nada. Improvisación pura y dura, algo que el público agradeció. Tras algún chiste por lo sucedido y subsanar el problema, el concierto continuó, ofreciendo una gran actuación y derrochando energía y fuerza en cada acorde. A estas alturas el público ya iba entrando en la sala, y la condensación de sudor ya empezaba a hacerse presente, al final casi nos hace falta una balsa para salir de la sala.
Llegó el cambio de banda, y la sala comenzó a llenarse, todo estaba preparado para lo que nos iban a ofrecer los canadienses, la gente estaba ansiosa por disfrutar de Liam Cormier y compañía. Con un sonido algo decepcionante, a Liam apenas se le oía ni se le entendía, pero no por culpa del grupo, comenzaron un concierto cargado de potencia en el que los riffs de Scott Middleton no pasaron desapercibidos, así como los frenéticos movimientos del bajista Jaye.
“Pneumonia Hawk“, “Trust no on” y “Bricks and Mortar” fueron los temas elegidos para comenzar una noche que se convertiría en una olla a presión. El sudor empezaba ya a ser contundente, pero nos esperaba lo mejor. Liam contando chistes en español, y con una complicidad con el público como pocos muestran en estos conciertos. Sonaron en la “cálida” noche temazos de la banda como “Deathmarch“, “Sleep this away” (donde su bajista lo dio todo sobre el escenario, que no paraba de moverse) o “Darkness“, pero lo mejor sin duda lo dejaron para el final, como nos suelen tener acostumbrados.
Encadenar “Sabotage“, la maravillosa versión de los Beastie Boys, con “Hail Destroyer” es sinónimo de éxito asegurado, y de tener a un público entregado que lo da todo en los últimos compases de un concierto. Contundencia máxima y los pogos que se sucedían uno tras otro. Con el último tema, “R.A.T.S.“, se puso punto final a una noche caótica, donde de seguro perdimos algún kilo que otro de tanto saltar, y más sudados que en una clase de spinning avanzado. Todo de seguido, sin parones, una descarga de energía que estos chicos siempre derrochan encima de un escenario cada vez que pisan tierras españolas.
No se les puede quitar mérito a un grupo que, peses a los fallos de sonido, lo dieron todo sobre el escenario y dejaron la sala convertida en un verdadero campo de batalla, donde no hubo una sola persona que no lo diera todo con sus canciones.
Un concierto de esos que pasado el tiempo recuerdas con una gran sonrisa en la cara, porque los gozaste y porque los grupos hicieron todo lo posible para hacerte pasar una noche memorable.
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