Si hubo un lugar en el que había que estar en el pasado Halloween, ese fue el BIME Live. Un festival enclavado en el espectacular BEC! De Barakaldo (Bizkaia), al ladito de Bilbao para los más perdidos en geografía, que este año celebraba su segunda edición y a la que podemos calificar de sobresaliente. Actuaciones como las de Imelda May, Billy Bragg, Placebo, The National, Macy Gray o Basement Jaxx nos hicieron pasar un fin de semana inolvidable de festivaleo, en una época en la no hay festivales y ya debería haber llegado el invierno. Sin embargo, aquellos fueron los dos últimos días de calor en España. Porque hasta el tiempo se puso de acuerdo con la organización para que todo fuera perfecto.
La primera artista a la que pudimos ver en la jornada del viernes 31 de octubre inaugurando el teatro (el escenario más especial de todo el festival y en el que pudimos ver las propuestas más intimistas) fue esa enigmática adolescente escondida tras el nombre de SOAK. Es de Irlanda del Norte, tiene 18 años y ya lleva dos dando que hablar en el underground británico. Frente a un centenar de personas y con solo tres EP’s bajo el brazo, nos abrió su corazón armada únicamente con su guitarra acústica y su generoso derroche de dulzura y melancolía.
Y de la tranquilidad a la agitación, ya que los encargados de inaugurar el escenario principal situado frente al teatro, con un pasillo de separación mediante, fueron los daneses Go Go Berlin. Guitarreo ochentero que en directo se torna mucho más cañero que en disco, pero que aún sigue sonando igual de hortera. Mucha entrega y pasión en un concierto que fue bastante más divertido de lo que esperábamos. No ocurrió lo mismo con el dúo We Cut Corners, que sustituyó a Jeff The Bortherhood, después de que estos se cayeran del cartel. Desgraciadamente para ellos no lograron suscitar mucho interés, por no decir nada, y la mayoría aprovechó para ir a ver los stands de discos o comenzar a darle al kalimotxo en las barras. Lo más interesante de su repertorio fueron las versiones que hicieron de “Helter Skelter” de los Beatles y “Mandinka” de Sinead O’Connor. Pero bueno, hablando de los stands, fantástica colección de recopilatorios bakalas de los noventa a la venta por tan solo un euro. Era difícil resistirse.
Llegado este punto se subió al escenario la que, en nuestra humilde opinión, es la vencedora del BIME 2014. No podía ser otra que Imelda May. Bajo su nombre escrito con sangre en la pantalla que hacía las veces de lona, y caracterizada como la Morticia Addams del rockabilly que es, salió al escenario arropada por la ovación de un público muy numeroso, por primera vez en toda la jornada. No solo ella quiso disfrazarse para celebrar la noche de los muertos, ya que su banda siguió el ejemplo y el resto salió caracterizado de fantasma, carnicero o monje zombi. Imelda abrió con “Tribal” presentación oficial de su último y exitoso disco de estudio, y desde ahí todo fue electricidad y sensualidad a partes iguales. Comenzó algo fría pero acabó prendiendo fuego a todos los espectadores. Es imposible resistirse al encanto de una artista que se come el escenario de esa manera y que, como cantante, simplemente encarna la perfección vocal. Repasó ‘Tribal’ de pe a pa, pero es tan bueno, que no nos importó que esto significara dedicar menos tiempo a sus anteriores discos. Eso sí, su actuación no llegó a la hora y eso hizo que nos supiera a demasiado poco. Así que nada, ya ardemos en deseos de verla otra vez en acción y cruzamos los dedos para que sea en el Azkena Rock.
