Cuando confirmaron que el concierto de Anti-Flag en Madrid sería en Gruta 77 no pudieron quedar más altas las expectativas. Suponía regresar una década atrás para rememorar el inolvidable concierto que dieron en Ritmo & Compás. Incluso aquella sala que tanto añoramos era un poco más grande que el templo rockero de Carabanchel. No había duda de que las entradas se iban a agotar y por consiguiente que sería un concierto épico. Así ocurrió. De hecho, fue todavía más increíble de lo que imaginábamos y por ello damos las gracias a todos los implicados por hacerlo posible.
Llevábamos seis años esperando a que los de Pittsburg regresaran a una sala madrileña. La anterior vez fue dentro del Eastpak Antidote Tour junto a Alexisonfire, Four Year Strong y The Ghost of a Thousand, pero esta vez era diferente, era como volver a los orígenes. De hecho, lo demostraron desde el primer tema, uno de sus mayores himnos: “Turncoat“. No hubiera sido nuestra elección para el pistoletazo de salida, pero desde luego surtió su efecto. Desde el minuto uno todo el mundo se desgañitó la garganta para lanzar improperios a Bush. Siguieron con la canción que abre el disco que venían presentando, ‘American Spring‘, “Fabled World” y a lo largo del setlist desgranaron otras cuatro: “Sky is Fallin“, “All the Poison, All of the Pain“, “The Debate is Over (If you want it)” y “Brandenburg Gate“. Cinco de un total de dieciocho, bien equilibrado, porque no nos engañemos, no es un mal álbum, pero todos los allí presentes queríamos un exhaustivo repaso a lo mejor de su carrera.
Había tanta gente en el pit que no había sitio ni para el pogo, por lo que el público era una masa de brazos entrelazados que saltaba al unísono y vociferaba cada vez que sonaba el acorde inicial de algún trallazo como “Fuck Police Brutality“, “This Machine Kills Fascists” o “This is the End (For You My Friend)“. Entre medias, los clásicos discursos de Justin Sane acerca de los valores del punk rock, superarse a sí mismos y mandar a la mierda a todo aquel que te diga que hay algo que no puedes hacer. Tópicos buen rollistas que, a pesar de sonar a cliché, nunca están de más.
Tocaron a piñón, sin pausas reseñables hasta que encharcaron de sudor todo el escenario. Un frenesí de sing-a-longs, un poco de crowd surfing e incluso el stage dive de Chris #2 en pleno subidón. La acelerada versión de los Clash “Should I Stay or Should I Go“, el blitzkrieg bop de los londinenses, marcó el inicio de una frenética recta final protagonizada por dos temas nuevos ya citados y otros dos hits para la posteridad “Die for the Government” y “Drink Drank Punk“. Con la última canción decidieron hacer su ya clásico numerito: trasladar la batería al mismísimo pit. Se lo hemos visto hacer en muchos festivales, pero no nos lo esperábamos en una sala de estas dimensiones que encima había colgado el cartel de sold out. De esta forma Pat Thetic se puso a aporrear la caja mientras los cuerpos se agitaban a su alrededor y Chris vociferaba por encima de él a un público enloquecido. En definitiva, fue una de esas noches que quedarán en los anales del punk rock madrileño, ese que empieza a ser poco más que un recuerdo. Pero no seamos agoreros, que mientras hay vida, hay esperanza.