Crónica de Ryan Bingham en Sala But — 01/10/15

A lo largo del año vamos a muchos conciertos, tanto nosotros como seguramente tú que estás leyendo de esto. Pocas veces son malos, pero muchas veces son olvidables. Algunos, muy pocos, se convierten en históricos, de esos que cuando ha pasado bastante tiempo aún recuerdas con ternura o que incluso nunca llegues a olvidar. La primera visita de Ryan Bingham a nuestro país sin duda alguna fue de estos últimos. Hacía ya cinco años que ardíamos en deseos de escuchar en directo las canciones que descubrimos en la película Crazy Heart, de Scott Cooper: “I Don’t Know” (que aún seguimos esperando a hacerlo) y el tema principal “The Weary Kind“, por la que ganó nada menos que un Óscar, un Globo de Oro y un Grammy.

A raíz de eso descubrimos su debut, ‘Mescalito‘, y ya sí que nos enamoramos del todo de la sensibilidad de Bingham. Sin embargo, hemos tenido que esperar un lustro a que se hiciera un poco más conocido por estos lares y The Mad Note Co. pudiera traerle. A juzgar por la magnífica entrada que registró la sala But el pasado 1 de octubre, la espera no ha sido en balde. Fue el momento más oportuno, después de unos años de discos bastante irregulares, por fin ha logrado parir una obra a la altura de su primer álbum. Lleva por nombre ‘Fear and Saturday Night‘ y es un auténtico deleite para los oídos, la mente y el corazón. Para que se nos hiciera más corta la espera durante la semana previa, quisimos hacerle unas preguntas que reunimos en esta entrevista, por si aún no le has echado un vistazo. Pero metámonos ya en materia para recordar lo memorable que fue la velada.

Antes de que Bingham y los suyos se subieran al tablao, el encargado de ir calentando el ambiente fue Elijah Ford, hijo de Marc Ford (fundador de los Black Crowes), en su segunda visita a nuestro país. La anterior fue el año pasado como telonero de su padre y, en esta ocasión, un favorcillo de colegueo por parte de Ryan al primogénito de su productor predilecto, aunque hay que mencionar que ya formó parte de su anterior banda. Desgraciadamente no ha heredado el talento de su padre, aunque sería injusto decir que carece completamente de él. No es fácil defender un cancionero en solitario y menos aún hacerlo con una eléctrica en vez de una acústica. Si bien es cierto que en un principio estaba previsto tener algo de compañía sobre el escenario pero algún que otro imprevisto le dejó solo ante el peligro. Quizá con un poco más de rodaje e inspiración su próxima visita sea más halagüeña.

Una ovación inicial para recibir a Ryan Bingham resultó muy explícita en cuanto a definir las ganas que tenía el público madrileño de tener por aquí al cantautor. Actualmente ya no cuenta con los Dead Horses, sino con una nueva banda de auténtico lujo formada por los antiguos miembros de Ross Hill Drive casi en su totalidad, además de un violinista que en algunos momentos del concierto pasó de ser un secundario al absoluto protagonista: Richard Bowden. El repertorio comenzó con “Dollar a Day” y “Top Shell Drug“, aunque fue con la siguiente, “Tell My Mother I Miss Her So“, cuando empezamos a flotar con todas las consecuencias. El setlist estuvo basado principalmente en su último disco, sin olvidar necesarias concesiones a su mejor obra, ‘Mescalito’. El vaquero de Nuevo México y sus compinches cogieron el sonido tradicional norteamericano y lo pusieron al día a partir de una rica amalgama de influencias, desde Kristofferson a los Flying Burrito Bros. La voz de Bingham suena tan profunda y emocional como en disco, pero la ejecución final es más rockera y acelerada.

Acto seguido continuó desgranando canciones como “Island in the Sky“, “Snow Falls In June” y “Sunrise“, hasta llegar a otras más añejas como “Southside Of Heaven” o la espectacular “My Diamond Is To Rough“, que acabó explotando en el mayor de los éxtasis eléctricos. Sin duda alguna, introducir el violín en el directo es un grandísimo acierto, sobre todo cuando es un tipo tan entrañable, auténtico y virtuoso como Bowden. Junto con las citadas, “Hallelujah” y “Nobody Knows My Trouble” fueron los grandes hitos, repletas de matices, desgranadas con fuerza y melancolía y versionadas con absoluta brillantez. Hubo momentos más cañeros y otros más pausados, pero la mayor intimidad se alcanzó llegando al final del concierto, despojado del escudo de las cuerdas enchufadas y armado únicamente con su guitarra acústica. De esta forma facturó “Borracho Station“, que arrancó tantos vítores como risas, la efectiva “Every Wonder Why” y su esperadísimo gran éxito “The Weary Kind“. Todo clase. Para nosotros ese fue el final. Para despedir la velada, salió de nuevo toda la formación y uno tras otro subieron el volumen de sus guitarras para interpretar “Sunshine” y “Bread And Water“. No se puede decir que sobraran, pero sí que es cierto que sonaron demasiado pesadas y saturadas. En cualquier caso, no pudimos salir de la But más satisfechos, al fin y al cabo, acabábamos de asistir a una de las mejores citas del 2015.

Texto: Javi JB
Foto: archivo
javijb

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