Cuando dos músicos del calibre de Chris Brokaw (Codeine, Come, The New Year) y Geoff Farina (Karate, Glorytellers) se juntan para un proyecto compartido que acude a las raíces de la música americana uno se espera algo grande, algo con un sabor diferente. Ambos han atronado descargas de rock desde su juventud pero ahora acuden a lo esencial, la vida y la experiencia tiene ese vericuetos y devaneos. Vivimos en un mundo donde parece que sólo sorprende y seduce lo impresionante, las cosas grandilocuentes, las grandes producciones. Sin embargo, cada vez proliferan y convencen más propuestas que encontramos en las músicas reducidas a su raíz, a su formato acústico. Y donde importan las cosas hechas con mimo, con maestría. Y no es que dejen de gustarnos las propuestas más rocambolescas, más experimentales y más ruidosas. Aquí hay sitio para todo. Pero no conviene descuidar los orígenes, las raíces.
Brokaw y Farina, dos músicos de relieve y pedigrí, llenaron de música hechizante, relajada la sala Nasti (una sala poco apropiada: visibilidad pésima y un sonido regular aunque mejora en el caso de los acústicos). Conciertos de este calibre, relajados, íntimos, donde todo es importante, especialmente los detalles, piden un lugar cómodo. Porque hablamos de la grandeza de la música, sin grandes estridencias, de aquella música que suena bajito pero resuena como algo mágico en tus entrañas.
Christina Rosenvinge hizo las veces de invitada de honor para la fecha madrileña de este par de titanes de la música. Rosenvinge nos contó que conoció a Chris Brokaw en el Tanned Tin de 2007 y que a raíz de ese encuentro surgió la colaboración de Brokaw en ‘Tu labio superior’, el último disco hasta la fecha de Christina. Ella sola abrió el concierto con varios temas propios “escogidos por Chris” para este concierto tan especial. Cantó Recuperó un tema de Brokaw “In the evening”, que Rosenvinge grabó en su último disco en castellano, e interpretó la canción junto a Brokaw y Farina con estrofas en ambos idiomas.
Ambos han grabado juntos dos discos. Editados con un intervalo de cinco meses entre uno y otro. ‘The angel’s message to me’ (Capitan Records — Damnably Records, 2010) fue publicado en el mes de mayo y ‘The boarder’s door’ (Damnably, 2010), apenas hace unos días. Ambos cuentan con versiones, temas tradicionales, canciones propias e instrumentales. Cada uno, Brokaw y Farina, poseen un registro característico y una manera de componer peculiar. Farina tiene un registro vocal más rasgado pero un estilo más cristalino, más directo. Brokaw con un timbre más agudo sin embargo busca la rugosidad de los temas, sin ser por ello salir del patrón del formato acústico, ni adentrarse en terrenos oscuros, ruidosos. Cada cual con un estilo que unido gana en credibilidad y encaja como las piezas de un puzzle. El repertorio elegido se centró en sus dos álbumes conjuntos, con momentos juntos y también con esos momentos de protagonismo solitario de cada uno de los músicos. También se incluyó algún tema propio de Chris Brokaw en su carrera en solitario.
Fue un concierto de aquellos que hacen mella, que no se borran. Ya fueran las instrumentales o la versatilidad de las letras. Porque sus canciones son cercanas, poderosas, como el silencio en mitad de la noche. O la luz que poco a poco alumbra tu habitación en el amanecer. Siempre a la frontera de algo, siempre a punto de revelar algún secreto que se nos escapa, como la vida misma.
Texto: Andrés Castaño