Muchas veces somos inconscientes del Horizonte de Sucesos que se nos presenta cada día y, cada fin de semana con más ahínco, en nuestras vidas. Puede que el 23 de Enero de 2010 sea una fecha normal para cualquiera de los que os acercáis a este escrito pero para muchos otros, fue un día en el que subimos el precio de nuestras “Retinas de alquiler” y disfrutamos del sonido directo y siempre latente y consciente que Carlos Chaouen derrochó en el escenario de la Sala Galileo Galilei.
Rodeado de amigos, tanto fuera como sobre el escenario, el gaditano volvió a ser ese cantante “Mal acostumbrado” a que sus canciones sean más que eso. Historias que vuelven machacando el recuerdo de un amor ya lejano, momentos vividos a través de las palabras y los acordes que salen de sus manos, todos fuimos una especie de acompañantes para un trovador de la música como lo es Chaouen. Sus directos siempre son una gozada para los oídos de quienes no se cansan de descubrirlo en cada una de las maravillas que crea, esas que otros llaman letras y que, con maestría Chaouen convierte en oro, digamos que es un moderno Rey Midas.
Puntual como un inglés se subió al escenario para derrochar arte por los cuatro costados durante unas dos horas en las que nadie olvidó tararear cada uno de sus temas. No fue sólo una voz la que sonó esa noche en la Galileo, más bien fueron muchos los corazones que, arrítmicos pero enlazados, se abrieron paso a través de las gargantas amarillas de quienes fuman sueños tras el humo de un cigarro y apagan versos con algún que otro trago, y sonaron junto a la voz del maestro, del referente, de uno de esos cantautores que se ha convertido en indispensable de “las mal llamadas listas” de los mejores cantautores de nuestro país.
Se mostró cercano al público a pesar de la distancia que da estar sobre el escenario. Con su voz y su guitarra creó una “Báquina escena“, mientras que “Destruido“, nos hacía “Comer Acero” junto a él para que el trago no fuese tan amargo. Ya saben, “La vida tiene estas cosas” y un “Amor vertical” siempre nos deja “Fuera del cielo“, un cielo en el que la “Astronomía” no es más que una ciencia con la que dejar volar las ideas y los sueños.
La sensación que quedó en Galileo una vez terminado el concierto fue de todos aquellos que se marcharon a sabiendas de que habían disfrutado de un buen concierto. Uno de esos conciertos en los que Chaouen, como siempre, se deja la piel en los versos…
Texto y fotos: Toñy Espada
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