Fuerza, punk, pogos y muchas letras que son himnos coreados. Eso es lo que puedes esperar de un directo de Segismundo Toxicómano, además de mucha fiesta irreverente y bastante buen humor.
Segismundo es de esos grupos que, fuera de lo estrictamente comercial, es por todos conocido, y pocas noches pasan sin que al menos uno de sus temas suene en cualquier bar de punk que se precie entre nuestras fronteras. Lo que los convierte en cita ineludible para aquellos que gusten del rock estatal más directo y pegadizo. Pero los alaveses llevan más de quince años dando guerra, y no necesitan a estas alturas carta de presentación.
Como imprescindible de la música punk en castellano, Segismundo Toxicómano es de esos grupos que pueden llenarte igual una sala pequeña cualquier sábado de noviembre como el recinto del Viña Rock a la una de la madrugada en su día grande. El día 15 actuaron en un espacio no excesivamente extenso, pero la actitud de grupo y público resultó más que suficiente. La sala Independance de Madrid rozaba el lleno, y sobrepasaba de largo las ganas de bailar sus temas.
Íntimo no sería nunca el adjetivo adecuado para un concierto de este estilo, pero la verdad es que los Segismundo nos recibieron con bastante calidez en la Independance. Permitieron que una decena de exaltados (e incontrolables) seguidores fueran paseándose por el escenario a lo largo de la noche, que bailaron con los guitarristas y se abrazaron con demasiado énfasis a Placi mientras coreaban algunas de las letras más míticas del ideario punk en nuestro idioma.
Tres focos, dos guitarras, batería y bajo, y no hace falta mucho más para que Segismundo Toxicómano explote sobre el escenario. Abrieron con relativa puntualidad, atacando con la canción que da nombre a su último disco, “En este infierno”. Aunque los del país vasco tuvieron el cuidadoso acierto de no incluir más de dos o tres temas de su nuevo trabajo en el repertorio (ya que se ha publicado hace tan solo unos meses), la verdad es que sus estribillos fueron bastante coreados por el público. Y por supuesto bailados. “Perros” también fue recibida con entusiasmo, pero el coqueteo con los nuevos temas dejó paso a un recital de los himnos más conocidos del grupo.
“Sospechosos”, “Hoy como ayer”, “Por tí”, “Gaupasa”, “Último asalto”…; se fueron sucediendo con un acertadísimo ritmo que no permitió en ningún momento que la tensión de la noche decayera. Los de Álava ofrecieron un directo muy correcto, donde cualquier problema de sonorización (el bajo ahogaba en ocasiones las guitarras) resultó absolutamente subsanado por la fuerza de un punk que te llevaba por completo a su terreno.
El concierto en sí fue como una canción de Segis exaltada a su máxima expresión: rápido, agresivo y arrollador. Tal espectáculo sólo podía cerrarse de una manera, con el apoteósico “Las Drogas”. Y sí, a los pies de Segismundo, todos volvimos caer. Y lo haremos las veces que haga falta.