El Mad Cool es el festival del que todo el mundo habla. Ese podría ser su claim. Al fin y al cabo es una verdad incontestable. Todos lo alaban o rajan de él. O bien porque han ido, o porque se lo han perdido. En poco tiempo ha trascendido su carácter de evento y se ha convertido en todo un icono de la capital. También en el festival más importante del año en España junto con el Primavera Sound. Y, a juzgar por lo visto este año, en el más destacado del sur de Europa: ahora también rivaliza con el festival catalán en asistencia extranjera ya que más de un tercio vino de fuera de nuestras fronteras. Además, la espera pandémica se ha hecho tan larga que incluso los más haters ya han olvidado su promesa de no volver a causa de las colas bajo el sol de la anterior edición.
Estamos en mitad de la séptima ola vírica, pero salvo por alguna mascarilla excepcional, nadie lo diría. Lo que sí que lo evidencia es la cantidad de artistas que se han caído a consecuencia de la inestabilidad que aún sacude a todos los festivales. En este caso desde Faith No More a Queens of The Stone Age, The Regrettes o Black Pumas. Aunque lo que tiene el Mad Cool es un line-up tan cuantitativo como cualitativo así que cuando se cae un grupo tienes otros tres donde elegir. Porque cuando tienes un gusto heterogéneo vives entre un solape doloroso y otro. Así que tienes dos opciones: renunciar a conciertos o canciones. Esta última opción es nuestra preferida. Hacer la peonza de un escenario a otro absorbiendo la mayor cantidad de vibraciones, géneros y momentos distintos posibles. Vendría a ser como ir de pinchos en vez de sentarse a comer el menú del día. Mucho más divertido, dónde va a parar.
Un solo vistazo al cartel era suficiente para marearse. Con ver los cabezas de cartel (Metallica, The Killers, Muse o Florence + The Machine) ya sabes que estás ante uno de los mejores carteles posibles para este verano, pero es que lo mejor estuvo en las segundas y terceras líneas. Desde Wolf Alice a Deftones, London Grammar, St Vincent, Tove Lo, Alt-J, The War On Drugs, Parcels, Leon Bridges o Zara Larsson. Una cosa curiosa que nos pasa todos los años en el Mad Cool es que realmente descubrimos lo impresionante que es el line-up cuando empezamos a vivirlo. Es un empacho de hits, directazos y performances que cuesta creer que estén todos reunidos en un solo recinto. El resultado es un esperable sold out. 70.000 personas cantando, sudando y bailando a lo largo de cinco días frenéticos. Prometeremos ser breves con lo vivido en Valdebebas, que si no esta crónica no se la acabará nadie y habrá que esperar a la película.
Miércoles 6 de julio
Un festival que inaugura Seasick Steve no podría ser más prometedor. Por primera vez en la capital, ofreció un recital de blues del Delta haciendo uso de sus guitarras personalizadas. Abono perfecto para uno de nuestros grupos preferidos de la última década: Wolf Alice. Nos convence más su sonido inicial que el actual, pero prácticamente reniegan de él y ya no tocan ni “Freazy” ni “Silk“. Por el contrario Ellie Rowsell ha ganado mucho en carisma escénico y aptitudes vocales así que, mira, una cosa por otra. Nos pasa lo mismo con Thrice. La única concesión que hicieron a su pasado punk rocker fue “The Artist in the Ambulance“. Pero aún así es imposible resistirse a su soft post hardcore actual, cover de “Helter Skelter” incluida. Además, fue el primer concierto que pudimos ver en el escenario Region of Madrid que, sin lugar a dudas, se convirtió en nuestro preferido del festival por programación, ubicación, ambiente y sonido.
