Espectacular puede ser un adjetivo correcto para definir de forma concreta la actuación que realizó Steve Vai en Barcelona en su gira española de 2012. Aunque, seguramente, nos quedamos cortos en el elogio porque el guitarrista estadounidense demostró ampliamente sus cualidades, exhibiendo en todo momento un absoluto dominio con el instrumento del que está considerado todo un maestro y uno de los mejores de la historia. Quizá, por ello, al finalizar su actuación el público le obsequió con una ovación con escasos precedentes en los últimos tiempos en Barcelona, hasta el punto de que el músico manifestó una turbadora emoción que le dejó sin palabras mientras los asistentes le dedicaban imparables aplausos sin que nadie osara dejar el recinto. Tras varios minutos de aclamación Vai reunió las suficientes fuerzas para agradecer semejante muestra de efusividad y visiblemente conmocionado abandonó las tablas.
Rompiendo todas las reglas actuales de duración, Steve y su equipo de acompañantes estuvieron sobre el escenario durante cerca de dos horas y media en un recital que en ningún momento decayó puesto que Vai supo gestionar con eficacia distintas vertientes estilísticas aportando energía, sentimiento y virtuosismo para dejar al descubierto su resolutiva versatilidad.
Sin un ápice de egocentrismo, con el suficiente humor para cachondearse de los propios pantalones con los que inició el concierto, tan “exóticos” que parecía un diseño inspirado en el mismísimo Gaudí, y con unas cualidades fuera de lo común, Steve se ganó la admiración de unos seguidores que aunque sabían de la capacidad del guitarrista, observarlo en directo añadió un plus de fascinación.
El inició fue brillante… mientras el resto de músicos tomaba posiciones, con la sorprendente aparición de Debora Henson, arpa en las caderas, un instrumento poco habitual en este tipo de actuaciones, Vai saludaba a través de su guitarra aún sin estar visualmente presente… luego apareció y arrolló con un inicio muy en sintonía con los perfiles más heavys de su obra y, sin perder su “feeling” innato, sonaron “Racing The World”, “Velorum” y “Gravity Storm”, de su mencionado último trabajo, junto a piezas como “Building The Church” y “Tender Surrender”, extrayendo esta última sonoras exclamaciones de los presentes nada más adivinarse su interpretación.
Una primera andanada donde Vai no solo interpreta sino que flirtea con su guitarra, la conquista y extrae sonidos imposibles, algo que será recurrente a lo largo del concierto y que no se puede expresar con palabras porque a Steve hay que verle para creer lo que hace con las seis cuerdas y el mástil entre sus manos.
Con “The Audience Is Listening” se vuelve al registro impulsivo para acabar una nueva fase del concierto con un entretenido solo de arpa que da paso al set acústico con Steve sentado interpretando “Rescue Me Or Bury Me” y “Sisters”. A continuación llega uno de los momentos más hilarantes de la presentación con la aparición del batería Jeremy Colson cargado con un artilugio cuya estructura aguanta bongos, platillos y algún “trasto” más de percusión, además de una calavera parlante con la que Steve intercambia cierto diálogo humorístico. De esa guisa interpretan “Pulsa Road”, “Treasure Island” y “Salamanders In The Sun”. Luego se queda solo Colson realizando un solo de batería y, otra vez, el espectáculo alcanza una nueva dimensión con la interpretación de “The Ultra Zone” con la irrupción de Vai ataviado como una suerte de samurai eléctrico con luces de neón por doquier, el rostro cubierto por una máscara y reflectando luces laser rojas a través de unos guantes, y con la misma y extraña guitarra que aparece en la portada del disco que da nombre a la canción.
Y para la despedida, el concierto se remata con la sensibilidad de “For The Love Of God” y el bis con la enérgica “Taurus Bulba” sin siquiera marcharse del escenario porque Vai comenta al público para qué perder el tiempo en salir y regresar.
En definitiva, un extraordinario concierto que Vai supo conducir de forma amena, encontrando un equilibrio entre la dinámica del ritmo y las partes solistas para dar prioridad al entretenimiento de conjunto y evitar los excesos en los que a veces caen determinados músicos con demasiado ego.
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Ha tocado tambien en Murcia y como me ha pasado alguna vez me lo he perdido y este gran guitarrista no suele girar muncho por aqui.Vamos una pena para mi!!!MUY BUENA LA CRONICA.un saludo
Gracias por tu comentario Gerard. Pues sí, una pena que te lo perdieras.
Con crónicas así da a gusto,enorabuena.
Interesante crónica, salvo por los detalles de que el concierto no superó los 130 minutos y que no tocó "The moon and I".
¿No será esta la crónica del concierto de Madrid?
Ni "Salamanders in the sun" tampoco.