Mucho antes de que una horda de adolescentes flequilludos y muy maquillados se apropiaran del término emo, los punk rockers y hardcoretas de los noventa dejaron un rato de gritar, para musitar sentimientos más profundos. Es entonces cuando comenzamos a escuchar a grupos como Rites of Spring, Mineral, Jawbreaker o el que hoy nos ocupa: American Football. La mayoría tuvieron una vida corta, pero sacaron algunos discos increíbles que nos abrieron las puertas de nuevos sonidos e hicieron que descubriéramos nuevos géneros con efecto dominó.
American Football es un perfecto ejemplo de ello. A finales de los noventa sacaron un disco homónimo brillante que los convirtió en una banda de culto. No tanto, eso sí, como el anterior proyecto del cantante, Cap’n Jazz, pero en cualquier caso, entre unos y otros acabaron componiendo lo que se llamó la escena emocore, que a lo largo de poco más de una década realmente inspiradora y fascinante. Hace tiempo que, o bien nos olvidamos de la mayoría de aquellos grupos, o asumimos que jamás podríamos verles en directo, bien porque se disolvieron hace años, o bien porque viajan poco más allá de su pueblo de Illinois. Con American Football, la esperanza de que eso cambiara surgió de pronto cuando anunciaron que iban a publicar un nuevo disco casi dos décadas después de su debut. En un alarde de originalidad lo llamaron igual. Es bastante correcto, pero causó poca sensación. Lo bueno es que sirvió para que volvieran a girar de nuevo con la excusa de presentarlo, aunque la motivación principal fuera sacudir nuestra nostalgia. El caso es que acabaron actuando en el Primavera Sound y, aunque algo frío y distante, fue un concierto muy especial. Pero es un grupo y un estilo musical para sentir en un espacio más íntimo y acogedor. Necesitábamos verlos en sala y al fin lo conseguimos el pasado 13 de junio en la madrileña Copérnico.
Por primera vez en su vida, Mike Kinsella y los suyos visitaron la capital. Si quisiéramos resumirlo con una frase podríamos decir: son maravillosos, pero Kinsella canta como el culo. Así, sin medias tintas. Toda la banda está impecable, pero el pobre Mike no sabe entonar. De todos modos, las canciones son tan buenas que nos fue posible abstraernos del aspecto vocal para concentrarnos en esa instrumentación tan perfecta. Comenzaron con su reciente “Where Are We Know?” y terminaron hora y media después con la inolvidable “Never Meant“. Desgranaron todo lo mejor que tiene su prodigioso debut, salvo por la flagrante ausencia de “Summer Ends” y presentaron lo mejor de su último álbum gracias a temas como “My Instincts Are The Enemy” o “Home Is Where the Haunt Is“.
Todos brillaron a los mandos de sus guitarras, bajo o teclado, pero sin duda el que más destacó fue Steve Lamos, con su particular estilo al tocar la batería y susemotivas partes de trompeta que parecían sacadas de un funeral militar cinematográfico. Por lo demás, un público bastante respetuoso, consciente del irrepetible momento que estaba presenciando y, por su parte, American Football muy contenido, incluso podríamos decir que introvertido y con pocas tablas de directo. Aunque viéndolo en retrospectiva, eso les revistió de una inocencia bastante entrañable que encaja como un guante con clásicos tan deliciosos como “Honestly?“, “Stay Home” o “I’ll See You When We’re Both Not So Emotional“. Nos trajeron un aluvión de recuerdos y, por qué no decirlo, todo un volquete de añoranza. Desde luego, ya no se hacen canciones como estas.
La 53ª edición del icónico festival danés sin ánimo de lucro se celebrará del 28…
Aún no hemos empezado con los rankings del 2024, pero si hay algo que tenemos…
El Azkena Rock Festival (ARF) ha anunciado hoy los primeros nombres de su 23ª edición,…
Reinventarnos en cada disco ha sido nuestro mayor desafío Sólo hay que mentar a Doctor…
La iniciativa SOM VALÈNCIA está en marcha y ha revelado la programación de conciertos que…
El concepto, filosofía, visión y propósito del LEV (Laboratorio de Electrónica Visual) es, probablemente, nuestro…