Crónica de The Queers en Gruta 77 — 20/03/14

Pongámonos en situación. No queda mucho para que amanezca y el garito en el que llevas toda la noche bailando está a punto de cerrar. El pinchadiscos pone el último tema y se encienden las luces, en ese momento incómodo en el que los que parecían sexis, ahora parecen despojos. Sólo los más borrachos siguen agitándose en el centro de la pista. Al fin y al cabo, está sonando la mejor canción. Pues bien, algo así fue el último concierto de The Queers.

A estas alturas es más justo decir que fuimos a ver a Joe Queer que a The Queers. No porque ya no toquen los miembros originales, que al fin y al cabo no duraron ni un lustro en el grupo, sino porque en esta ocasión ni siquiera vinieron los miembros que suelen tocar con él en la actualidad: Dangerous Dave, Chris Fields y Lurch Nobody. Recortes de presupuesto, ya se sabe. En su lugar vinieron un colega de Boston y otro de Manresa. Aunque, francamente, qué más da. Joe King, además de ser la voz y la guitarra, es la esencia del grupo y con verle a él tenemos más que suficiente. No es Marky Ramone, para que nos entendamos. Aunque Joe adora a este último casi tanto como a los Ramones. De hecho en sus ratos libres está escribiendo un libro sobre la gira que hicieron con el popular batera en el 2007.

Otra de las cosas que adora Joe Queer es España y siempre que puede se pasa por aquí para cantarse sus viejas canciones junto a nosotros. El problema es que cada vez somos menos y tenemos más canas. Por no hablar de que a nuestro alrededor cada vez hay más ruinas, claro. La idea era deliciosa, como lo son todas las ideas que tratan sobre giras de homenaje a discos míticos. En esta ocasión Joe pilló un vuelo de bajo coste y se vino a repasar ese gran disco llamado ‘Love songs for the retarded‘. Desgraciadamente sólo a un puñado de retrasados nos atrajo la idea y el Love Songs Tour 2014 se vio mermado por la escasa asistencia de público.

En principio la gira del 2009 prometía ser la última que tuviera lugar por Europa, pero cuatro años después The Queers regresaron de nuevo para grabar su disco en directo de infame nombre ‘Olé Maestro‘ en Gruta 77. Entonces sí que parecía que se trataba de una despedida, pero a Joe le encanta marcase faroles, así que aquí les tuvimos de nuevo. Y nos encanta que así sea. De hecho esperamos que no deje de hacerlo y podamos seguir despidiendo por mucho tiempo a uno de los mejores grupos de la historia del punk pop.

A pesar de que se trataba de un concierto basado en el citado álbum, tocaron las canciones desordenadas, haciendo gala de su desparrame habitual. La de Madrid trataba la última fecha de la gira y al día siguiente cruzaban el charco. En el último concierto del tour unos grupos desfasan al máximo, pero otros llegan ya cansados, como fue este caso. De modo que en sesenta minutos despacharon la media hora que dura el ‘Love songs for the retarded’ y en la otra media la dedicaron a tocar algunos de sus mayores himnos. Del álbum de 1993 destacaron especialmente la canción que lo abre “You’re Tripping“, el clásico “I Hate Everything“, las cachondas “Ursula Finally Has Tits” y “I Can’t Stop Farting” o la demencial “Monster Zero“, sin desmerecer tampoco a “Fuck This World“, “Hi Mom, It’s Me” o “Noodle Brain“. Cuando un setlist tan genial responde a un tracklist igualmente genial, uno se da cuenta de lo cojonudo que es ese disco.

En cuanto al resto de sus clásicos tampoco faltaron las imprescindibles “This Place Sucks“, “I Wanna be Happy”, “Love, Love, Love“, “Another Girl” o, cómo no, “Punk Rock Girls” y su pegadizo yummy yummy. Aunque hay que reprocharles, eso sí, que se dejaran en el tintero “Tamara is a Punk“, aunque nos compensaron con la versión de sus colegas Screeching Weasel, “Cindy’s On Methadone“.

Para finalizar, y a modo de entrañable anécdota, un enorme caballero que había concentrado todos sus esfuerzos en robar púas a Joe durante todo el concierto, a punto estuvo de llevarse la guitarra cuando el grupo se metió al camerino segundos antes de terminar el repertorio con el bis. Tras un what the fuck y sin rencor alguno, el paciente cantante le regaló la púa que aseguraba que le había acompañado a lo largo de toda la gira. Acto seguido el colega del caballero grandote decidió bañar en cerveza al resto de la concurrencia. Y de este modo nos fuimos a casa, pringados en zumo de cebada y con esa sensación de que la música de un grupo como The Queers puede convertir un concierto mediocre en un concierto inolvidable.
Texto: Javi JB
Fotos: Marti Pérez
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