Madrid fue la ciudad escogida, tras su paso por Johannesburgo y Moscú, para que el 9 de marzo tuviera lugar la Boiler Room x Ballantine’s, con Maya Jane Coles como rostro y su proyecto True Music como el corazón. No vino sola, sino que estuvo más que arropada por seis back to back, seleccionados por ella misma y que incluyó a doce artistas, tanto nacionales como internacionales. El resultado: la Boiler Room más multitudinaria de la historia de nuestro país.
Tras la expectación que generó la anterior Boiler Room celebrada en España, también en la capital el pasado 21 de noviembre, no sorprende que la popular empresa londinense decidiera regresar tan pronto y hacerlo a lo grande. Lo hizo a lo largo de dos jornadas, la víspera de la fiesta llevando a cabo un fórum de debate sobre el estado de la escena electrónica y cultura de club en la Europa actual dirigido a la prensa, y al día siguiente con un espectacular evento de la mano de Ballantine’s que congregó en la sala Riviera a los 1.400 afortunados que lograron hacerse con una de las codiciadas invitaciones.
La elección de la sala suscitó un inevitable escepticismo ya que si por algo destacan las Boiler es por lo acogedoras e íntimas que resultan, sobre todo dado que su aforo no suele exceder las 300 personas. La Riviera es algo que chocaba frontalmente con todo esto, pero la organización supo transformarla en el espacio perfecto para llevar a cabo un evento de estas características. Un cuidadoso branding y sistema de iluminación convirtió la sala en una nave azul, en la que la barra central fue absorbida por una estructura cúbica que dispuso numerosos robots de luces. Asimismo, el escenario se amplió para permitir que la gente pudiera disfrutar de las sesiones en la espalda de los deejays, y el sonido se reforzó notablemente. Por último, un importante equipo humano se encargó de coordinar todo el desarrollo de la fiesta y trazar una cobertura audiovisual muy amplia. El resultado fue realmente espectacular.
El presentador y cocreador de la Boiler Room, Michael Stangel, fue el deejay encargado de caldear el ambiente durante las dos primeras horas del evento. No pudimos empezar mejor, ya que fue una de las mejores selecciones musicales, basada en el deep y el etnicismo, que fueron retransmitidas en directo en el popular streaming. Cogieron el relevo los artistas afincados en Barcelona Uroz y Sano, residente de Moog y bandera del sello Cómeme respectivamente, que decidieron apostar por el acid house y el electroclash. Una selección mucho más fresca que la del siguiente b2b, Eduardo de la Calle y Marc Piñol, dos “superhéroes dela escena nacional”, tal como indicó la presentadora, que decidieron apostar por lo que mejor saben hacer, el techno sin concesiones, pero que por momento rozó el palillerismo.
También decidieron repartir mucha caña Shlomi Aber y Boddika, poniendo sobre la pista esa deliciosa contradicción que supone el futurismo sonoro y la tecnología analógica. En la recta final de la Boiler Room entraron Monika Kruse y Andrea Oliva. Más conocida la productora alemana que Oliva, a pesar de ser éste la cara visible de la fiesta ibicenca Ants y el dueño de Baditz, nos interesó sobre todo el modo en que fusionarían sus heterogéneos estilos, y el resultado fue muy satisfactorio. Lógicamente la balanza se decantó hacia la contundencia. Por su parte, el plato fuerte de la noche, el b2b de Maya Jane Coles y Kim Ann Foxman, estuvo impregnado de la carismática personalidad de estas dos figuras del techno, house y electro. Grandísima sesión.
Por último, el cierre quedó reservado para Cassy (residente de Circoloco y el Panorama Bar) y Anja Schneider (impulsora de Mobilee). Apostaron por una coctelera de minimal, deep y electro que fue muy digna, aunque hubiéramos agradecido algo más de originalidad y rupturismo para irnos con un sabor de boca un poco más especial. No obstante, ninguna pega, ni de ese b2b, ni de una fiesta ya épica que todo el mundo debería vivir alguna vez. Porque más allá del inevitable postureo que conlleva muchas veces la Boiler Room, es siempre un acontecimiento inigualable de la música electrónica internacional.