Cada vez más estrellas de Hollywood, sedientas de abarcar todas las variantes artísticas posibles e impulsadas por su gran autoestima, se lanzan al mundo de la canción. Desde Bruce Willis, a Shane West (actualmente en The Germs), o Scarlett Johansson y su pop intimista. Y por supuesto, Kevin Costner y Modern West. Cuando tienes fama y fortuna a partes iguales, es sencillo rodearse de buenos músicos y conseguir bolos y para el señor Costner, a pesar de que no sea precisamente su talento el que lo ha puesto en escena, no ha sido difícil labrarse una discreta carrera musical. Esta fue la primera vez que la versión cinematográfica Eliot Ness viniera a nuestro país para mostrarnos su faceta como cantante y ya de paso, presentar su último disco Turn It On. Y lo que nos ofreció fue un peculiar conglomerado de momentos bastante dignos y otros tantos algo sonrojantes.
Kevin Costner sabe que si logra llenar auditorios es gracias a su fama delante de las cámaras y la curiosidad del público por verle de cerca. Es consciente de que un porcentaje mínimo ha escuchado sus canciones pero no le importa. En realidad, da igual el motivo, lo importante es que le vayan a ver. Y en vista de los resultados, puede darse con canto en los dientes. El Palacio de Congresos de Madrid estaba prácticamente lleno, y teniendo en cuenta el precio de las entradas, desde 36 hasta 150 euros, está claro que es un éxito.
La encargada de telonearle fue Sara Beck, una cantante de Tennesse que desde el primer momento me recordó a una Taylor Swift en su versión más sobria. Con un vestido rojo, larga melena rubia y una guitarra acústica se presentó tímida pero sonriente a un auditorio que se iba llenando poco a poco. Sencillez expresada con una voz dulce y melodiosa en forma de canciones como “What do You Want from Me“, “You Let Me” o “Maybe There’s More“. Básicamente, Pop con influencias Country ejecutado con gran sentimiento y pulcritud. Pero convenció, y mucho. Según pudimos ver al finalizar el concierto ella misma se encargó de vender su último trabajo, Music For Lovers & Fighters, y la gente le compró más a ella que a Kevin y Modern West.
Con gran simpatía habló al público en perfecto español, como resultado del año que vivió en Madrid mientras estudió en la Universidad Complutense, y finalmente se despidió con una fantástica versión de la tediosa “Billy Jean“, de Michael Jackson.
Acabada la breve actuación de Sara, se iluminó la sala y comenzó el preludio de Costner y los Modern West. No tardaron en proyectar el currículum cinematográfico de la estrella a modo de introducción. Un video épico, formado por multitud de escenas de las películas más famosas del actor, estuvo acompañado de una banda sonora heroica y apasionada que inundó el Palacio de Congresos. Desde Bailando Con Lobos a JFK o aquel despropósito llamado Waterworld. Caracterizando a un vaquero, a un galán o a un policía. Daban ganas de subirse encima de la butaca y gritar “qué grande es el cine”. Después los focos de luz blanca comenzaron a rasgar el aire como en la entradilla de la 20th Century Fox y una aureola dorada enfocó a un Kevin Costner pletórico. Muy hollywoodiense todo. Tanto que la emoción del momento se entremezclaba con las ganas de echar la raba. Y descendiendo por las escaleras en medio de la aclamación popular y escoltado por un par de gorilas, llegó al escenario, donde pacientemente le estaba esperando su banda. Y comenzó el show. Nunca mejor dicho.
Kevin Costner comenzó en esto de la música con un grupo llamado Roving Wood. Desde entonces Robin Hood estuvo acompañado por John Coinman y Blair Forward. Y hasta hoy, porque también forman parte del elenco de Modern West. Desde el primer momento tuvo una flor bajo su respingón trasero y es que uno de sus singles logró incluso llegar a ser número 1 en Japón. Dónde sino. Una de sus canciones se utilizó para un anuncio y el Kevin Rockero triunfó en el país nipón. Estuvo a punto de abandonar la música por culpa de unas cuantas malas críticas, pero su mujer le animó a que continuara. Y así fue.
Comenzó el concierto con “Red River“, uno de los singles de su segundo disco, Turn It On. Su música es simplona, como su sonrisa, pero he de reconocer que da bastante el pego. Rock americano clásico con claras influencias de los storytellers sureños, el sonido folk y algo de country. A Costner le gustaría ser John Fogerty o Steve Earle, claro. A mí Michael Jordan. Y la verdad es que quizá sería un poco cruel decir que canta para el cuello de su camisa de modo que no lo diré. Pero está claro que es bastante limitado aunque las voces de acompañamiento le hacen bien la cobertura y el resultado final es bastante compacto.
Mientras tanto el público, mayoritariamente femenino, más contento que unas pascuas. Entre canción y canción se oía a alguna señora gritar “guapo, guapo” y alguna otra, vestida de gala, agitaba convulsamente sus caderas sin importarle lo que estuviera sonando. A la tercera canción el Guardaespaldas de Whitney Houston animó a la gente a ponerse en pie y eso fue suficiente para que hordas de féminas corrieran a la primera fila para ver de cerca al actor. Digo, al cantante.
Uno de los mejores momentos de la noche fue cuando Sara Beck, telonera y mujer de uno de los guitarristas, Park Chisolm, saliera para cantar a dúo con Costner “Let Me Be The One“, aunque a su vez la señorita Beck pusiera un poco en evidencia las aptitudes vocales de su compañero de balada. En cualquier caso, éste se esforzó en todo momento por suplirlas con una gran simpatía y derroche de agradecimientos, tanto por la acogida recibida como por “ir a ver sus películas durante todos estos años”. Lo mismo lanzaba besos al público que subía a niñas al escenario para que bailaran con él. Y las madres encantadas, cómo no.
Los Modern West muy correctos. En un segundo plano todos ellos, a excepción del amanerado violinista, Bobby Yang, que pudo lucirse bastante gracias a su destreza y finura con el violín. El resto, a pesar de ser cuatro guitarras, no hacen gala de mucho virtuosismo que digamos, pero dominan claramente la materia. A caballo entre Robbie Robertson y John Mellencamp, consiguen un sonido amable y muy cuidado.
Lo que está claro es que algo tuvo el concierto para que la hora y media que duró no se hiciera pesada. Ojo, que tampoco es que se pasara volando, pero la combinación de americana de mediana edad, el desparpajo de Kevin Costner y el peculiar ambiente añejo, a la par que hormonado, lograron amenizar una velada más espectacular, en el sentido menos asombroso de la palabra, que rockera pero muy agradable, al fin y al cabo. No deja de ser un actor interpretando, aunque en esta ocasión lo haga con una guitarra, pero si vuelve puede que vaya a verle de nuevo, por qué no. Eso sí, sólo si promete no volver a versionar “Mr. Tambourine Man“.
Texto: Javi JB
Fotos: Pat Blanco