Lo cierto es que nunca he sido un gran fan de la saga de Star Wars. De hecho, ni siquiera soy fan a pesar de haber visto todas las películas. Una vez. Y sin embargo, desde que me enteré de la existencia de Star Wars In Concert quise presenciarlo. Mi curiosidad se acrecentó al leer varios comentarios vertidos por cierto público de otros países. Como era de esperar, dichas impresiones pertenecían a fanáticos de las aventuras de George Lucas e iban en la onda de “el día más feliz de mi vida” o “lloré de emoción durante todo el concierto”. Pues bien, creo que yo lograré otorgar a la crónica de un poco más de objetividad. En cualquier caso, lo que sí puedo adelantar es que tanto si eres un seguidor talibánico de la Guerra de las Galaxias, como si simplemente has visto alguna de sus películas, este concierto es algo que merece la pena ver.
Para el que se haya enterado tarde y no sepa de que va el tema, decir que Star Wars in concert es la enésima vuelta de tuerca del negociante George Lucas para seguir exprimiendo un poco más la idea que le ha hecho multimillonario a lo largo de todos estos años. ¿Por qué abandonar a su suerte a la gallina de los huevos de oro si puede seguir cagando millones? Pues también es verdad. Este proyecto es un recital épico de dos horas de duración, ejecutado por una orquesta de noventa piezas, y que narra la fantástica historia a través de la banda sonora del maestro John Williams. Además, los temas están elegidos y organizados a través de él para dotar al concierto de coherencia y armonía. Y desde luego la tiene.
Asistimos a la sesión de las seis de la tarde por lo que el público mayoritariamente estuvo compuesto por familias. Padres y niños con espadas láser y alguno que otro disfrazado de jedi. Lo bueno de esta saga inmortal es que abarca a todas las generaciones: los padres que vivieron su estreno a finales de los setenta como una auténtica revolución y los hijos que se han enganchado recientemente al destino de la República. Todos ellos desfilaron por los pasillos del Palacio de los Deportes para admirar la mínima exposición instalada para gozo y deleite de los fans, además de unos cuantos actores disfrazados y un puesto de merchandising oficial. Por supuesto, todo ello abarrotado hasta el agobio de modo que no lo vi, tan sólo intuí su presencia.
Una vez sentados y en medio de un pabellón practicamente lleno (unas 8000 personas), el aviso de que “las luces se apagarán repentinamente” e iluminado el escenario la gran orquesta entra en escena acompañada del director. Una vez dispuesta, primero entona la melodía del THX seguida de la obertura de la 20th Century Fox, como si fuéramos a ver una de las famosas películas. Al sonar las últimas notas la pantalla se ilumina y, como no podía ser de otra forma, “A long time ago in a galaxy far, far away…” Ovación enfervorecida del auditorio para después escuchar la voz de Darth Vader presentar a Anthony Daniels, o lo que es lo mismo, el actor que sudó como nadie dentro del traje de latón que dio vida a C-3PO. En esta ocasión no iba enfundado en él sino en un elegante traje negro de corte inglés. Saludó en español y después hizo una breve introducción de en qué iba a consistir el espectáculo. Básicamente, un recorrido por las 6 películas de la saga a través del que contar, a grandes rasgos, lo que es Star Wars. Para ello se servirían de una pantalla gigante en la que proyectar todas las imágenes al ritmo de la música ejecutada por la orquesta. Y he aquí el mayor problema del espectáculo. Se supone que es un concierto y no un espectáculo de índole visual a través de una pantalla. La imaginería de la misma hizo que la orquesta quedara relegada a un segundo plano. La música resultó ser un mero acompañamiento en sincronía con la selección de escenas de las películas. De hecho, constamente las piezas fueron pisadas por la reproducción de diálogos y eso, inevitablemente, resta calidad al aspecto musical del show. Y en estas circunstancias es inevitable que se preste más atención a la sucesión de imágenes que a los detalles orquestales de modo que estos pasan bastante inadvertidos.