El siguiente turno fue para Thurston Moore, ex-Sonic Youth que se encuentra de gira presentando su disco en solitario ‘The Best Day’, y que se desata como nunca en su vertiente más rallada y experimental. Mucha distorsión y cacharreo bajo el cual pudimos vislumbrar retazos de lo más interesantes. Resultó un concierto molesto, pero aún así hipnótico. No disfrutabas con lo que escuchabas, pero aún así agitabas la cabeza al ritmo. Nos recordó al Tumaco de los Simpson. Más accesible, pero también más densa en su monotonía soul, resultó la diva Macy Gray. Engalanada con una boa azul y su inconfundible voz quejumbrosa, nos presentó buena parte de su último álbum ‘The Way’. Hubiera ayudado más que nos mostrara su vertiente más RnB y hip hopera, pero se decantó demasiado hacia su lado más soul, que después del huracán Imelda se antojó algo tedioso. Eso sí, momentos como “I Try“, “Bang Bang” o la versión de “Creep” de Radiohead bien valieron nuestra asistencia frente a ella. Todo un derroche de clase y elegancia. Mientras tanto Anna Calvi, tras un considerable retraso, se dedicó a dormir a las ovejas, con gran intensidad eso sí, en el anfiteatro.
A esas horas ya necesitábamos mucha mandanga, así que nos encaminamos al Stage 2 para ver a Basement Jaxx, convencidos de que ellos se encargarían de proveernos de un poco de bailoteo. No nos equivocamos y Felix Buxton y Simon Ratcliffe se encargaron de hacernos menear las caderas, o más bien, toda la cuadrilla que les acompañaban, ya que ellos quedaron en un segundo plano para ceder el protagonismo a las vocalistas negras y asiáticas que acabaron contagiándonos, en la medida de lo posible, su frenetismo. Big beat, gospel, drum and bass… hubo de todo, aunque sobre todo tropicalismo. Echamos en falta algo de contundencia y era curioso contemplar como los artistas bailaban con mayor ímpetu del que el ritmo exigía, aunque si hay algo que no consiguieron fue aburrirnos, a pesar de la linealidad general que definió el repertorio.
Tras ellos llegó la hora del plato fuerte de la jornada: Placebo. El comienzo del concierto formado por “B3“, “For What It’s Worth” y “Every You Every Me” no hacía presagiar que nos íbamos a quedar todos con hambre al final del setlist, pero así fue. Este año están celebrando sus dos décadas como grupo, pero la suda. Ellos estaban allí para hablar de su disco, concretamente el mediocre ‘Loud Like Love’ que sacaron hace más de un año, y eso es lo que hicieron, basando prácticamente la totalidad del repertorio en su tracklist. Es lo que tienen las ponzoñas conceptuales, que a los que las componen les gusta tocarlas en su totalidad. En el último tramo y para no salir abucheados decidieron tocar temas como “Meds“, “The Bitter End“, “Infra Red” o “Running Up That Hill” de Kate Bush. Y poco más. Hay que decir eso sí que, a pesar de su desidia, su ejecución fue cristalina e incluso disfrutable. Aprobado raspado.
SÁBADO
Decidimos comenzar la segunda jornada del BIME del 1 de noviembre con los burgaleses La Maravillosa Orquesta del Alchohol, más conocidos como La M.O.D.A. Les conocemos desde aquellos días en los que sólo íbamos a verles tocar en directo sus amigos. Ahora agotan entradas y tocan en festivales por toda la Península. En este sin ir más lejos abrieron el escenario grande ante una generosa audiencia para tratarse de las siete de la tarde y una vez más hicieron las delicias de todos los allí presentes. Antes cantaban en inglés, pero sabiamente se pasaron al castellano para que no fueran los únicos que cantaran en sus conciertos. Su sugerente mezcla de rock and roll, folk, pop y punk en forma de canciones como “Nómadas“, “Los hijos de Johnny Cash” o “Vasos vacíos” gana enteros en directo y resulta realmente disfrutable. Ahora a seguir creciendo.
Algo que sin duda también están haciendo The Orwells, la jovencísima formación de Chicago, que repite la fórmula de grupos como los Strokes. Más de lo mismo y ejecutado a trancas y barrancas, aunque con el ímpetu suficiente como para que al menos te llamen la atención. Poco después en el anfiteatro le tocó el turno a Chris Garneau. Pop-folk barroco ejecutado con su cautivadora voz y su piano. Canciones de invierno y una versión de Elliott Smith. Buen concierto. Exactamente el antónimo de lo que hicieron Mando Diao. Descamisados y pasados de vueltas su directo se ajustó a su nueva corriente de poperismo ochentero y chabacano, en detrimento del guitarreo de antaño. Nunca nos parecieron gran cosa, pero ahora resultan bastante sonrojantes.