En el principal, Yungblud enardeció a la asistencia más adolescente con su punk pop de la nueva generación. Para que os hagáis una idea, versionó a Machine Gun Kelly. Calidad musical hay más bien poca en su propuesta, pero es innegable que se deja la piel en el directo. De alguna manera tiene que sacar brillo a eso que hace. De los que sí que no se puede decir nada malo es de Placebo. Tres décadas de buenas canciones y conciertos los avalan. Soberbio el tramo final con “Special K”, “The Bitter End” y la magnífica versión de “Running Up That Hill” de Kate Bush. Aunque si hablamos del rey del directo ese es definitivamente Frank Carter y sus Rattlesnakes. Dudo que muchos de los allí presentes escuchen los últimos discos del ex líder de Gallows en sus casas, pero en vivo es imposible no contagiarse por su vitalidad explosiva. Hay pocos cantantes que se lo pasen mejor que él sobre un escenario. Por no hablar del sonriente espontáneo del público que subió a tocar el bajo durante “Wild Flowers“.
Y sin darnos cuenta llegó la hora de Metallica, los responsables de que la mitad del público del primer día del Mad Cool fueran señores con camisetas desgastadas. Es gracioso pensar que el recinto se viera más masificado que el resto de días precisamente por el tamaño de los fans de James Hetfield y compañía. A punto estuvimos de sufrir su cancelación como sucedió una semana atrás en Suiza, pero afortunadamente superaron el virus a tiempo. Tras la coreada intro de “Ectasy Of Gold” de Morricone la fiesta comenzó con “Whiplash“. Los temas más celebrados fueron los esperados “Enter Sandman”, “Whiskey in the Jar”, “Seek and destroy” o el cierre de “Master of Puppets”, aunque el más grabado con los miles de móviles en los que se fragmentó el concierto fue “Nothing Else Matters“. Además de los fuegos artificiales del final, claro. Entre unas cosas y otras no es lo que cabe esperar de un concierto de thrash, pero bueno, ellos cumplieron. No son lo que eran, pero nosotros tampoco, qué le vamos a hacer.
Por supuesto sacamos diez minutos para ver cómo suena “Call Me Maybe” en directo por parte de Carly Rae Jepsen. Tiene que ser un poco desolador ver desde el escenario como cientos de personas te abandonan tras tararear tu mayor hit. Los que sí que aguantaron hasta el final fueron los que acudieron a ver a uno de los cuatro grupazos que cerraron el día. Sin duda el solape cuádruple más doloroso de todo el Mad Cool. Fue una decisión difícil, pero optamos por ver un poco de todo. Empezamos por Twenty One Pilots, la opción escogida por el 75% de los que no se marcharon tras Metallica, que fue aproximadamente la mitad de la gente. Hicieron bien porque hay que admitir que tienen un show fantástico. Y buenas influencias ya que versionaron desde Elton John a Elvis o Martin O’Donnell.
Tras TOP, unas siglas que les van al pelo, The Last Internationale, la opción menos popular. Y no será porque no lo merezcan. Mucha actitud y sudor, como viene siendo habitual en ellos. Aunque para sudor a litros el que se vivió en The Loop (la carpa más grande en la que tienen lugar la mayoría de lives electrónicos) con los arrolladores Fever 333. La última vez que los vimos fue en el Download bajo un sol abrasador y esta vez no nos quemamos, pero el hervidero fue el mismo. “Bite back”, “One of Us” o “Burn It” suenan furiosas en directo. Tanto que el cantante no sabe ni cómo dar salida a su adrenalina, así que incluso se aplastó a sí mismo con una tarima. Por último CHVRCHES. No hay más que asistir a un concierto suyo para entender por qué su nombre va en mayúsculas. Qué despliegue. Sin duda la banda del día en cuanto a sonido. Mira que sus discos están ultra producidos, pero es que con público delante “Miracle”, “The Mother We Share” o “Clearest Blue” suenan aún más cristalinas. La tercera vez que los vemos y cada vez nos sorprenden más. Una maravilla.
