Pongámonos en la piel de Shooter Jennings. Tu padre se llama Waylon Jennings y es un icono del country. Tu madre es una destacada cantante de country llamada Jessi Colter. Tu padrino es el artista de country más reconocido de la historia: Johnny Cash. De niño has viajado con The Highwaymen, el supergrupo de country de las dos citadas leyendas de la música y otras como Willie Nelson y Kris Kristofferson. Con este ambiente a tu alrededor no es de extrañar que acabes tocando country. Ni tampoco que tengas una presión tremenda al hacerlo, porque aquellos que te rodearon son los que mejor lo han hecho nunca, e intentar igualarles se te antoja cuanto menos imposible. Aunque a Shooter no parece importarle y hace lo que le viene en gana. Está claro que lo que más le tira es el hard rock, pero se siente orgulloso de la música de raíces que pulieron sus ancestros y la compone, toca y versiona con una genialidad innata, sin duda impresa en su ADN.
Siete largos años habían pasado desde su anterior visita. En esta ocasión pudimos disfrutar de su presencia gracias a la promotora Noise On Tour y esta vez se cambió el teatro por la sala de conciertos, que así la gente no se duerme y bebe cerveza. A diferencia de Barcelona, hubo una buena asistencia y el local escogido no pudo haber sido más certero: la sala Copérnico. Siempre es un placer volver a este espacio de madera y aires marítimos, tras un largo periodo de olvido. Sin embargo Shooter no se trajo a Triple Crown, respaldo de sus dos últimos discos, porque, al parecer, están tan requeridos como instrumentistas que no puede asumir su coste para una gira europea. Pero bueno, en su lugar se trajo a un cuarteto de músicos de Nashville que demostraron mucha solvencia (especialmente el virtuoso guitarrista), tanto en los temas más clásicos, como en los más cañeros y experimentales.
Lo que está claro es que los puristas que se acercaron a Copérnico atraídos por su apellido, salieron bastante decepcionados. Hay que tener las miras bastante abiertas para que te acabe subyugando el eclecticismo del Tirador (mote que le puso su padre al nacer porque se meó encima de la enfermera). Tuvo sus más y sus menos y no demostró mucha entrega en directo, pero si hay algo de lo que no se le puede acusar es de no demostrar coherencia consigo mismo al escoger el setlist, o de carecer de una ejecución brillante. Pudo dar la impresión de que el repertorio estuvo plagado de altibajos, pero hay que reconocer que hubo para todos los gustos: medios tiempos, baladas y canciones más bailongas.
Durante todo el concierto Shooter alternó entre la eléctrica y la acústica, además del teclado sobre todo en el último tramo del repertorio. Por un lado rompió con cualquier atisbo de monotonía, pero también con cierta linealidad. En cualquier caso, desde que abrió el grifo con “A hard lesson to learn” nos paró de presentarnos The Other Life en todo su esplendor, además de una fina selección del resto de sus álbumes, como por ejemplo el poderoso Electric Rodeo, con el que prosiguió el setlist gracias a “Gone to Carolina” y “Some rowdy women“.
Si hay algo que le gusta al señor Jennings es la instrumentación y desgraciadamente no puede trasladarla de los discos al escenario, aunque la adaptación de las canciones está realmente trabajada, como pudimos apreciar por ejemplo en su reciente “Outlaw You“, en la que los violines se transforman en punteos de guitarra. Aunque en otras como su conocida “4th of July” no logran obtener un resultado tan positivo, aunque no por ello deja de ser tremendamente disfrutable.
No tardaron en llegar las versiones de dos grandes himnos de su padre: “Freedom to stay” y “Belle of the ball“, además de la genial “Isis” de Bob Dylan. Ya que estaba no hubiera estado de más que tocara el fantástico cover de “Walk of life” de Dire Straits, incluido en The Wolf, pero nunca lo ha hecho, así que tampoco lo esperábamos.
De hecho, si de algo no hubo esperanzas hasta que salimos por la puerta, fue de que hubiera alguna sorpresa. El concierto destacó por su sobriedad, tanto en la puesta de escena y actitud del grupo, como en la respuesta del público, más allá de su mera presencia en Copérnico. No hubo más interacción que los habituales “gracias por venir”, “esta canción se llama…” y “hasta la próxima”, y su setlist fue calcado de una fecha a otra. Lo único en lo que descolocó un poco al personal fue con el setlist que siguió a “White Trash Song“. Jennings decidió soltarse la melena y rendirse a su espíritu hard rockero de la época de Stargunn. De este modo se entregó a la vertiente más experimental del Black Ribbons y en lo que parecía una jam un tanto febril e innecesaria tocó el tema de apertura “Wake up” y el cierre “All of this could have been yours“. Suerte que no quiso que nos fuéramos enfadados y también apostó por “Manifesto No. 1” y “The Gunslinger“.
Sea como fuere, vivimos hora y media de muchos más y pocos menos. Cierto es que se podrían exprimir en directo bastante más el potencial y las capacidades de Shooter Jennings y su banda, pero también lo es que tenemos muy pocas oportunidades de asistir a un concierto así en el sur de Europa. Y viendo los informes de facturación de las promotoras en los últimos doce meses, pinta que cada vez tendremos menos. Pero bueno, no seamos agoreros, que el recuerdo es bueno. Por más como este. Chin, chin.