Dicen que los viejos rockeros nunca mueren, algo tan cierto como que el fuego no quema y el paro va en descenso a una velocidad de órdago. Pero esta es una expresión que no debe entenderse en el sentido literal de la misma; es la esencia del rock’n’roll la que no desfallece, para la que no deben existir rituales funerarios. ¿Cuándo se es demasiado mayor para bajarse de un escenario? Si fuese por el gobierno la jubilación no existiría y, por lo tanto, tampoco debería existir una edad finita para dejar lo que mejor uno sabe hacer y lo que realmente le apasiona. Sí, todos lo sabemos, Los Suaves ya no son unos chavales pero sí que son unos rockeros, de esos que suelen llevar el prefijo de “antaño”, de los de siempre… unos viejos rockeros, al fin y al cabo
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Con un público diverso en edad pero comunión con la música y con el rock, Yosi y compañía abrieron la velada con “Preparados para el R’N’R“; un envite a los más de 1000 asistentes que no dudaron en enfatizar la euforia del concilio con la entrega que una cita así merece; una entrega que se prolongó a lo largo de toda la noche mientras a través de una veintena de temas la formación repasaba toda su trayectoria musical.

Durante algo más de dos horas, esta leyenda viva de la escena rock estatal ofreció a su público lo que este pedía: “Palabras para Julia“, “Maldita sea mi suerte“, “Preparados para el R’N’R“, “Mártires del R’N’R”, “Malas noticias”… todos los temas se concadenaban con la euforia del instante mientras Yosi obviaba sus 65 años con la fiereza de quien no se condiciona a los derechos adquiridos.

Con “Dolores” la pasión se convirtió en orgia musical, precipitando a los asistentes a un estado de enajenación controlada que vio coronado su éxtasis en el momento del bis. “Ya nos vamos a casa” fue el falso final que dio lugar a los aplausos, silbidos y, por consiguiente, a “Mi casa” y “La noche se muere“. Después el inevitable punto y final que tan poco gusta pero que demuestra que lo vivido y experimentado es tan real como el sudor que resbala por tu piel.