Crónica del Electromar 2014

En esta ocasión no se tiró la casa por la ventana como hace dos años. Ni hubo zona VIP, ni piscina, ni nombres de la talla de Orbital, pero quedémonos con lo más importante: Torrevieja volvió a recuperar su festival, el Electromar. Cita levantina imprescindible para todo aquel al que le guste menear las caderas al ritmo de la mejor, o más mediocre, música electrónica. Porque hubo de todo y eso define el carácter heterogéneo de un festival, que es como más nos gusta que sean los festivales: para todos los gustos. De las 8.000 personas que se acercaron al parque Antonio Soria de la citada ciudad alicantina, la mayoría fueron veinteañeros (con una gran representación femenina, muy por encima de los eventos de este tipo en España) y en menor medida, un buen puñado de treintañeros amantes del techno de toda la vida.

Para los enviados de esta casa el sarao comenzó con el único grupo de hip hop incluido en el cartel: SFDK. Uno podría pensar que iban a estar bastante perdidos en un cartel repleto de dj’s chunderos, pero nada más lejos de la realidad. Con los últimos rayos de sol del día, el MC Saturnino, más conocido como Zatu, salió con su garra habitual al escenario para vomitar su flow encima de una legión bastante digna de seguidores. Sabiamente decidieron apostar por sus mayores hits y dejarse de experimentos, para dejar paso ahora sí al electro-house de Rex The Dog. Música idónea cuando estaba comenzando la noche y resultó ser una clase de elegancia en vista de lo que vendría después en cuanto a este género se refiere.

Por su parte y ya en la carpa, Steve Lawler prefirió no tirar por sus derroteros más oscuros y apostó por el house tribal que tanto le gusta, aderezado con algún que otro toque progresivo. Es decir, las antípodas de JP Candela, situado en el escenario principal y que desplegó su house verbenero para alegría de la mayoría del público, un tanto aletargado hasta que el EDM comenzó a chorrear por los bafles. Mejor apostar por Nic Fanciulli, aunque tienda a pecar de tibieza y lienalidad. Lamentablemente nos dio lo esperado y aportó más bien poco hasta que llegó el gran Solomun. El bosnio nos regaló una sesión brillante, a la altura de las expectativas, que para algo lleva atesorando premio tras premio desde hace tres años. El mejor deep house del mundo fue un bálsamo para nuestros oídos a esas alturas de la velada. Sin arriesgar demasiado, pero regalándonos guiños funkies y seductoras melodías, hizo que a partir de ese momento ya todo nos pareciera bien.

Emborrachados de buen rollo, hasta los franceses Dirtyphonics y su hortera propuesta basada en los sonidos dubstep, electro y drum and bass más chatarreros, nos hicieron pegar unos cuantos botes. Quedaron inevitablemente interrumpidos por el paripé de la entrega del “Barco de Sal”, uno de los premios emblemáticos más importantes que entrega el Ayuntamiento de Torrevieja, a Steve Aoki. No sabemos muy bien por qué, pero el caso es que el Concejal de Cultura y el omnipresente Dj Nano (que no paró de repetir que ese premio también se lo habían dado a Shakira) se lo entregaron antes de la esperadísima, y aquí hablo por la mayoría, sesión del japonés. Iba sobrado de tartas, así que no tiró el premio al público. En lugar de eso hizo lo que mejor sabe hacer: dar espectáculo. No, pinchar no es. De hecho su técnica es terrible, pero su público no es demasiado exigente, así que todos contentos. Por lo demás, mucho chunda chunda, mashup matraquero y sobre todo, nata montada, barcas hinchables y toda la parafernalia. Muy festivalero, eso sí.

No hemos hablado de la carpa pequeñica pero es que hasta que comenzaron Pet Duo, a eso del amanecer, tampoco es que pasáramos mucho tiempo allí. Ni nosotros ni nadie, desgraciadamente, ya que apenas cincuenta personas se congregaron en ella durante toda la noche, a pesar de propuestas bastante interesantes como las de Dubpaper, Karretero, Álvaro Martín o Dj Nuke. Los brasileños demenciados hicieron lo de siempre: un despliegue del techno más animal al que, a fuerza de tragárnoslo en todos los festivales, le estamos empezando a coger el gusto y todo.

Al menos resultó más divertido que el directo de Gaiser, poco pistero y algo anodino, hasta que Ben Sims nos regaló un contundente cierre y al servicio del techno más sobrio y efectivo cuando el sol ya ha asomado el hocico. Así que nada más, salvo nuestra enhorabuena a la organización por una noche llena de grandes momentos, un buen ambiente y ningún incidente digno de mención.


Texto: Javi JB
Fotos: Marti Pérez & Electromar

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