The Kooks, por su parte, lo hicieron mucho mejor, sin hacer gran cosa. Son un refrito de la música popular británica de las últimas cinco décadas, pero al menos lo hacen con cierta clase. Temas como “Ooh La“, “Naive” o su mayor hit “She Moves in Her Own Way” te hacen pasar un rato agradable, tanto con sus baladas, como son sus canciones más guitarreras y pegadizas. Al rato ya te has olvidado de ellos, pero mientras tanto resultan un buen acompañamiento del katxi de cerveza.
Acto seguido nos vimos obligados a elegir entre Mogwai y Billy Bragg. Ambos nos apetecían mucho, pero no nos quedó más remedio que rendirnos ante el maestro. Uno de los cantautores con más actitud del mundo es alguien a quien simplemente no se debe ignorar. Además, le colocaron en el anfiteatro, como no podía ser de otra forma, así que fue un deleite absoluto, a pesar del chorreo permanente de gente durante todo el concierto. Para la próxima edición sería de agradecer que tuvieran un mayor control de los accesos en este escenario. Ciñéndonos a las canciones que nos regaló junto a su magnífica banda, destacamos las infalibles “Sexuality“, “All You Fascists“, “Power in a Union“, “I Keep Faith“, “Sexuality“, “A New England” o la versión del “I Ain’t Got No Home” de su gran inspiración Woody Guthrie. Además, entre copla y copla, no dejó de mencionar algunos aspectos de la política internacional actual, como su apoyo a Podemos en las Elecciones Europeas, tras el avance de la ultraderecha, o la celebración del referéndum por la independencia de Escocia. Sin duda alguna de lo mejor todo el fin de semana.
The National eran el mayor reclamo de todo el festival y lograron que hasta a los que les daban igual se congregaran frente al escenario principal. Además en esta ocasión contaban con una confirmación de última hora en su espectáculo y no era otra que la participación de Surfjan Stevens en el sarao. Al final no fue más allá de lo anecdótico dado que no se movió de un discreto segundo plano, y su única aportación palpable fueron unas discretas notas de su conocida “Chicago” que no muchos percibieron. El concierto de The National estuvo a caballo entre la fascinación y el sopor, aunque en líneas generales ganó la primera sensación. El frontman, Matt Berninger, está cada día más atormentado y cuando menos viene a cuento le da por golpearse con el micro o pegar unos alaridos que en lugar de acrecentar la intensidad de las canciones lo que hace es romper su encanto. Eso sí, cuando le da por coger las cámaras de los fans para frotarse el mondongo con ellas tiene bastante más gracia. Eso sí, con temas de la calidad de “I Should Live in Salt“, “Alligator“, “‘I Need My Girl“, “Boxer“, “Graceless” o “High Violet” cuesta no sentirse embriagado por ellos. El acertado final estuvo protagonizado por toda la banda interpretando en acústico “Vanderlyle Crybaby Geeks” al borde del escenario, frente a un mar de brazos y flashes.
A estas alturas de la noche pensábamos que ya estaba todo el pescado vendido y desde luego no esperábamos mucha brillantez en el resto del programa. Nos equivocamos y La Roux resultó ser una agradable sorpresa final. El synthpop que puede resultar ciertamente pasteloso y superficial en disco, se transforma en una opción de lo más bailable e incluso deliciosa por momentos cuando la pelirroja (seguramente una hija no declarada de Bowie y Tilda Swinton) y su panda de maniquíes la ejecutan sobre las tablas, de forma tan impecable que cuesta creerlo. Así que nada, sin apenas tiempo para darnos cuenta nos encontramos danzando cual petardas al ritmo de canciones como “In For The Kill“, “Sexoteque“, “Kiss And Not Tell” o su mayor hit “Bulletproof“. Un broche tan estupendo que será con esta impresión con la que cerramos, aunque eso suponga obviar la actuación de los quiero y no puedo de Holy Ghost!. En fin, que por aún no ha quedado claro, lo pasamos en grande. Nosotros y las otras 20.000 personas que se pasaron por el BEC! Entre el viernes y el sábado. Por nuestra parte, ya confirmamos nuestra presencia para la próxima edición, cuya celebración por cierto, ya ha confirmado la organización. No podemos más que desearles los mayores éxitos venideros.
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