Hay veces en las que los barcos pasan y no puedes hacer nada para evitarlo. No puedes tirarte al mar y nadar detrás de ellos. No queda más remedio que quedarte en el muelle agitando un pañuelo, sentarte sobre tu maleta y esperar al siguiente. En términos nostálgicos, musicalmente hablando, a mí me cuesta resignarme y reconocer que si no pude ver a determinados grupos que me gustaban en la adolescencia es algo inútil verlos en la actualidad. Incluso aún cuando me quedara en los discos que grabaron hace una década pero hoy en día tengan poco, o nada, que ver conmigo. Al grano, que quise sacarme la espina clavada por no haber visto nunca a Zebrahead en concierto y después de verles, ahí sigue, qué le vamos a hacer.
En Madrid, una ley absurda prohíbe a los menores de 18 años entrar en una sala de conciertos, como todos sabemos. De modo que lo único que se puede hacer al respecto es, o bien recurrir a métodos ilegales para poder colarse, o bien quedarse en casa maldiciendo al inventor de esa gilipollez restrictiva. Por suerte, se están comenzando a poner en marcha iniciativas como el ciclo de conciertos Under Eighteen o la posibilidad de que en salas como Penélope, y me consta que es la única, no se venda alcohol durante las actuaciones y, de esta forma, puedan acceder los menores de edad. Este concierto fue apto para todos los públicos y gracias a eso todos los púberes que quisieron pudieron ir a ver a Zebrahead. Pero no fueron muchos, y una vez más volvió a registrarse una venta bastante pobre. Pero bueno, los que estuvieron se entregaron en cuerpo y alma. Algunas niñas con más pasión que otras, eso sí. Y es que derroche de talento no sé si hubo mucho, pero de hormonas todo y más…
El año pasado, Zebrahead visitaron España, pero no Madrid, y ya tocaba ya que, tras catorce años de existencia, el 21 de abril fue su primera vez. Les acompañaban en la gira el rapero californiano MC Lars, y unos desconocidos llamados Attack! Attack!. Tras navegar un poco por Internet pude saber que el primero se autodenomina creador del género “post-punk laptop rap”. Muy bien, colega. No me quedaron ganas para seguir indagando de modo que pasé a los siguientes. En primer lugar me topé con estos, que se llaman igual, y no exagero si digo que estuve a punto de fibrilar. Pero no, resulta que estos Attack! Attack! son otros. Dio un poco igual porque al empezar tan pronto llegamos minutos antes de que empezaran Zebrahead.
Poco antes de que los americanos salieran a escena, decenas de quinceañeros, y sobre todo quinceañeras, se oprimían las unas a las otras contra el anti-avalanchas. Toda la chavalería estaba agolpada en la parte delantera del escenario y visto desde atrás eso daba aún más sensación de vacío a pesar de estar completo el medio aforo de la sala. Cuando saltaron sobre las tablas la agudeza del chillido conjunto a punto estuvo de quebrar los espejos. “Hell Yeah!” fue el tema inicial, uno de los principales hits de su último disco, Phoenix, que dio paso a la canción de título interminable, “Two Wrongs Don’t Make a Right, but Three Rights Make a Left“. Y a partir de ahí, un repaso exhaustivo y totalmente seguido de su álbum más reciente. De hecho, el bloque con nombre de pájaro mitológico sólo fue interrumpido brevemente por la genial “Jag Off“, el único tema del que se acordaron de su amarillento debut.
El frontman, Ali Tabatabaee, no tardó en quitarse la camiseta para lucir su depilado y moldeado torso. Calor en el escenario no sé si hacía, pero en el público seguro que subió la temperatura gracias a las calenturientas chiquillas que se agitaban convulsas con cada chiste del señor tabataba. Y está claro que los chicos de Zebrahead disfrutan de lo lindo con el chorreo pokemon, o dicho de otro modo, están más salidos que el rabo de un cazo y desde luego no se esfuerzan mucho en disimularlo.
Cuando pensábamos que se iban a limitar en tocarse Phoenix de forma íntegra, cambiaron de tercio y con “Postcards from Hell“, de Broadcast To The World, dieron paso al bloque MFZB, el último disco de Zebrahead que escuché con atención allá por el 2003. Ejecutaron cuatro temas del mismo, “Falling Apart“, “Into You“, “Hello Tomorrow” y “Rescue Me“. Llevan el setlist más que preparado para la ocasión y la verdad es que un poco de alternancia no les haría ningún daño. La acústica de Penélope emborronó un sonido no muy pulido de por sí y hay veces en las que costaba trabajo saber que canción estaban tocando. Es curioso que el cantante principal, responsable del apartado más rapero del grupo, queda totalmente eclipsado —en cuanto a aptitudes vocales- por el único componente no-original de Zebrahead, Matty Lewis, que sustituyó a Justin Mauriello en el 2004.
Despidieron el show con la esperada “Playmate of the Year“, el hit que les dio la fama a principios de la década pasada. Más cachondos que el cenicero de un bingo les dio por salpicar toda la canción con la plegaria “¡Chochos!” que por supuesto las niñas gritaron grito pelado con ellos. ¡Chochos, chochos, chochos! Y abandonaron el escenario. Tremebundo. No tardaron en salir para despedirse con tres bises: “The Juggernauts“, otra canción del último disco que cantaron conjuntamente con un MC Lars y unos Attack! Attack! más contentos que unas pascuas, y sus dos últimas concesiones al Broadcast To The World, “Here’s to you” y el cierre definitivo, “Anthem“.
Y más pronto que nunca, puesto que la apertura de puertas fue a la hora de la merienda, llegamos a cenar a casa con la sensación de haber pasado la tarde con una tropa de asaltacunas pachangas de la Mtv muy ruidosos aunque poco mordedores. Musicalmente hablando, claro. Queríamos una buena fiesta regada de temazos de discos tan imprescindibles en las barbacoas veraniegas de hace una década como el Yellow Album, el Wasted Of Mind o el Playmate of the Year, pero nos topamos con un grupo totalmente reformado, y más circense que otra cosa, ejecutando a trompicones canciones que ni nos van, ni nos vienen. Y es que eso, de lo que hablaba al principio, que el barco de nuestra generación Punk popera ya pasó y llegamos tarde una vez más. El resto del público parece que se lo pasó bien así que nada, demos paso entonces a los adolescentes de hoy y que sean ellos los que salten al ritmo del chocho loco.
Texto: Javi JB
Fotos: Pat Blanco