El pasado 6 de octubre tuvo lugar en Madrid la segunda Boiler Room de la historia de estas afamadas, casi míticas, sesiones electrónicas. La primera tuvo lugar en el Matadero de Legazpi en 2013. En aquella ocasión actuaron Delorean, Jam City & Kelela, Young Marco b2b Ron Morelli y Girl Unit b2b XXXY. Esta vez, con Ray Ban como marca anfitriona, la fiesta volvió a estar rodeada del misterio de dónde se celebraría, así como de una tremenda expectación por conseguir una ansiada invitación. Sobre todo desde que se conoció su tremendo line up de dj’s: Detroit Swindle, Gerd Janson, Deetron y Honey Dijon, aunque desgraciadamente ninguna representación nacional. El lugar escogido fue el sótano del Palacio de la Prensa, antiguamente conocido como sala Bash, en pleno centro de Madrid.
Si hay algo que ha hecho triunfar a la marca Boiler Room y convertirla en las retransmisiones musicales en streaming más famosas del mundo, es sin duda su exclusividad. El deseo irrefrenable de formar parte de una de esas fiestas en las que una horda de gente muchas veces extraña, se agita alrededor de la mesa de algunos de los mejores dj’s del mundo. Esta Boiler celebrada en Madrid no podía ser menos y miles de personas trataron de hacerse con una invitación pero solo unas trescientas logramos colarnos en sus entrañas. Finalmente pasó lo que suele pasar en estos casos: había más gente fuera que dentro.
La particularidad de este evento en concreto fue el regreso a la electrónica analógica. Los dj’s tuvieron que dejarse sus ordenadores y demás equipos digitales en casa para pinchar únicamente con vinilos. La idea era reconectar con la historia de la electrónica y poder tocar con las yemas de sus dedos la esencia de la música de baile. El encargado de romper el silencio fue Gerd Janson y, en nuestra opinión, fue el que mejor set desplegó de toda la tarde. Ya habíamos comprobado de lo que es capaz en el Sónar cuando actuó tanto en solitario como junto a Lauer en ese proyecto llamado Tuff City Kids y es que si por algo destaca es por su exquisito gusto musical. El capo del sello Running Black fue el último fichaje para encargarse de la recopilación del recientemente clausurado club londinense Fabric y en vista de las joyas que tiene en su maleta, está claro que fue la mejor elección.
Honey Dijon fue la siguiente, y a diferencia de Janson, ofreció un set más lineal y tribal, así como dotado de menos atmósfera y profundidad, cuya monotonía solo fue rota por un exceso de efectos. Deetron levantó bastante el vuelo gracias a su techno house lleno de sobriedad y contundencia en el que ácidas pinceladas destacaron por encima de los sonidos más clásicos. Nunca defrauda y se antojaba imposible que lo hiciera en esta ocasión. Los encargados de clausurar la Boiler fueron Detroit Swindle. El dúo holandés dio un set enérgico de house groovie que, si bien resultó bastante fiestero, desde luego no fue excesivamente memorable. No obstante, fueron imprimiendo poco a poco cada vez más presión al set para que la recta final estuviera llena de vibraciones eléctricas. Precisamente el momento en el que dejaron que parte del público se colocara tras la cabina, más para la foto que para preservar la esencia del concepto que debería haber prevalecido desde el inicio de la fiesta. No obstante y a pesar de sus debilidades, si algo pudimos hacer en la Boiler Room de Madrid fue escuchar buena música. Lo demás no puede ser sino algo secundario.
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