FECHA: 7-10-2014
CIUDAD: Madrid
LUGAR: Sala La Riviera
GRUPO: (While She Sleeps + Wovenwar) + In Flames
Son las 19:30 y llega uno a La Riviera sin saber bien qué esperar, con la incertidumbre de no saber qué espectáculo pretenden ofrecernos unos In Flames definitivamente distintos, que en Siren Charms han apostado sin preámbulos por un estilo mucho más limpio que el de aquellos himnos de los 90 donde los constantes guturales convirtieron a la banda en estandarte del death metal melódico. Pero antes de descubrir cómo han ido adaptando estos cambios a su directo, nos esperaban dos grupos para nada desechables.
Como una explosión de metalcore llegó While she sleeps. Y fueron la definición del telonero perfecto, el grupo que cualquier banda quiere para calentar al público. Una formación de sólo seis años de edad pero un sorprendente control sobre el escenario, con saltos, gritos y bailes que no causaron el más mínimo temblor en los guturales gritos del cantante, que no perdieron un hálito de su fuerza. Sólo hizo falta una canción, “Death toll” para hacer las delicias del respetable, en una sala relativamente vacía que no dejó de moverse. En media hora y cinco temas la banda inglesa consiguió más mosh pits que muchos míticos grupos del género pueden provocar en horas (con todos los respetos para In Flames).
La banda liderada por Lawrence Taylor arrasó por voluntad propia en La Riviera. Un hardcore muy denso de manos de las virtuosas manos de Mat Welsh y Sean Long, sin menospreciar el bajo de Aaran Mckenzie o Adam Savage a la batería, todos al nivel interpretativo que una música tan enérgica requiere. Sobraba calidad y energía, tan sólo faltaba un poco más de audiencia que no se habría arrepentido de llegar a tiempo para ver a esta bomba inglesa en directo.
Quizá el despropósito fue intentar que los californianos Wovenwar ( antiguos As I Lay Dying) pudiesen mantener tal ritmo con su música de tintes góticos y corte mucho más melódico. Sus tres guitarras no consiguieron, ni de lejos, llenar la mitad de lo que lo habían hecho sus predecesoras, y la densidad musical se perdió en un coro de voces agudas y bien afinadas. Más pareció un descanso previo a In Flames que una intención de animar al público. Esto se reflejó en una sala que se iba llenando a la vez que perdía el movimiento que habían provocado los ingleses.
Seamos sinceros: Wovenwar fueron buenos en lo suyo. Correctos sobre el escenario, activos. Gran parte de la calidad se debía a la guitarra de Josh Gilbert y el contraste de voces perfectamente ensayado entre éste y la voz principal de Shane Blay. Demasiado melódicos para lo que el público esperaba disfrutar, sonido mal calibrado y un rollo un poco “teen goth” que casi recordaba más a los Rasmus o Evanescense de hace una década que al tipo de escena que habíamos venido a disfrutar. Público atento pero distante, música de calidad que no pudimos o supimos disfrutar en 50 minutos de concierto.
Y llegó el momento de In Flames, y no esperen ver más esa colección de guturales inacabables y letanía hardcore de guitarras densas sin melodía reconocible, porque los suecos están de gira para presentar Siren Charms y, como mucho, reafirmarse como banda reinventada apoyándose en Sounds of a Playground Fading, trabajo inmediatamente anterior. Va a ser necesario buscar un live del 2005 en Youtube si lo que queremos es volver a disfrutar de 58 minutos de metal melódico extremo sin descanso. In Flames ha cambiado y lo admite (al parecer) sin vergüenza, a cara descubierta y con un estilo que alterna suaves riffs instrumentales con un hardcore de guitarreos y voces muy pulcras. Dispónganse a ir a un concierto de cuidado virtuosismo y una versión contenida de los suecos, donde el espíritu de siempre parece haberse apaciguado en composiciones digeribles, y donde un sinfín de fans nostálgicos preguntarán quién ha lavado las cuerdas vocales a Fridén.
Fue Daniel Svensson el primero en pisar el escenario, seguido por el resto de la banda en una entrada sin demasiado dramatismo. Los In Flames habían venido a presentarnos su nuevo trabajo, y eso hicieron durante prácticamente las dos horas que duró su directo, arrancando con “In Plain View” y un “Everything’s gone” que arrastraban los problemas de sonido del anterior concierto. Una mala entrada para un grupo que debía convencer a su público y que hasta la tercera canción no consiguió el brillo que sólo la voz de su frontman puede otorgarles, voz ahogada entre guitarras y batería.