Jueves 7 de julio
No se me ocurre una mejor forma de empezar la jornada que con el sonido slacker de Modest Mouse. El abono perfecto para Amyl and The Sniffers, el concierto más punk de todo el Mad Cool. Hacedores de uno de los mejores discos de este género publicados el año pasado, “Confort to me“, sobre las tablas lo defienden con tanta actitud y fuerza como esperábamos. Ni teatros, ni florituras de ninguna clase. Directos como un esputo de bilis. Estamos deseando verlos (y, sobre todo, verla, ya que la frontwoman acapara todo el protagonismo) en su contexto natural: una sala de conciertos húmeda y oscura.
Tras pasarnos por el escenario Vibra Mahou para echar un vistazo a Noisy, que en su caso suenan bastante más revitalizantes en estudio, volamos a una de las actuaciones más esperadas de la programación: London Grammar. Dada la desmesurada oferta del festival son pocos los conciertos que quisimos ver de principio a fin, pero este fue uno de ellos. Eso supuso que nos perdiéramos a Deftones aunque las impresiones fueron unánimes: tuvieron el peor sonido de toda la semana. Sucedió lo mismo en el Resurrection Fest así que todo apunta a que está siendo una gira nefasta. Respecto a London Grammar, desde los primeros segundos de “Californian Soil” supimos que iba a ser un concierto muy especial. Su voz es tan bella que parece irreal. Consiguen trasladar a la perfección su característico intimismo y emoción y, a la vez, dar un concierto animado y dinámico. Sobre todo en un apoteósico final en el que “Lose Your Head” derivó en el remix de Camelphat. De lo mejor que pudimos vivir en Valdebebas.
Nos metieron la electrónica en el cuerpo así que hubo que ir a quemar un poco de energía con Floating Points. Techno ilustrado. Después Peggy Gou, que nos sorprendió muy gratamente con lo que ha mejorado como deejay. La última vez que la vimos fue en el Paraíso Festival hace tres años y no tenía nada que la hiciera especial, pero ahora mismo está claro que es una de las grandes. Su remix de “Bizcochito” de Rosalía es adictivo.
Después corriendo a Brutus. Si es difícil encontrar a frontmen que canten y toquen bien la batería simultáneamente, imagínate una frontwoman. Pues bien, es mejor que todos ellos. Qué barbaridad. A estas horas era un placer moverse por los escenarios pequeños porque estaba casi todo el mundo concentrado en los escenarios principales, o bien viendo a Imagine Dragons o cogiendo sitio para The Killers. Uno de los grupos que pudimos ver fue Highly Suspect. Procedentes de Massachusetts y con el grunge noventero como máxima influencia no nos convencieron demasiado, pero desde luego fueron más divertidos que Imagine Dragons, probablemente el único concierto en el que nos aburrimos de todo el festival. Exactamente lo contrario que nos sucedió con los principales cabezas de cartel del día: The Killers. Desde que empezaran con “The Man” y “Spaceman” y poco después enlazaran “Human” con “Somebody Told Me” para presentar en directo por primera vez su nueva canción “Boy” desataron la locura en el público. El clímax llegó con un cierre apoteósico con “All These That I’ve Done”, “When You Were Young” y una de las mejores canciones de pop rock que hayan sido escritas, “Mr. Bightside”. Suenan realmente increíbles y la audiencia les adora.
Obviamente tampoco pudimos perdernos a la diva que en ese momento actuaba en el escenario Region of Madrid: St. Vincent. Fue uno de los solapes más incomprensibles, especialmente viendo que ambos dieron un concierto para el recuerdo. Annie tiene una clase infinita y su batidora de pop barroco, hardrock, jazz y electropop resulta irresistible. Entre canción y canción solo puedes pensar “a ver qué hará ahora”. Enamorarnos, eso es lo que hizo. Dedicatoria inclusive con “Cheerleader” al Tribunal Supremo de Estados Unidos debido a su reciente prohibición del aborto, aludiendo que lo que estaba devolviendo al país a los Años Oscuros, aunque allí hace quince siglos por no haber no había ni embarazos no deseados. Tomó el relevo en el escenario la maravillosa Tove Lo. Tuvimos que rendirnos a su despliegue de catchy pop con el permiso de Foals y Four Tet. Sin duda alguna la gran triunfadora de esta edición en cuanto a pop stars se refiere si no fuera por lo que hizo Zara Larsson el sábado. Pero vaya, muy igualada está la cosa. El cierre con “Habits (Stay High)” y “No One Dies From Love” fue de los mejores de toda la semana.
