El sábado es el día en que a uno le gustaría quedarse durmiendo hasta tarde, después de dos jornadas de conciertos y tres noches de acampada en Wacken. Pero por delante hay una jornada prometedora en lo que a conciertos se refiere. El sábado acaba siendo el día en que uno tiene que salir de un salto de la cama -el saco de dormir- y correr a ver actuaciones como las de Avantasia, Motörhead y Children of Bodom, así como conciertos de grupos no tan conocidos, pero no menos interesantes, como el de los noruegos Shining.
Moonsorrow
Como ya hicieron Ensiferum el viernes, los también finlandeses Moonsorrow abrieron el Black Stage el sábado. Pero a diferencia de los de Petri Lindroos, Moonsorrow ofrecieron un concierto de folk más atmosférico y de desarrollos largos en unas canciones de nombres impronunciables, casi imposibles de recordar por su críptico finlandés. Aunque su folk no conseguía animar tanto como el de Ensiferum, lo de Moonsorrow era el sentimiento épico, a base de unos teclados con mucho protagonismo. Pero para cerrar recurrieron a la música de taberna de su canción ‘Köyliönjärven Jäällä’. En definitiva, un folk no tan típico y mucho más interesante.
El cansancio acumulado dio para escuchar a lo lejos la contundente descarga de death metal de Kataklysm y el excéntrico metal de los japoneses Dir En Grey.
Mayhem
Para un profano del True Norwegian Black Metal, el principal reclamo para acercarse a ver a Mayhem era ver a Hellhammer, el reconocido batería noruego que ha pasado por formaciones como Arcturus y Age of Silence. Y sólo por eso mereció la pena verlos, pero excepto para los blackers más acérrimos, lo de los noruegos acabó siendo cansino. Mención aparte merece la puesta en escena del grupo y la actitud del cantante. Aunque ya se sabe que el black metal es anticristiano por naturaleza, no hay necesidad de llevar en la mano un Cristo al revés. Creencias aparte, tanta insistencia acabó siendo ridícula, pero al fin y al cabo es la pose que vende.
Shining
Uno de los puntos fuertes de Wacken son los pequeños grupos que en España resultarían casi imposibles de ver (con los que, por cierto, mantuvimos una entrevista que pueden leer aquí). Como Sòlstafir, The Devil’s Blood o Ihsahn el año anterior, los noruegos Shining eran esta vez uno de estos grupos. Ésta era una razón de peso para perderse el concierto de Iced Earth y encaminarse al WET a ver la mezcla de jazz y metal extremo de los noruegos. Durante media hora, que dedicaron exclusivamente a su último álbum, ‘Blackjazz’, ofrecieron una actuación llena de caña y energía con su distintivo sonido, que consigue atrapar más en directo que en disco. Abrieron con ‘Madness and the Damage Done’, pero hasta la segunda canción, ‘Fisheye’, con sus teclados y su toque industrial, el cantante Jørgen Munkeby no dejó la guitarra para coger su saxofón. Todavía con él, desató la locura en ‘Healter Skelter’ y para cerrar optaron por un guiño al público progresivo con su versión extrema del clásico de King Crimson, ’21st Century Schizoid Man’. En el terreno de lo musical, lo de Shining fue lo más interesante y sorprendente de todo Wacken.
A diferencia del True, el Black y el Party Stage, el WET es el único que no va sincronizado, por la menor duración de sus conciertos, por lo que aún dio tiempo a ver el final del concierto de Iced Earth, el último que darían los estadounidenses con su cantante. Era impresionante ver la potencia de voz de Matt Barlow y el público no paraba de corear su nombre. Ya al final, al borde las lágrimas, Barlow se despidió con el tema homónimo de la banda, ‘Iced Earth’, y a nadie le importó que se pasara unos minutos del tiempo, algo poco frecuente en Wacken.
A continuación había dos opciones muy jugosas: los noruegos Vreid y los brasileños Sepultura. Pero Shining había accedido a conceder una entrevista después de su actuación, por lo que al final no hubo que enfrentarse a la difícil decisión entre esos dos grupos. Tras la entrevista, que pronto estará disponible, dio tiempo a ver el final de Sepultura, por una cuestión de cercanía. No está nada mal pasar por allí y encontrarse con un ‘Roots Bloody Roots’, que, aunque no contaba con ninguno de los hermanos Cavalera, sonó tan contundente como debía sonar ese clásico de los brasileños.
