Ni más ni menos que lo que esperábamos de ellos. El cuarteto de Texas Centro-Matic ofreció un irreprochable desfile de impecables canciones de rock, donde, tras más de quince años de andadura y con la excusa de presentar su recién publicado “Candidate waltz“, hizo que cada uno de sus temas fueran celebrados con la misma candidez que hace que una composición parezca crecer en el tiempo, a pesar de ser nueva. A media entrada y sin teloneros, el recorrido de sus canciones viene orquestado, a golpe de batería, por unos ritmos donde la voz de Will Johnson suena quizá más áspera en vivo, pero igual de contundente que lo escuchado en los temas de estudio. Derraman litros de saber hacer y lo demuestran en el dominio de las voces y los instrumentos.
En un ambiente idóneo para este tipo de conciertos, acompañado por una aureola de clasicismo en las notas, en la sala, en el sonido de las guitarras, en el palpitar hueco de la batería y los suaves ritmos electrónicos que acompañan indisimuladamente los detalles de algunos temas, se veía al grupo cómodo y seguro en la hora y casi media de concierto.
“Iso residue” suena igual de saltarina en vivo que en su formato musical y no destaca en el repertorio maduro, algunas veces melancólico (claro, en sus baladas mucho más que en los temas más guitarreros), y otras rozando la distorsión que frena el acomodo que les pueda distanciar de unos esquemas clásicos que puedan llegar a aburrir. No es el caso. Igual de contagiosas son las diferentes canciones en directo, trasladadas de un último disco que pasa en un suspiro, hinchado de grandes melodías que explotan en un catálogo que si no llega a ser memorable es por no buscarlo. Por eso “Double mind“, donde la robustez en la repetición de la batería se esconde tras los gritos desesperados de un Will Johnson que demuestra la buena forma de un reflexivo y complaciente grupo de rock puede ser otro cromo donde pegar un álbum de buenas canciones. Y esa satisfacción por la propia forma de ser se contagia a su público, en unos actos donde el mensaje es claro: codificar las mejores señas de identidad, donde la regla de ese recado queda clara y bien definida. El hacer de sus discos buenas muestras del carácter personal de un grupo y saber trasladarlo con alegría a su público, como la que decían tener al tocar en un recinto de estas características. Centro-Matic es un buen grupo de rock. Su último disco es tan sencillo como obvio y su directo, de igual manera, es la prueba sólida de cómo deben hacerse las cosas cuando nos ponen todo esto delante de los ojos. Con ese coraje, que vivan muchos años.
Texto: Ángel Del Olmo