El pasado lunes 2 de noviembre la sala Galileo Galilei se vistió de gala dando cita a destacados músicos de la escena musical independiente. Allí pudimos ver a grupos y sositas de categoría como Russian Red, Christina Rosenvinge, Tulsa, Alondra Bentley o Lyndon Parish (The Sunday Drivers), entre otros. El motivo: homenajear a Nick Drake. Y es que tantos años de olvido hacen mella en la memoria pero no en el buen gusto.
A las nueve y media arrancó un concierto que prometía ser, como poco, original. Y lo fue. Abrió el tarro de la esencia más indie la interpretación en acústico de la canción “Magic“, para continuar con temas como “Three Hours“, “Time Has Told Me“, “River Man” o “Pink Moon“, recientemente rescatada del olvido por un anuncio de coches. Un bonito y merecido homenaje donde sonaron sobre todo temas del disco “Five Leaves Left“, en el cuarenta aniversario de su publicación. Melancolía y nostalgia, todo ello aglutinado de una gracia sutil y ciertos apuntes de genialidad interpretativa, sirvieron para encauzar un concierto donde lo mejor, además de refrescar la memoria con las composiciones del británico, fue ser testigos de colaboraciones inéditas, algunas de ellas curiosas, algunas de ellas geniales.
Algunas canciones se arroparon con instrumentos de cuerda, violín y violonchelo — este último a cargo de Aurora Aroca cuya calidad instrumental volví a corroborar después de verla acompañando a Christina Rosenvinge en su actuación el pasado mes de julio en la sala Contraclub -. Algunos intérpretes tuvieron que afinar sus instrumentos en directo debido a la complejidad de las composiciones del británico y otros se apoyaron en chuletas de papel que a modo de apuntador les chivaron las letras, largas, trabajadas y difíciles de memorizar de Nick, aunque ello no mermó ni un ápice la profesionalidad de los artistas ni el buen ambiente generado tanto en el escenario como en la sala.
La preciosa canción “Saturday Night” puso punto final al concierto. Un tema en el que la voz de Lourdes Hernández, cantante de Russian Red, nos devolvió durante casi cinco minutos a los musicalmente añorados años 50. Para mi gusto de lo mejorcito del concierto.
Sonidos muy cercanos, canciones minimalistas creadas con unos cuantos acordes básicos, otras arregladas y vestidas de domingo, y todas ellas interpretadas con gusto y profesionalidad. Les dejo con el documento visual que en estos casos aporta más que la palabra. Pero recuerden: la depresión y el insomnio viven a la vuelta de la esquina, la luna es de color rosa y del olvido al pedestal solo hay un anuncio de distancia.
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