Avantasia
Ya a última hora de la tarde, primera de la noche, llegaba uno de los platos fuertes de Wacken, uno de esos conciertos que diferencian a la cita alemana de otros festivales: Avantasia. Tobias se siente en Wacken como en su propia casa y a su lado desfilaron cantantes de la talla de Jorn Lande, Michael Kiske, Bob Catley, Kai Hansen y Amanda Somerville. Su actuación empezó con las dos primeras canciones de su anterior disco, que ya habían presentado en ese mismo escenario tres años atrás. Entonces no se oyó la voz de Jorn Lande durante los diez minutos que duró ‘Scarecrow’, pero esta vez la voz del noruego por fin sonó, y como tenía que sonar, de maravilla. A lo largo de una hora y media que pasó volando, predominó el metal melódico de los tres últimos discos frente al power metal de los dos primeros, aunque incluyeron ‘Reach Out for the Light’, con la presencia de Michael Kiske; ‘Farewell’, cantada a dúo por Amanda Somerville y Tobias, y ‘Avantasia’. Como suelen hacer siempre, concluyeron con ‘Sign of the Cross’ y ‘The Seven Angels’ con todos los cantantes en el escenario. Puede que el concierto de hace tres años les saliera más redondo, pero ver a Avantasia es algo poco frecuente y siempre emocionante.
Después del concierto de Tobias y su séquito, empezaron a anunciar por las pantallas los primeros grupos de la próxima edición: Scorpions, UDO, Ministry -¿no se despidieron ya en el Kobetasonik hace tres años?-, Gamma Ray, Cradle of Filth, Amon Amarth -muy coreado- y Hammerfall.
Motörhead
A estas alturas todo el mundo sabe la música que hacen Lemmy y compañía: lo suyo es un rock sucio y directo. Y eso llevaron a este Wacken que por fin les ponía en horario de noche. Lemmy levanta pasiones -y también sostenes-, y con su voz rota y sus acordes de bajo fue tocando sus clásicos y alguna canción que otra de su último disco, ‘The World Is Yours’, mientras entre tema y tema se mostraba muy comunicativo. Hay quien los ama y hay quien los detesta, pero, según algunos de sus seguidores, dieron muy buen concierto. Como manda la costumbre, el trío británico cerró con ‘Ace of Spades’ y ‘Overkill’.
Children of Bodom
Para despedirse de esta vigesimosegunda edición de Wacken, nada mejor que el concierto de los finlandeses, siempre muy queridos en tierras europeas. Dejaron caer todas las canciones de su último disco al principio del concierto, aunque intercalaron el ya clásico ‘Bodom Beach Terror’, y luego ya siguieron con el que ha sido el repertorio habitual de sus conciertos durante los últimos años. Dio igual que durante ‘Living Dead Beat’ empezara a caer toda una ducha de agua, el público siguió allí en pie, aunque más pendiente de ponerse sus chubasqueros. Lo que ocurre con Children of Bodom es que todo gira en torno a su líder, Alexi Laiho, y desafortunadamente esa noche estaba apático, quién sabe si borracho, o quizá poco inspirado, pero el caso es que lo de los finlandeses en este Wacken acabó siendo algo flojo.
La técnica de Alexi y todo lo que salía de su guitarra fue, como siempre, perfecto -¡y sus solos doblados con el teclado de Janne!-, pero la voz y la actitud le fallaron mucho, y también el sonido general del grupo. Eso sí, para los nostálgicos, fue emocionante escuchar el ‘old school Children of Bodom’, como dijo Alexi: su canción homónima, seguida de ‘Hate Me!’ y más tarde ‘Follow the Reaper’. No terminaron como ‘Downfall’, como solían hacer antes, y fue mucho más acertado, como hacen ahora, poner fin a todo con su himno ‘Hate Crew Deathroll’.
Cerraban el festival Subway to Sally, pero gran parte del público ya se alejaba de allí bajo la lluvia, muchos con el chubasquero con la calavera del Wacken que regalan dentro de la Full Metal Bag de la entrada. Ya desde esa madrugada, la gente iba abandonando la zona de acampada rumbo a sus ciudades. Y por megafonía anunciaban autobuses con destinos muy interesantes: Uppsala, Estocolmo, Oslo…
A la mañana siguiente todo eran despojos en Wacken: basura, sillas, sacos de dormir, tiendas de campaña… ¡incluso algunas ardiendo! Aquello parecía un pueblo fantasma. Hay quien dice que vio el agujero de una tumba cavado con flores en su interior, una visión coherente para un festival como Woodstock, pero sin duda desconcertante para Wacken. La edición de este año ya iba quedando atrás… ¡bienvenida sea la siguiente!
– Crónica de la Primera jornada de Wacken>>
– Crónica de la Segunda jornada de Wacken>>
Crónica: Miguel Esteban Rebagliato / Fotos: Patricia Herrero
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