Una vez más el festival de electrónica más importante de la capital prometía mucho y nos lo dio. El Klubber’s Day, que de nuevo no fue un día, sino tres (16, 17 y 18 de marzo), cargados por igual de un espectacular plantel de artistas nacionales e internacionales. Techno, house, trance, minimal y demás sonidos electrónicos a lo largo de una edición con altibajos, como no puede ser de otra forma, pero que, en líneas generales, nos dejó satisfechos, con inmejorables recuerdos y un tremendo dolor muscular.
Prendida la noche del jueves, la pista principal del Madrid Arena perdió su inocencia con Fritz Kalkbrenner, hermanísimo de Paul (que volverá a Madrid en el Klubber’s Meeting del próximo 14 de abril) y que lleva en sus vinilos la más pura esencia de la familia. Desgranó tanto su último disco como el EP que acaba de publicar, aunque lo hizo sólo durante 60 minutos y sin excesiva concentración. Aún así, hubiésemos disfrutado al máximo de su live lleno de momentos como el “Facing The Sun” si no hubiera sido porque el sonido fue nefasto, más de volumen que de nitidez. Estaba tan bajo que no hacía falta levantar la voz para que te escuchar al colega que intentaba bailar a un metro de ti. Afortunadamente, esto cambió según avanzaba la noche, aunque si tenemos que quedarnos con un sonido, lo hacemos con el Arena Club y Ryan Elliot.
El fenómeno de Detroit nos ofreció la mejor sesión de toda la noche, gracias a un techno exquisito facturado con un estilo puramente berlinés. Elliot logró la ambiciosa combinación entre la clase electrónica y el enardecimiento de las masas. El testigo lo cogió la encantadora Nina Kraviz y aunque la ácida selección minimalista y de tintes melódicos fue más que correcta, hay que reconocer que lleva con más gracia la minifalda con la que hipnotizó al público, que la mesa de mezclas. Mientras tanto, en el pabellón principal, fue nuestro activo más potente, en lo que a techno se refiere, el señor Óscar Mulero, el que hizo vibrar a los amantes más puristas del género. Con una transición ambiental como introducción dio paso a la oscuridad machacona que le caracteriza y construyó una serie de poderosas atmósferas que llenaron pista hasta los topes.
Por su parte, Matthias Tanzmann, reventó la sala Basement fuerza de sobrio deep house. Quizá demasiado sobrio, aunque nada comparado con Marcel Dettman & Ben Klock, que volvieron a sumirnos en un bucle infinito de dureza techno, tan efectiva en el aspecto técnico como en el tedio que supuso. No cabe duda que el prestigio les precede, pero ya son muchas oportunidades las que les hemos dado y francamente, nunca sorprenden lo más mínimo en directo. Con ellos y una noche que se pasó volando nos fuimos a descansar, el Klubber’s 2012 no había hecho más que empezar.
Ya desde primera hora del viernes se pudo ver mucha más afluencia de gente que el día anterior en los alrededores del Madrid Arena. Precedidos por la sapiencia equilibrista de Jochen Miller y la compacta puntería de Dixon, Monolake nos deleitaron con el set de mayor inteligencia electrónica de todo el festival. Matemática de penumbras acompañada por los retorcidos visuales de Pfadfindere, que experimentó con nuestra mente como si de un método científico de contoneo espontáneo se tratara. Si es que eso tiene algún sentido.
El dubstep académico de Scuba, el londinense Paul Rose, dio un recital histórico de bajo y percusión en el Arena Club, centrándose en su último disco y temas como “July“, “Ignition Key” o “Gekko“, para dar paso después a una de las figuras más esperadas de todo el Klubber’s, el gran Apparat. No podía defraudar y desde luego no hizo. Dejando totalmente a un lado su vertiente más melódico-ambiental (desgraciadamente, por una parte) repartió estopa con la clase de la que lleva haciendo gala ya unos cuantos años. En el mismo escenario, Motor dieron un concierto muy cañero y bastante distinto al estilo que pobló el resto de cabinas, aunque desde ese momento la noche ya pertenecía a un solo nombre: Carl Craig y su 69. En esta ocasión, respecto a su anterior visita, no facturó una sesión de índole festivalera, sino más bien de puro techno sin concesiones y con cartuchos de la talla de “Rushed“, “Good Life” o “Filter King“. Arrollador una vez más.
De vuelta a la pista reina, Dash Berlin puso el tono más eurotrancero de toda la noche. Subidas y bajadas más propias del cliché que de la efectividad musical, hicieron las delicias de la facción más poquera. Después de unos cuantos toboganes, porfiadas cantaditas y exceso de silicona por parte de una joven que nos impidió concentrarnos en todo momento, sentenciamos que, al borde del alba, era el momento de encaminar nuestros pasos hacia el sobre y recargar un día más las pilas para la última traca del Klubber’s Day 2012.
El sábado, a pesar de lo prometedor del cartel, dio la sensación de que había poco gas en el sistema, teniendo en cuenta todo lo que brillaba la máquina, pero aún así, sí que se nos dio lo suficiente para que tuviésemos ganas de quemar las últimas fuerzas. A pesar de ser domingo, el hecho de que fuera víspera de fiesta provocó el mayor record de asistencia de todo el festival. Eso y la programación de cuatro showcases repartidos en las cuatro zonas: Cocoon Heroes, Desolat Experience, Circoloco y Tronic.
Comenzamos por este último para ver el back2back de Dosem y Wehbba. Un cruce bastante sólido del talento brasileño y catalán, para facturar un techno fresco y bailongo al son de temas como “Knights of the Jaguar” o “Tales of Tomorrow“. Bart Skills y 2000 And One facturaron un tech-house sin muchas pretensiones, aunque de gran calidad si lo comparamos con la mayor decepción de la jornada, el set de Loco Dice. En medio de una saturación que hizo que bordeáramos la lipotimia, su trillada, repetitiva, brusca y en general, desconcertante sesión no ayudó a que el agobio se transformara en festividad. Por el contrario, Sven Väth, y es que si hay un dj que estemos hasta el gorro de ver es él, tuvo una de esas noches en las que le llega la inspiración divina y tira de la dilatada experiencia que le ha otorgado su admirable trayectoria. El capo de Cocoon nos regaló un viaje por el techno más exquisito y salvo algún que otro vacile, rompió todos los moldes.
Agoria es uno de esos nombres que pertenece al Olimpo actual de la electrónica. De esos que no puede defraudar, que da la impresión que no sabría cómo hacerlo. Entonces te casca la electropachangada de “Work” de Masters at Work y es cuando asumes que nuestra fama de ciervos nos perseguirá toda la vida. Por suerte sólo se trato de un momento de flaqueza y en una sesión vestida con bellos visuales, imperó la cordura gracias a joyas como “Panta Rei“.
El encargado de poner el broche final al festival fue Christian Smith y su B2B con Marc Romboy. Convergencia brutal del talento sueco y la maestría alemana para obsequiarnos con producciones propias (“Feelin‘” o “The Overture“) y ajenas, pelotazos de Joris Boorn, Beltram o Peter Van Hoesen. Y para cerrar y dejar el listón bien alto, un dejavú del año pasado, su remix del clásico de Carl Craig, “At-Les” y a volar. Si no puedes superarlo, repítelo, claro que sí. Más que correcto, así que con esas nos despedimos hasta el año que viene. Hasta que nuestro cuerpo nos lo permita.
Texto: Javi JB
Fotos: Chuso Garrido