Viernes 8 de julio
Si Modest Mouse fue perfecto para el jueves Jamie Cullum lo fue para el viernes. Es tremendamente carismático y responde absolutamente a la idea de merendarse el escenario. Además, sabe lo que el público quiere, especialmente a esa hora de la tarde, y nos regaló dos versiones muy comerciales: “The Man” de The Killers y “Shape of You” de Ed Sheeran. También nos encantaron los Spielbergs, que tocaron al mismo tiempo en el escenario Seven, la carpa con menos afluencia de todas pero en la que hubo grandes actuaciones de grupos minoritarios como este.
HAIM era uno de los conciertos que esperábamos con más ganas y la decepción fue mayúscula. No solo hubo más cháchara que canciones, sino que tienen debilidad por el teatro y algunas de las performances dieron vergüenza ajena, como la de escenografiar una llamada con un ligue llamado Federico. Canciones como “Don’t Wanna” o “Hallelujah” o colaboraciones maravillosas como “No body, no crime” o “Pray to God” se quedaron el tintero claro. Pero bueno, al menos la decena que sí tocaron las tocaron bien.
Nos olvidamos pronto de ellas gracias a ese milagro llamado The War On Drugs. Ellos también tocaron una decena de canciones pero sin tregua ni más pausas de las necesarias. Diez joyas como “Red Eyes”, “Under the Pressure” o “I Don’t Live Here Anymore” tan bien facturadas que era inevitable ponerse nervioso a pesar del bálsamo de paz que representan. Han pasado trece años desde que tocaran para un centenar de personas en la sala Arena y desde entonces no han dejado de gustarnos más y más. Verlos en el escenario principal después de todo este tiempo fue realmente emocionante. Adam Granduciel es imperial. De largo, de lo mejor del Mad Cool 2022, especialmente porque fue uno de los grupos que menos en consonancia estaba con el resto del cartel y destacó por encima de la mayoría.
Acto seguido fue tan estresante como delicioso alternar entre Incubus y Stephan Bodzin. Los primeros supusieron un revival adolescente vibrante. Solo llevaban la mitad del setlist y ya habían tocado himnos como “Nice to Know You“, “Wish you were here” o “Pardon Me”. Muy bien tocados, además. Lástima que no se diviertan haciéndolo. Parecen hastiados de sus propias canciones, lo cual tampoco resulta sorprendente. Acabaron diez minutos antes de la hora señalada, pero bueno, cumplieron con creces por partida doble, ya que el martes actuaron en el warm up del Mad Cool en la Riviera. Stephan Bodzin, por su parte, no solo es de los productores electrónicos más interesantes de la última década, sino que fue el único live programado en esta edición. Como era de esperar también fue el absoluto ganador del Loop. Es impresionante, jamás mete broza ni se le va una mezcla. Sus transiciones son lo mejor de las sesiones de otros. Por su parte, Nina Kraviz a veces tiende a ser más irregular pero el rato que pudimos bailar su selección lo disfrutamos mucho.
Sin darnos cuenta llegó el turno de Muse. Es imposible no rendirse ante la banda de estadio con mejor directo del planeta. Rara vez los escucho y, sin embargo, cuando estás frente a ellos se convierten en tu grupo preferido. Su sonido y presencia escénica es algo galáctico. Se presentaron enmascarados frente a las iniciales gigantes en llamas de “Will Of The People” un tema nuevo que prendió fuego al espectáculo. De las entrañas del escenario emergió una cabeza robótica gigante que veló por Bellamy, Wolstenholme y Howard durante todo el concierto. Después llegó la “Hysteria” y todos los hits que ya os imagináis, a cada cual más explosivo que el anterior. El despliegue terminó con “Starlight” seguido del bis formado por “Kill or Be Killed” y “Knights of Cydonia“, intro de Morricone mediante. Es bonito que haya tantas estrellas del Rock que rindan tributo al maestro.
