Unos días antes de este concierto tuvimos la suerte de charlar un rato con Jesse Malin y gracias a sus palabras ya nos dimos cuenta de que está en un momento muy inspirado de su carrera. Prueba de ello es que el año pasado saco dos álbumes y ahora se ha embarcado en una extensa gira mundial llamada Outsiders World Tour 2016. Después del fantástico concierto que ofreció junto a sus viejos camaradas de D Generation en la pasada edición del Azkena Rock de Vitoria, verle defender sus temas en solitario en un rincón tan acogedor como el Wurlitzer Ballroom ya nos hizo intuir que sería una noche tremendamente especial. Lo que somos incapaces de comprender es que el resto de madrileños aficionados al rock no pensara lo mismo y por consiguiente decidiera abarrotar la sala madrileña, que solo logró llenar medio aforo a pesar de la extensa promoción llevada a cabo por la promotora Heart Of Gold. Una pena, sobre todo para todos aquellos que se lo perdieron, porque fue uno de los conciertos del año. El público fue más frío de lo que la situación exigía, pero a Jesse Malin y su banda eso no le afectó lo más mínimo y se entregaron a nosotros en plenitud.
Al borde de la media noche comenzó a sonar The Pogues por los altavoces (grupo al que además no tardarían en versionar con “If I Should Fall From Grace With God“) y Jesse Malin salió como un ciclón al escenario y de ahí al resto de la sala. Desde ese momento se intuía un concierto que recordara sus orígenes punk rockers, pero por lo contrario durante casi todo el set nos ofreció su cara más intimista y domesticada. De este modo cayeron canciones como “Wendy“, “Outsiders“, “Hotel Columbia“, “Mona Lisa” o “Downliner“, aunque sin duda los momentos más disfrutables fueron aquellos en los que la banda estuvo acompañada por una sección de vientos, de la mano de un saxofonista y un trompetista, que de vez en cuando salían del camerino para aportar su nota de color desde un lado del escenario, como por ejemplo con la genial “Death Star“. Entre tema y tema, hubo tiempo para esos speeches que tanto le gustan, en esta ocasión para rajar de la política estadounidense, las grandes corporaciones y la globalización, o recordar a uno de sus amigos fallecidos en el atentado de la sala Bataclán de París.
En el último tramo del concierto Jesse Malin y compañía desplegaron sus mejores hits, “Turn Up the Mains” y “All the Way From Moscow“, para dar paso a un bis tremendamente buenrollista en el que tocaron “Rudie Can’t Fail” de The Clash, que con el acompañamiento trompetero fue toda una fiesta, y un último tema de su reciente lanzamiento “You Know it’s Dark When Atheists Start to Pray“. Clase infinita con la que Malin nos volvió a demostrar que hay conciertos que, como los buenos libros, también son una forma de viajar.