Después de 25 ediciones la copla de “este va a ser el mayor Oro Viejo de la historia” suena al “este es nuestro mejor disco” de los grupos de música. Sin embargo, este no es el caso de Oro Viejo. Cada vez que Dj Nano dice que va a ser el más espectacular celebrado hasta la fecha, lo es. No hay un año en el que la mayor fiesta remember del país siga sumando acólitos y el pasado sábado 16 de diciembre de 2017, se batieron todos los records: más de 12.000 personas se congregaron en el pabellón 7 de IFEMA. Y es que acudieron nostálgicos no solo de la capital, sino de todos los puntos de España. Una vez más, Dj Nano ha vuelto a confirmar que no hay otro deejay, ni nacional ni internacional, con su capacidad de convocatoria.
A pesar de que el deejay madrileño no sea conocido ni por su capacidad como productor, ni por tener una gran técnica a los platos, su trabajo y comprensión de la industria electrónica es incuestionable. Solo en la temporada de verano ha hecho más de 70 fechas en todo el mundo y es habitual ver su nombre en los principales festivales electrónicos de corte mainstream, aunque aquello que realmente se asocia a Dj Nano es la marca Oro Viejo que lleva explotando desde 2002 y bajo la cual ya han bailado más de 225.000 personas. Si hay una cosa que ha hecho siempre con gran acierto es saber rodearse de los mejores. Para la producción de esta última edición de Oro Viejo, a la que llamó The Big Show, contó con Disorder Events (responsable de A Summer Story), Fluge Entertainment (líderes en España en cuanto a producción técnica se refiere), Planet Events (responsable de Noches del Botánico) y Hermanos Toro (responsables de Dreambeach Villaricos). Cuatro pilares que lograron construir un evento impresionante, tanto a nivel visual como de sonido y organización.
A diferencia de la fiesta del año pasado, Emoción, cuya crónica podéis leer aquí, no hubo espectáculo en 3D ni deejays invitados que acompañaran a Dj Nano en la cabina. En el 2016 actuaron nombres emblemáticos de la escena valenciana, madrileña e ibicenca, como Kike Jaén de Puzzle, Christian Millán de Söniquê o César del Río de Privilege, y supuso un recorrido muy emocionante por la historia española de la música de baile, por lo que creemos que es una propuesta que debería repetirse. En esta ocasión, Dj Nano fue el encargado de coger las riendas desde la apertura, aunque el espectáculo propiamente dicho no comenzó hasta pasada la media noche. Hasta entonces se tiró de proyecciones rollo salvapantallas de Windows y un dance de índole popera. Llegada la hora de la verdad, Dj Nano cogió el micro y empezó a enardecer a las masas con su particular estilo, del que se enorgullece a pesar de reconocer que es el “deejay más pesado de España”.
En cuanto a la producción técnica, los números hablan por si solos: 150.000 watios de sonido, una pantalla LED gigante de 100 metros cuadrados, más de 120 cabezas móviles y 140 barras LED láser. Un sonido cristalino, unos visuales muy currados y un montaje de luces realmente potente. Muy pocas veces se tiene la oportunidad de presenciar semejante despliegue y el resultado es maravilloso. Asimismo, tras el aluvión de críticas sobrevenidas el año pasado, se mejoraron todos los aspectos, desde las barras a los baños. Solo hubo esperas reseñables en el ropero de la zona VIP pasadas las 6, donde hubo hasta una hora de espera para recoger los abrigos. A destacar también la zona de fumadores, aunque pocos la utilizaron ya que la mayoría prefirió pasarse la prohibición por el arco de triunfo. No estaría mal destinar más personal de vigilancia entre el público para controlar eso y prevenir alguna de las ocasionales peleas que tuvieron lugar, a pesar de que no hubo que lamentar ningún incidente de gravedad.
A lo largo de las ocho horas de sesión, Dj Nano hizo un repaso por la mayoría de géneros relevantes de la música que ha hecho bailar a dos generaciones desde los años ochenta: del techno pop al acid house, del progressive al trance y del dance al bakalao. Cuarentones y veinteañeros, todos disfrutaron por igual. El repertorio comenzó con hits emblemáticos como “Voyage, voyage“, “I promise myself“, “Maniac” o “Sweet Dreams“. Una hora después, cambio de década y sumergidos en los noventa comenzó a sonar la música de Jam & Spoon mientras llovía confeti sobre un mar de brazos. En el ecuador de la sesión, homenaje al fallecido Robert Miles y su emblemático “Children” para dar paso a uno de los mejores tramos de la noche y que estuvo centrado en el trance más emotivo en la onda de productores como Ferry Corsten o Darren Tate. El aspecto más comercial, seña de identidad de la marca, dedicado a cantaditas que todo el mundo se sabe, como la radiada “Désenchantée” de Kate Ryan u otras de nombres como Ian Van Dahl, Sylver, Astroline, Tukan o Clublanders, tampoco faltaron en la fiesta.
Varios cañones escupían fuego y la pista no se vaciaba ni un ápice a pesar de que el amanecer cada vez estaba más cerca. La gente no vive estas sesiones como una excusa para bailar, sino que entra en un éxtasis de emotividad y canta como si de un concierto se tratara. No digamos en el tramo final, cuando Dj Nano se dio un baño de masas y empezó a descargar esos himnos que han formado parte de todas las rutas bakalas del país: “The second you sleep” de Tess, “Pray” de Tina Cousins, “Secret” de Absolom, “Memories” de Netzwerk y ya el clásico colofón de “Lovers Why” de John Wesley. Así es difícil no empezar a pensar en el siguiente Oro Viejo mientras te vas a casa arrastrando los pies.
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