Pero bueno, continuemos con el concierto. El primer tema que realmente ganó en directo fue “Duel Of The Fates“. La fusión de orquesta y coro, en compañía de los efectos de la luz, hicieron que fuera realmente espectacular. Después, el “Tema de Anakin” seguido de “Moisture Farm“. En ese momento, a Daniels le pudo, de forma teatral, su devoción por el personaje que le otorgó la fama y se deshizo en halagos hacia el portento de la tecnología que era C-3PO. No tardó en ser reprendido por el director y esto arrancó la risa del graderío. Más tarde, “The Flag Parade” en su versión extendida y una de las odas al amor de la noche, la bella pieza para arpa “Across de Stars“. La siguió “Battle Of The Heroes” y el coro entró de nuevo en acción para poner alma a las imágenes de la Venganza de los Sith. Estaba claro, tras este momento tocaba el nacimiento del Imperio y su “Marcha Imperial“. Sonó arrollador, desde luego; el clímax del espectáculo que dio paso al descanso.
La segunda parte comenzó con un nuevo gag de Daniels. Entre asteroide y asteroide dejó ver su chaleco dorado para que el famoso robot le poseyese de nuevo. Se llevó un fuerte aplauso y continúo con la presentación. A lo largo de todo el espectáculo demostró muchas tablas y se metió al público en el bolsillo.
Las imágenes encargadas de poner cara a “Asteroid Field” fueron las de la persecución del Slave I al caza de Obi-Wan en El Ataque de los Clones. Seguidamente, el “Tema de Leia” para flauta, “Learn About The Force” y la fantástica “Cantina Band” en la que recreó el tema jazzero del tugurio de Mos Eisley. Totalmente distinto al resto del repetorio, fue uno de los grandes momentos de la noche. Uno de los personajes más emblemáticos de toda la saga es, sin lugar a dudas, el maestro Yoda y por supuesto tuvo su homenaje gracias al “Tema de Yoda“. Después más batallas espaciales, que para eso la historia cuenta una guerra galáctica. “Tie Attack” pone banda sonora al frenetismo de rayos y explosiones que en el Palacio de los Deportes se tradujo en varios conos de láser verde que osciló sobre nuestras cabezas.
Acto seguido, y siguiendo el orden de alternancia entre la acción y el sentimentalismo, el reencuentro entre los hermanos “Luke y Leia“. Le siguió otra battalla, en esta caso la del bosque, con “The Forest Battle” y sus giros constantes y ritmo tribal. Después, otro momento de carácter lacrimógeno para los más fanáticos, la redención de Darth Vader y el concepto del ying yang. En todo lo malo hay algo bueno y en la fuerza oscura se encuentra “Light Of The Force“. El colofón final de la épica historia. De este modo Anthony Daniels se despedía no sin antes volver a hablar en un renqueante castellano y decirnos que la fuerza nos acompañara siempre. Y para engorilar al respetable, “The Throne Room“, momento sonrisas con todos los personajes felices y contentos después de pasar una y mil penurias pero fuertemente enamorados los unos de los otros. El bien siempre vence al mal y todo eso. Ciencia ficción pura, en definitiva.
Durante todo el tema principal se proyectaron bocetos originales sacados de los archivos de Lucas Films así como varias instantáneas de todas las grabaciones de las BSO de la mano de Williams. Y para finalizar, y ahora sí que sí, un bis totalmente inesperado que para mí fue lo mejor de la tarde. Perfecta ejecución de “La Marcha Imperial” y esta vez sin imágenes de las películas ni efectos añadidos, tan sólo planos detalle combinados con otros más generales de la orquesta en lo que fue el único momento en el que fueron los verdaderos protagonistas de la velada.
Recapitulando, lo que pudimos ver esa noche fue, básicamente, un concierto de música clásica para frikis. Un despliegue efectivo, muy emotivo para algunos y agradable para otros, entre los que me incluyo. En algunos momentos, buenos montajes y una perfecta sincronía entre la música y las imágenes, en otros bastante flojos y anodinos, pero en todos ellos con una fantástica orquesta injustamente posicionada en un puesto de acompañamiento en detrimento de la reproducción de escenas y diálogos de las seis películas. En cualquier caso, un espectáculo eficaz y que, aunque dirigido más para seguidores aférrimos que para la gente que simplemente reconoce su relativa importancia en la historia del cine, merece la pena ver. Lo bueno que tiene hacer una película, o saga en este caso, que logra convertirse en un objeto de culto es que vas a contar con la fidelidad más absoluta por parte de sus fans. Si además se trata de frikis, como es el caso, más todavía. Y eso te da la oportunidad de sacar cuantos productos se te antojen para poder seguir engrosando el arca de la productora. Pero bueno, mientras se trate de productos de calidad como este, bienvenidos sean.
Aunque por supuesto no voy a acabar la crónica diciendo que la fuerza os acompañe.
Texto: Javi JB
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