Un festival crece cuando cada año logra mejores críticas que el anterior, lo que hace aumentar exponencialmente las cifras de asistencia y por consiguiente el presupuesto que le permite tener un mejor cartel con cada edición. A Summer Story lo ha conseguido en un tiempo nada desdeñable, consolidándose como uno de los festivales electrónicos más importantes de nuestro país en solo cuatro años. Entre los dos días del evento, 80.000 asistentes y un line up dedicado al EDM, el trance, el techno y el remember, al nivel de los principales festivales europeos. La organización, formada por la dupla Fluge Entertainment y Disorder Events ya está trabajando en su quinto aniversario y estamos seguros de que será apoteósico. Por lo pronto, recordemos lo que fue la edición de este año.
La Ciudad del Rock situada en Arganda del Rey volvió a llenarse de beats el pasado 22 de junio. En España no es nada fácil abrir un festival, especialmente nocturno, porque la gente se apalanca en el parking con mucha facilidad, pero siempre hay un puñado de valientes que quiere aprovechar al máximo la oferta musical. Esos fueron los que apoyaron desde primera hora a Manu González, residente de la ibicenca Sankeys, al madrileño Julien Leik y a los cada vez más populares Delaporte. No tardó en llegar uno de los platos fuertes del día: Vitalic y su show ODC. Ya lo hemos visto en multitud de festivales, desde el Sónar al BIME Live, pero uno no se cansa de caer rendido ante su enérgico fuzzy disco. Sabíamos que iba a ser una de las actuaciones más disfrutables de la jornada, y eso que no había hecho más que empezar.
Después llegó el turno de Andrés Campo, residente de Florida 135, que puso un techno-house efectivo y sin alardes, que fue una pista idónea en la que aterrizar para Amelie Lens, la nueva sensación femenina del techno. No tuvo su noche más inspirada y resultó en exceso lineal, aunque con una buena factura, como viene siendo habitual. Solo esperamos que le dejen su tiempo para desarrollarse y seguir creciendo, pues mucho nos tememos que la están exprimiendo en exceso.
No tendemos a quedarnos todo el tiempo en el escenario principal, pero con la perspectiva de que íbamos a estar al día siguiente inmersos en el Burn Village y la Budweiser Town, decidimos dejarnos llevar por ese monstruo de sonido denominado Inside City, uno de los mejores montajes del año en España. De todos modos, pudimos pasear por el recinto y ver que dj’s como Fedde Le Grand, Les Castizos, Vini Vici o Jasmine Li, estaban azuzando con alegría a las masas.
Los gambiteros de los Martinez Brothers decidieron suavizar un poco el ritmo technófilo marcado por sus predecesores y ofrecieron una sesión algo más veraniega, con los ritmos peculiares que les caracterizan. En una línea similar continuó el tunecino Loco Dice, houseo con tintes electros, que dio el relevo a Paco Osuna. De él nos esperábamos más profundidad y, en efecto, apostó por un tech-house bastante más oscuro y con reminiscencias ácidas. Sin darnos cuenta llegó el amanecer y con él los cabezas de cartel que nos faltaban por ver: el B2B de Kölsch y Joris Voorn. Mientras en los otros dos escenarios se encargaban de cerrar Corey James, Rainbow High y Bass Guo, El dúo del escenario principal empezó tirando de contundencia para despertar a los aletargados, pero en seguida se alinearon con el rojo del cielo y nos deleitaron con su irresistible deep house progresivo. El broche perfecto para el precalentamiento del festival, ya que lo mejor estaba por llegar.
El sábado ya había cosas muy interesantes desde primera hora, como Shake Coconut, Brian Cross, Tom Staar o el B2B de Gonçalo y Raúl Pacheco, pero decidimos iniciarnos con el live de Recondite y fue una auténtico viaje de sonidos cósmicos sumergidos. De hecho, hubiera sido el mejor set de techno de toda la jornada si no hubiera sido porque tras él llegó el genio de genios, el productor más inspirador de la actualidad: Stephan Bodzin. También en formato live, porque para qué vas a pinchar la música de otros si la tuya es la mejor que podrías pinchar. Hora y media de auténtico placer en el que cada tema era mejor que el anterior y nos hizo recordar la que sin duda ha sido una de las mejores sesiones que hemos presenciado en nuestra vida, que es la que hizo el mismo Bodzin en el Goya Social Club hace tres años. Aunque solo hubiera sido por él ya hubiera merecido la pena acercarse hasta Arganda y es que toda efusividad se queda corta para describirlo. Es por ello que dejó el listón muy alto para su relevo, Maceo Plex, pero el bueno de Eric Estornel juega en Primera y no se amilanó. Su selección fue exquisita, tanto de temas propios como ajenos, y estuvo llena de matices en un derroche de clase de los que pocos pueden presumir.
En el Burn Village, capitalizado en este día por Oro Viejo, nos esperaba Gouryella, el delicioso proyecto de Ferry Corsten que visitaba nuestro país por primera vez. Su nombre quiere decir “Cielo” en la lengua aborigen australiana y Corsten logró hacer justicia a ese significado. El sonido estuvo demasiado saturado, pero aún así la calidad del trance que desplegó en forma de temas tan inspirados como “Anahera” fue una delicia. Hay muy pocas ocasiones de ver actuaciones así en nuestro país y no podemos más que agradecer a la organización el haberlo hecho posible.
Mientras todo lo anteriormente relatado ocurría el 75% de la asistencia del festival enloquecía en el escenario principal con el EDM de Dimitri Vangelis & Wyman, Sunnery James & Ryan Marciano y Axwell & Ingrosso. No quedó más remedio que darse un baño de masas para ver cómo se las gastaba Armin Van Buuren. Cada vez que le vemos no podemos evitar añorar la época en la que producía y pinchaba trance antes de entregarse sin remedio al EDM más comercial. No obstante, en esta ocasión, aunque desplegó un set muy mainstream sí que hizo concesiones a algunos temas antiguos y, en líneas generales, no abusó de los drops y los recursos facilones, sino que facturó una sesión bastante disfrutable. Los que le siguieron, Dimitri Vegas & Like Mike, ya es otra historia, pero nosotros a esas horas ya estábamos para pocas exigencias y decidimos entregarnos a la oda bakala de Oro Viejo, que nos perdone Oscar Mulero, que estamos seguros que hizo una sesión brillante.
Dj Nano nos tiene acostumbrados a fiestas remember gloriosas, por eso no podemos más que ser un poco exigentes con cada nueva entrega. En esta ocasión empezó muy flojo, tanto a nivel de selección, como de progresión. Además, estuvo especialmente parlanchín con el micro y eso restó mucha fluidez a la sesión. Sin embargo, no tardó en reponerse y, una vez se calentaron los motores, empezó a desplegar la esencia de la marca a la que estamos acostumbrados. Una vez dejados atrás los medios tiempos, decidió virar hacia la fuerza de la época Overdrive para acabar tirando de himnos inmortales cuando el horizonte comenzó a ensuciarse con los primeros rayos del amanecer. Dance, Progressive, Techno… Un despliegue que nos hizo sentir como en un concierto en el que cada canción era coreada hasta forzar el desgarro. El fin de fiesta perfecto de un festival que ya se nos antoja imprescindible. Cuatro horas de sesión hasta que nos echaron del recinto con un “hasta el año que viene”. Nos aguardaba una larga cola debido al control de alcoholemia. Dimos negativo, únicamente estábamos embriagados de musicón.