Desde que este verano disfrutáramos vagamente de la presentación del último trabajo de Digitalism, el fantástico ‘Mirage‘, en festivales como el Cruïlla o el Mad Cool, teníamos muchas ganas de hacerlo en condiciones. Es decir, en sala, con un espectáculo visual propio. Desde luego el reto fácil no era. ‘Mirage’ es uno de los mejores discos de electro del año, pero también una ambiciosa propuesta que abarca tantos estilos que, cuando lo escuchamos por primera vez, nos imaginamos que sería complicado llevarlo al directo. No nos equivocamos. El dúo alemán decidió no tirar por la vía fácil del dj set, sino hacer un live con todas las de la ley, voces incluidas, cuyo resultado fue bastante irregular, pero plenamente satisfactorio. Más divertido que espectacular, pero en cualquier caso muy disfrutable.
Desde que conocimos a Digitalism hace casi una década en un concierto de nada menos que la plaza mayor de Salamanca ya supimos que era un grupo especial. Su música siempre nos ha hecho bailar y evocar un estado festivo muy particular. En esta ocasión, tras una semana cargada de eventos electrónicos de la talla de los Chemical Brothers en el Barclaycard Center y Moderat en la Riviera, el dúo de Hamburgo se antojaba la guinda perfecta para cerrar una racha que atestigua que, actualmente y EDM al margen, la música electrónica vive un buen momento.
Primera impresión nada más entrar al Teatro Barceló: teclados, mesa de sonido y demás trastos con cables, dispuestos en el escenario semi ocultos tras lo que parece una mosquitera. Vale, uno de esos espectáculos basados en proyecciones frontales, siluetas y video mapping. Al lío, intro robótica y ese tema del nuevo disco, llamado “Battlecry“, perfecto para dar comienzo al espectáculo. Desde ese momento ya intuimos lo que se confirmaría hora y media después: la puesta en escena de esta gira es muy mejorable. Sobre todo porque tanto los visuales como la iluminación no estaban sincronizados con la música y las proyecciones eran bastante mediocres. Pronto decidimos obviarlo y concentrarnos en los otros dos pilares del show: ejecución y setlist. Respecto a esto no tenemos más que buenas palabras para los señores Jence Moelle e Ismail Tüfekçi.
La mitad del concierto dio protagonismo a los vocales, con Jence desatado con un micrófono del estilo de los años 50, mientras que la otra mitad fue meramente instrumental. A veces más poperos, a veces más matraqueros. Bailongos todo el rato de la mano de temas como “Idealistic“, “Circles“, “Second Chance“, “Utopia“, “Indigo Skies” o esa delicia coreable llamada “Go Time“, aunque todo el mundo estaba esperando, en vista de su ovación, los dos hits imprescindibles de los germanos: “Blitz” y “Pogo“. No fue memorable, pero fuimos a bailar y nos hicieron bailar. Tan ricamente.