Evidentemente tocando Parcels en el escenario opuesto no podíamos ignorarlos. Son demasiado buenos. Tanto su vertiente indietrónica como la nu-disco, como la funky, como la electro, casan tan bien, tanto cohesionadas como independientes, que uno se pregunta si hay un género que no sepan ejecutar estos chicos. Y cuando parecía que ya no quedan más estímulos que recibir en un día tan intenso llegaron los conciertos de Alt-J y Zeal & Ardor. La calidad de los primeros en indiscutible, pero les tocó actuar a la peor hora posible. Después de la descarga de Muse y sobrepasadas las 2 de la mañana el cuerpo te pide algo muy diferente. Por ejemplo Zeal & Ardor, nuestro gran descubrimiento del festival. Habíamos leído algo de ellos, e incluso escuchado alguna canción sin prestarles demasiada atención, pero no fue hasta que fuimos a su concierto cuando se transformaron en toda una revelación. El proyecto suizo liderado por Manuel Gagneux practica una fusión de black metal vanguardista con neosoul de raíces espirituales afroamericanas. Hay que vivirlo para entenderlo. Solo diremos que es de lo mejor que hemos visto en mucho tiempo. Impresionante es quedarse cortos.
Sábado 9 de julio
El cuarto día de Mad Cool nuestras energías comenzaban a flaquear. Por eso un chute vitamínico como Don Broco es la mejor forma imaginable de revitalizarse. En la edición del 2019 tuvieron tan buena acogida que la organización quiso volver a contar con ellos. Gran decisión teniendo en cuenta que esta vez fue aún más divertido. Rob Damiani es un animal de escenario y sabe cómo agitar el pogo a pesar de ser el día más caluroso de toda la semana.
En el escenario Madrid Is Life Leon Bridges puso a disposición del atardecer su elegancia soul. Es una delicia escuchar su voz, así como a la fantástica banda que lleva, con una cerveza en la mano. Aunque para voz la de Luke Spiller, líder de The Struts, al que incluso reclutó Mike Oldfield como vocalista en su disco ‘Man On The Rocks‘. Fueron anunciados y posteriormente cancelados para la primera edición del Mad Cool en 2016 y a estas alturas merecen un mejor escenario que la carpa de Amazon Music, donde hacía aún más calor que fuera de ella. Especialmente porque se abarrotó de gente deseosa de corear “Kiss This“. Mención especial también para The Sherlocks, en la carpa contigua. Un grupo de indie rock de Sheffield con canciones tan buenas como “Falling“, “NYC (Sing it Loud)” o “Chasing Shadows“.
Los Pixies siguen teniendo esa actitud de grupo underground que toca en sótanos, solo que su influencia es inmensa. Fue uno de esos conciertos en los que se concentró el público más veterano, consciente de su legado, y por lo tanto el cabeza de cartel con menos reclamo de todos. No me malinterpretéis, la acogida fue muy calurosa. De hecho, “Where is My Mind” volvió a encumbrarse como el himno de una generación. El final fue glorioso con “Here Comes Your Man”, “Bone Machine” y “Debaser“, pero es que hubo momentos geniales, como dos estupendas versiones de Jesus and Mary Chain (“Head On”) y Neil Young (“Winterlong“).
A partir de este momento fue un no parar de intensidad. Desde la interesantísima propuesta de Bartees Strange, que estamos deseando ver más pausadamente, a la adorable inocencia de Aleesha o la desbordante calidad de Easy Life, también en nuestra lista de mejores descubrimientos del festival. En el Loop Mura Masa estuvieron arrebatadores y nos gustaron mucho más que en el Primavera Sound. Flume también ofreció un set lleno de grandes selecciones barnizadas por su característico sonido aunque no nos impactó igual que lo hizo con su memorable live en el Mad Cool 2016.
