El contrasentido es que la abundancia de propuestas (sumando ahora la crisis económica) puede derivar hacia situaciones comprometidas por la poca respuesta de asistentes en un local determinado y que, seguramente, pondrá en aprietos a grupo y promotores. Es de suponer que el éxito de una gira a nivel internacional no se mide por una actuación en concreto sino por el cómputo general, de lo contrario no tendría razón de ser y primará la ley de la compensación.
Con estas premisas se presentaron en la sala Mephisto de Barcelona el pasado 26 de abril. Ignoro lo acontecido en sus actuaciones previas en Madrid y Murcia pero, ante todo, resaltó la profesionalidad de todas las bandas frente a un público algo apático que dejó muchos huecos en la sala. En algunos casos mostrando una falta de respeto total hacia unos músicos que dieron la cara a pesar de lo duro que debía resultarles actuar en condiciones poco favorables en cuanto a cantidad y respuesta de los presentes. Desde luego, hubo fans incondicionales que no pararon de agitar sus melenas demostrando su entusiasmo, lo contrario hubiera sido inconcebible.
TRIBULATION
Abrir un concierto que reúne a diversas formaciones y con un horario establecido que no permite demasiados retrasos, es un verdadero castigo divino o, en este caso al menos, un castigo maligno, si tenemos en cuenta las connotaciones diabólicas inherentes al evento. A los suecos Tribulation, de quienes apenas tenía referencias, les tocó espabilar al escaso personal que empezaba a hacerse presente. Su propuesta, como no podía ser de otra manera en esta convocatoria, mezclaba death, black y metal con un excelente sentido del ritmo, con algún interludio cargado de densidad. Además de su juventud, sorprendió su equilibrada puesta en escena en la escasa media hora de actuación.
SLUDGE
Los suizos Sludge ya se encontraron con algo más de gente pero todas las buenas vibraciones que habían dejado sus predecesores fueron apagándose poco a poco con su denso metal atmosférico de gritos esquizofrénicos y guitarras distorsionadas. Demasiado retorcidos y etéreos para una asistencia que pedía marcha a gritos y que acabó por mostrar síntomas de aburrimiento. Su vocalista, intentando levantar los ánimos apeló al recurso patriotero sin éxito alguno.
ORDER OF ENNEAD
Sinceramente, para el autor de esta crónica, el atractivo principal, además de la ilusoria presencia de Glen Benton, era ver en escena a Order Of Ennead y descubrir quien ejecutaba esos solos de guitarra más cercanos a los “guitar-heroes” que a la música extrema y que han posibilitado la facturación de un debut discográfico de alto nivel.
Obviamente, en vivo no se puede apreciar de igual forma un trabajo en estudio, a no ser que se trate de Supertramp. Y si hablamos de death metal, la cosa se complica. Lo significativo es que, desde la mesa de control, hubo un tipo que supo hacer bien su trabajo y no saturó el local sobredimensionando el volumen de manera innecesaria.
De esta forma pudimos constatar la buena forma de Steve a la batería, quien utiliza con bastante asiduidad los platillos, además de su habitual y consistente pegada. En el lado derecho, el bajista Scott Patrick cumplió con sobriedad, mientras en el centro el guitarrista y vocalista Kevin Quirion hizo las veces de frontman, apostando por la mala leche si concesiones, provocando al público para que despertara de su letargo y mostrando su descontento sin tapujos. Un tipo directo que transmitió sinceridad, buen hacer con la guitarra y poseedor de una desgarrada voz que recuerda a Dani Filth. Y, claro está, John Li, guitarrista de origen asiático y autor de los mencionados e intrincados solos que dotan a la música de la banda un toque de distinción. Una particularidad que, en directo fue resaltada en todo momento, pudiendo disfrutar ampliamente de su capacidad para deslizar los dedos con soltura y jerarquía. Una gozada.
VITAL REMAINS
Y llego el turno para la banda más importante del cartel, Vital Remains, con su formación para el directo: el incombustible Tony Lazaro (guitarra), Kaish Doane (batería), Eric Sagardia (guitarra solista), Gator (bajo) y Scott Wily (vocales). Comenzaron con la impactante “Icons Of Evil” y durante 70 minutos no pararon de descargar su desenfrenada propuesta, incluyendo la habitual introducción perteneciente Jesucristo Superstar a mitad del concierto, preludio de una nueva andanada de virulento death metal.
Con el público algo más receptivo a las ondas de choque con que la banda rociaba el recinto, las composiciones fueron sucediéndose sin apenas descanso para los intérpretes. Scott, melenas al viento, aportó su vozarrón de connotaciones grind; mientras Gator, repartiendo miradas asesinas, destacaba por la velocidad con que sus dedos recorrían una y otra vez el bajo, colocado casi verticalmente a partir de su rodilla. A la derecha, Eric, contrastando con el resto por su corte de pelo al estilo “normal” y con la guitarra casi a la altura del sobaco, se dedicaba impasible a ejecutar los solos como estuviera aislado del mundo; mientras, en el otro extremo, Tony rasgaba su guitarra como un poseso, con el pelo ocultando la cara gran parte del concierto (imposible hacerle una foto con el rostro al descubierto) y, finalmente, cubriendo las espaldas, Kaish, mantuvo la dinámica rítmica del doble bombo a un nivel infernal.
Fueron directos a sacar la faena, a ofrecer su aplastante energía, sin importarles si delante tenían a cien o a mil personas. Cumplieron con su obligación como auténticos jinetes del Apocalipsis, sudando su trabajo, vaciándose en el escenario y distribuyendo marcha de la que puede hacer daño a quien no esté preparado para el espectáculo. Arrolladores, abruptos y demoníacos, no tuvieron reparos en descargar todo su potencial. Se trataba del Icons Of Evil Tour y no era cuestión de decepcionar.
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