La banda deleitó con una retaíla de los nuevos temas de Siren Charms que no parecieron defraudar demasiado: “With Eyes Wide Open”, “Monsters in the Ballroom” , “Rusted Nail”… “Through my Oblivion” pasó con más gloria que sus predecesores, posiblemente debido a esa estructura estribillera y pegadiza cada vez más habitual en las composiciones de In Flames.
Letras coreadas e incluso los temás más tranquilos transmitían una fuerza especial entre un público fiel que no dejaba de moverse. Eso sí, lejos quedaron aquellas walls of death tan masivas en las que uno perdía los zapatos sin haber querido siquiera entrar a formar parte de aquello. Poco pogo y mucho coro, podría servir perfectamente como lema válido para definir el nuevo directo del grupo.
“Trigger”, “Resin” o “Take this life” sí hicieron moverse al público. Fueron algunos de los pocos viejos retales que los suecos dejaron caer para alivio de los melancólicos, pero más sonaron a recuerdo (de perfecto sonido, eso sí) que a sonido natural de la banda a día de hoy.
El grupo se movió durante su actuación en una cuidada al milímetro y agresiva luminotecnia de rojos, verdes y flashes; que por desgracia parecían meternos más en materia que algunas de las canciones que interpretaron. Sí, el nuevo “Paralyzed” nos dejó medio fríos, valga el sarcasmo de haber titulado así el tema.
Al menos un Anders Fridén cercano y amigable (dentro de esa frialdad norteña, seamos razonables), nos deleitó con alguna bromilla al estilo “qué bien os lo pasáis en España” y regalando a un par de fieles la oportunidad de grabar con el móvil desde el escenario, e incluso permitió a uno de ellos destrozar el bajo de Peter Iwers con una nefasta interpretación. El cantante supo encandilar al respetable, como una poción nicromántica que conseguía hacernos estallar bailando cada vez que nos había dedicado unas palabras. Tomen un camino u otro, hay que admitir que la banda sigue sabiendo transmitir en directo y conectar con sus fans.
En un mar de críticas negativas elevaré un canto defensor hacia In Flames: el concierto fue perfecto en ejecución, se hizo pesado a la larga, pero da la sensación de que los suecos estaban haciendo exactamente lo que buscaban. La evolución es evidentemente arriesgada si decides llevarla a cabo alejándote de tus raíces. El metal acostumbra a ser un género que exige a las formaciones mantenerse fieles a su registro original, comúnmente más violento que en etapas subsiguientes. Por favor, que alguien me defina “auténtico”. Los suecos han encontrado un modelo maduro para reencontrarse a sí mismos, sin perder la calidad, sino recolocándola en un nuevo paraje sonoro en el que se les ve cómodos y creativamente inagotables. Un directo que para nada pierde la fuerza que nos transmitían quince años atrás si somos capaces de asumir que no componen lo mismo.
Si, como una servidora, pueden ustedes declararse amigos de una vertiente melódica y menos agresiva del género, podrán disfrutar de los nuevos In Flames, que continúan desplegando toda su capacidad técnica en directo y haciendo gala de unas tablas forjadas durante años y años sobre el escenario. Al fin y al cabo, son los mismos In Flames que han llenado multitudinarios festivales como el Wacken Open Air o el Gods of Metal, los mismos que contribuyeron a definir el “metal de Gothemburg” y los que continúan sirviendo de inspiración para adolescentes metaleros y cientos de bandas primerizas. Si, por el contrario, es usted un acérrimo defensor de los inicios y espera encontrar a los chavales de Whoracle, con la lejana esperanza de ver aunque sea una pequeña muestra de cuando las rastas eran tendencia y el screaming parecía llevarse en el hardcore, lo más que podrá llevarse a casa es la sensación de haber ido a un concierto de metal descafeinado y dulce. Los suecos han venido a confirmar su nuevo camino y a hacerlo con decisión, en directo. Cantando más que gritando.
SET LIST IN FLAMES
1. In Plain View
2. Everything’s Gone
3. Fear Is the Weakness
4. Trigger
5. Resin
6. Where the Dead Ships Dwell
7. With Eyes Wide Open
8. Paralyzed
9. Through Oblivion
10. Ropes
11. Delight and Angers
12. Cloud Connected
13. Only for the Weak
14. The Chosen Pessimist
15. Monsters in the Ballroom
16. Rusted Nail
17. The Mirror’s Truth
18. Deliver Us
19. Take This Life
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