Zara Larsson ofreció uno de los mejores conciertos de pop mainstream de la historia del Mad Cool. Menudo despliegue vocal, visual y coreográfico. La última mitad del show fue apoteósico gracias a la electrónica de “Word” y “Never Forget You“, las versiones de ABBA y Clean Bandit o esas canciones que todo el mundo ha escuchado alguna vez, como “Uncover” o “Lush Life“. Bravo. Mucho más tranquilo fue el concierto de Kings Of Leon así que hicimos muy bien en llegar al último tramo protagonizado por su mejor trabajo ‘Only By The Nigh‘ gracias a hits como “Use Somebody”, “Closer” o “Sex on Fire“, una de las canciones más coreadas de todo el día.
Llegado el turno de la última headliner del festival, Florence + the Machine, volvió a constatar que tiene un magnetismo único en la industria musical. Su mera presencia te envuelve en un aura mística que te atrapa hasta que entona el último verso. Da la sensación de que flota sobre la tarima dejando una estela escarlata. Se mueve de un lado a otro, mientras los ventiladores agitan su cabello de fuego y las gasas que la envuelven, sin que su poderosa voz se vea afectada. Realmente parece un ser de luz venido de otro planeta, así que no podemos agradecerle más que haya bajado a deleitarnos con canciones como “Dog Days Are Over”, “Shake It Out” o “Rabbit Heart (Raise It Up)”, aunque el momento más emotivo de todo el set fue sin duda “Never let me go”, una canción que confesó que no cantaba desde hace diez años y que recuerda la época en la que tuvo problemas con el alcohol. Se me pone la piel de gallina al recordar el coro del público susurrando “never let me go, never let me go”.
Después de algo así había una cosa que necesitábamos más que nada: un abrazo. Y luego bailar. Lo segundo lo conseguimos gracias a dos reinas: Anna y Noga Erez. La primera desplegó un techno tan atmosférico como contundente y la segunda nos deslumbró. En la onda de artistas como MIA o Fiona Apple, la israelí es pura frescura. Centró su repertorio en el discazo que publicó el año pasado, ‘Kids‘, y francamente estamos deseando volver a verla. Fue el broche perfecto para un festival que estaba a punto de terminar, pero aún quedaba el bonus dominguero.
Domingo 10 de julio
El último día fue como llegar a una fiesta en la que sabes que lo mejor ha pasado ya. Nuestro escenario preferido, el Region of Madrid, ya estaba siendo desmontado, y muchas barras no funcionaban. Una reducción motivada por la -esperada- mitad de asistencia con respecto a los cuatro días anteriores. Eso sí, fue un placer absoluto moverse por el recinto sin tener que esquivar a gente a cada paso. Actuaron casi una veintena de artistas y, aunque no hubo hitos memorables a diferencia del resto de jornadas, sí hubo grandes momentos. Hubo que esperar un rato, eso sí. A Sam Fender el escenario principal se le quedó muy grande, aunque ofreció un recital agradable. Es difícil ser más efusivo con su debut en España. Aunque lo podemos ser desde el lado opuesto hablando de Orslok, una actuación en la que lo que menos vergüenza ajena dio fue cuando pincharon “Mi Bebito Fiu Fiu“. Hope Tala, con menos carisma y voz de la que esperábamos, tampoco nos acabó de atrapar y, desgraciadamente, Arlo Parks fue una de las últimas bajas debido al covid así que tuvimos que conformarnos con una actuación más que digna de Cala Vento. De hecho, nos sorprendió la favorable acogida que tuvieron.
Con Nathy Peluso la cosa empezó a ponerse interesante. Su presencia escénica es arrolladora. Si hay algo que no se puede decir de la argentino-madrileña es que no tiene una entrega inmejorable. Prácticamente convirtió su concierto en una sesión de crossfit así que, entre el derroche de energía y el calor, acabo completamente exhausta. Ole por ella. Respecto a lo musical, todo lo que le sobra de carisma le falta de voz, pero es innegable que su torbellino salsero no podría ser más dinámico. El público bailó sin parar y cantó con ganas temas como “Ateo“, la sesión que hizo con Bizarrap o el “Vivir así es morir de amor” de Camilo Sesto.
