Es difícil trabajar en este estado. Han pasado dos días para que cogiera la pluma y el papel y escribiera estas letras sobre el concierto del pasado jueves. Reconozco que Neus me ganó la partida. Es difícil concentrarse en el trabajo cuando te desarman con la voz y convierten los acordes en trocitos de cielo.
Lo cierto es que era una de esas gélidas noches en la capital y, la verdad, para qué negarlo, era una misión divertida encontrar a una jerezana en la calle Barcelona de Madrid. Supongo que con tantas ciudades de por medio hubo quienes, desprovistos de mapa, prefirieron quedarse en casa para no perderse en la maraña de gente y ciudades. Ilusos, ahora sabrán que por ello, por no arriesgarse, se perdieron la banda sonora más hermosa que ha sonado nunca un 19 de Noviembre en Madrid.
Somos afortunados los que podemos presumir de conocer su arte, los mismos que, ha sabiendas de que la noche sería mágica con los primeros susurros, no dudamos en desafiar al viento y al frío y nos plantamos, literalmente, junto a la barra del Barcelona Ocho y, entre vasos, cuencos, ruedas, piruletas, sillas y aplausos, nos preparamos para vivir un directo. Pero madre, ¡¡¡qué directo!!!
De todos es sabido que los jerezanos, la gente del sur de nuestro descolorido país es gente de risas, chascarrillos y charangas. Neus, como buena andaluza tiene todo eso y más reflejado en su sonrisa, en sus ojos pero, siempre, a buen recaudo, tiene esa timidez que la hace aferrarse a su guitarra como si fuese un chaleco salvavidas. Una timidez que, después de verla cantar, salió por la puerta de la sala tras la primera canción, rechazada por todos y acobardada por la calidez, la maestría y la grandeza de una voz capaz de poner los pelos de punta a propios y extraños.
Entre la huída de su timidez, los primeros aplausos y los últimos (más sonados, si cabe, todavía), las piruletas saboreadas en el camino, los sorbos de Coca-Cola, los amigos, los “embolaos“, las colaboraciones y demás magia hecha canción ese día, hicimos tantas y tantas cosas junto a Neus que es difícil no pensar que viajamos con la mente y los sentidos sin movernos del lugar.
Y es que nos dijo con música, con ese arte y ese sentimiento propios de Arteneus; “Necesito volar“, y volamos subidos en notas, en sentidos, en versos escritos desde el corazón, tras lo cual, por si se nos hacía corto el viaje, nos subió en un “Submarino” para recorrer los mares y los lugares más recónditos y regalarnos su sonrisa mientras nos convertía en “Piratas del corazón“, de esos que se dejan llevar por el viento, buscadores de sonrisas, de miradas, con los aplausos como única arma de combate.
La noche caía indiscutiblemente y llegó el momento de arrullarnos con su “Nana de Estrella“, una de esas canciones que invitan a cerrar los ojos y dejarse llevar, simplemente, por la nana más hermosa que se ha creado nunca, la dulzura hecha canción. Somos como niños, y estaba claro que una nana podría llevarnos a los brazos del sueño pero Neus apagó ese conato de duermevela, nos susurró al oído palabras de amor “Para que no te duermas” y nos enamoró con cada letra, con cada palabra, con cada verso. Y aún hubo tiempo para quedarnos “Danzando al viento” unos minutos, en una danza tranquila, con los cinco sentidos inutilizados por la magia, de nuevo, de una voz y una guitarra que nos gritó, en cada canción, en cada palabra de esa noche mágica en el Barcelona Ocho; “Siento“, a lo que no pudimos responder más que con palmas entre rítmicas y sin sentido, a punto de que, con ellas, el corazón se saliese de su rincón.
Al final nos atrevimos a decirle “No me dejes“, un tema que más que cantarlo ella debimos cantárselo a ella. Y es que, sí, es cierto que podemos escuchar su maqueta las veces que nos dé la gana, hasta rallarla si queremos pero, nunca, nunca, será lo mismo que escucharla en directo y ver cómo la magia se concentra en un lugar de la gran ciudad que es Madrid. Reconozco que, de haber podido, me la hubiese llevado a casa pero tenía que volver a Jerez para que Andalucía también disfrutase de su arte. Al menos, nos quedamos con su promesa de volver a deleitarnos, a dejarnos boquiabiertos, a erizarnos la piel, a descubrir sentimientos susurrados…
Y he de decir en este punto que junto a ella hubo momentos de “embolaos” inolvidables, amigos como Juanjo, Azahara o Fer que, quisieron unirse a la noche y prestaron sus voces para acompañar y para cantar sus propias canciones. Una noche con mucho arte encerrado en un local.
El final me lo reservo para otra artistaza que estuvo acompañando a Neus con el bajo. Tiza, otra de esas artistas a tener en cuenta en el panorama musical de nuestro país, ese tan desagradecido con los que se lo curran cada noche, en cada sala, en cada lugar que les permite tocar. Nunca un bajo ha sonado mejor, al menos, que yo recuerde, nunca una voz ha dicho tanto en tan poco tiempo. Un dúo perfecto el de Neus y Tiza que, no me cansaré de repetirlo, nos regalaron una noche que quedará grabada en la memoria de los que, afortunados, estuvimos allí para disfrutar de estas dos mujeres que, con trabajo, corazón, lucha y, para qué negarlo, muchas horas de viaje sobre la espalda, sólo intentan hacernos el mayor regalo del mundo: su música, su voz, su arte.
Si tenéis oportunidad de verlas en directo, no lo dudéis. Dejaos llevar donde ellas quieran, tened por seguro que el trayecto habrá merecido la pena.
Fotos y texto: Toñy Espada
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Hija! que pluma!