Aún mejor fue la actuación de Tones And I. Con uno de los mejores diseños escenográficos de todo el festival, la australiana demostró que es mucho más que su arrollador éxito “Dance Monkey“, que por supuesto fue el más celebrado. Sobre todo quiere que la audiencia se divierta y lo consigue con su inagotable dinamismo, su pensada puesta en escena, lanzando parches de batería firmados y versionando clásicos como “Forever Young” de Alphaville o “Diamonds” de Rihanna. Todo un acierto.
Nos despedimos de los escenarios Vibra Mahou y Amazon Music con dos propuestas bastante talentosas. La primera, St Woods, resulta prometedora. Le falta sonido, tablas y ejecución, pero tiene lo más difícil de conseguir, que son buenas canciones. La segunda, Tinashe en cambio tiene mucha mejor puesta en escena, con soberbias coreografías, que canciones poderosas. No obstante, disfrutamos mucho de su concierto.
Natos y Waor fueron los encargados de cerrar el escenario principal, con la colaboración puntual del otro hijo de la ruina, Recycled J, que también tenía su propio espacio horas después en uno de los escenarios menores. Tienen muy buen directo y son capaces de congregar a mucho público, pero uno escucha sus temas y no puede evitar pensar que el hip hop español ha tenido tiempos mejores. A la misma hora Two Door Cinema Club desplegaban “Something Good Can Work”, “Undercover Martyn” o, por supuesto, “What You Know”. Son un grupo muy festivalero y siempre funcionan como un reloj. Una pena que fueran emplazados en la carpa porque se quedó muy pequeña y se convirtió en un horno a presión. Pasó lo mismo con La M.O.D.A., que repetían en el Mad Cool para desplegar su arte burgalés, demostrando una vez más que son de los mejores embajadores musicales que nunca ha tenido una ciudad. Su legión de fans es cada vez mayor y la mejor muestra de ello es que es coreada cada una de sus canciones. Su despedida no podía ser otra que “Mañana voy a Burgos“. Mira, parece el mejor plan posible ahora mismo con este calor infernal.
Jack White fue el escogido para clausurar el Mad Cool 2022. Tras un comienzo con el pie cambiado con “Taking Me Back” se ausentó del escenario por lo que la banda tuvo que improvisar una jam session hasta que regresó para tocar del tirón seis temas propias, uno de Dead Weather, uno de Raconteurs (cautivador “Steady, as She Goes“) y cinco de White Stripes, cerrando cómo no, con el tema que le hizo llegar donde está, la melodía hooligan por excelencia, “Seven Nation Army“. Hablando de himnos, poco antes había estado Chimo Bayo en el stand de Mahou deleitándonos con “Así me gusta” y otras coplas bakalas emblemáticas. Y es que se me había olvidado comentarlo hasta ahora, pero podríamos decir que este fue el octavo escenario ya que estuvo abarrotado durante todo el festival. Por su cabina pasaron sorpresivamente desde Dj Nano a Ladilla Rusa. Así es el Mad Cool. Todo y todos caben en él del mismo modo que todo puede pasar. Al final sí que me he alargado un poco pero, creedme, no es fácil resumir sesenta conciertos. Es una borrachera similar a hacerse un road trip por toda Europa, que al final no sabes si el Puente de las Cadenas está en Budapest o en Hamburgo. Hemos tardado tanto en recuperarnos de la paliza como de escribir sobre ella. Espero que, al menos, si has llegado hasta aquí haya merecido la pena. A nosotros desde luego sí. Ha sido un festival inolvidable pero, por si acaso nos flaqueara la memoria, aquí queda esta crónica para atestiguar lo que ocurrió en el último Mad Cool de Valdebebas. El año que viene en Villaverde, más. Y quién sabe si aún mejor.
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