El segundo día daba comienzo pronto también. A la una de la tarde ya era buena hora para pasear por el recinto, tomar algo y aprovechar para probar guitarras y pedales en un stand de una conocida marca de instrumentos. La tremenda puntualidad con la que daban comienzo todas las actuaciones ofrecía la oportunidad de organizarse el tiempo con total libertad. Este es uno —de tantos- aspectos que deberían copiar los organizadores de festivales en España, porque los desorbitados precios de los conciertos deben ofrecer a cambio no sólo el espectáculo mismo, sino también unas instalaciones debidamente acondicionadas, limpieza, un sonido decente, seguridad y esta increíble puntualidad de Sonisphere Francia. Señores promotores, creo que todos estimamos bastante nuestro tiempo, ¿verdad?
En plena hora de comer daban comienzo Mass Hysteria, por lo visto unos tipos más o menos conocidos dentro de la escena alternativa francesa. Habrá que escucharlos en otra ocasión, porque los siguientes tenían mucho más interés. Diamond Head, la banda que casi todos hemos conocido por las versiones que Metallica han hecho de ellos, empezaba pronto. Es sorprendente lo bien que ha envejecido un disco como Lightnin’ To The Nations, aunque las nuevas generaciones no le hayan prestado demasiada atención. Prácticamente su repertorio se basa en aquel álbum: It’s Electric, The Prince, Sucking My Love, Helpless y Am I Evil?, con algún apunte de sus recientes trabajos, como la entretenida Give It To Me.
En el escenario Saturn comenzaban Loudblast, los pioneros del thrash-death en Francia. Se nota que son unos tipos que llevan veinte años dando guerra y tienen algunos discos dignos de escuchar, como Disincarnate o Sublime Dementia. Pero aquí se mostraron demasiado densos y ejecutando su setlist de forma mecánica y temas como No Tears To Share, Taste Me, Flesh o Fire & Ice no sonaron todo lo bien que podrían haberlo hecho. Aunque también es verdad que las cuatro de la tarde, cuando el cuerpo te pide una pequeña siesta al menos, no es el mejor momento para una banda como esta.
Para esta edición de Sonisphere los cuatro grandes iban a tocar en el escenario principal, pero a algún lumbreras se le ocurrió que entre uno y otro sería conveniente meter otro grupo en el escenario secundario, justo en frente del primero y a unos cientos de metros de distancia. Así que las horas restantes iban a ser un continuo movimiento de gente cogiendo sitio para el Big 4, mientras las bandas que tocaban en el escenario Saturn se quedaban con unas pocas decenas de fans. De esta forma, da comienzo Anthrax con una primera sorpresa: ¡Scott Ian no está! Por lo visto, debido al nacimiento de su primer hijo decidió no participar en algunos conciertos del Big 4, incluído este en Amnéville. La buena noticia es que su sustituto fue Andreas Kisser, con guiño incluido a su banda original. El setlist, el obligado: Caught in a Mosh, Got the Time, Madhouse, Indians, Medusa o Metal Thrashing Mad. Detallazo el de incluir el temazo Only, del buenísimo Sound Of White Noise y como colofón el comienzo del Refuse/Resist de Sepultura. Pero escuchar Antisocial en Francia, de donde son originarios los autores —Trust– de esta canción, tiene su cosa, porque se encuentra uno escuchando a miles de personas coreando el tema en francés, mientras Anthrax sigue ahí arriba con su versión en inglés. ¡Espectacular! Lástima que el sonido no fuera el mejor y que, lamentándolo mucho, Belladona ya no tenga mucho que ofrecer en directo.
Volbeat fueron de los pocos que consiguieron atraer el interés de gran parte del público en un día en que el Big 4 lo eclipsaba todo. Metallica los han elegido como teloneros en muchas de sus recientes actuaciones y se nota que muchos fans de los cuatro jinetes han secundado la decisión. Su curiosa mezcla de rockabilly y metal es ciertamente atractiva, pero sus canciones no lo son tanto y sus trabajos se hacen un poco aburridos. Pese a ello, tienen un cuantos temas muy entretenidos y hubo oportunidad de escuchar algunos: The Human Instrument, Guitar Gangsters & Cadillac Blood, A New Day, Fallen, la versión de Dusty Springfield I Only Want to Be with You o Pool of Booze, Booze, Booza.
De nuevo el escenario Apollo daba cobijo a otra de las bandas grandes del día: Slayer. Visualmente sobrios, como siempre, fueron los únicos que prescindieron de la habitual bandera con el logo del grupo que se sitúa detrás del escenario. Pero es que no les hace falta ningún despliegue escénico, porque estos tipos saben muy bien de qué va esto y lo llevan demostrando treinta años. Debido a la operación a la que ha tenido que someterse Jeff Hanneman para enmendar una grave infección en su brazo derecho (al parecer provocada por la mordedura de una araña), Slayer ha tenido que buscar un sustituto. Y han elegido bien, porque ha sido Gary Holt, el guitarrista de Exodus, el encargado de hacer el trabajo. El repertorio, el habitual y siempre efectivo: Disciple, War Ensemble, Hate Worldwide, Dead Skin Mask, Mandatory Suicide, Chemical Warfare, South of Heaven, Raining Blood y un final apoteósico con Black Magic y Angel of Death.
Nuevamente había que dirigir la mirada hacia el otro escenario, porque esta vez aparecían sobre el escenario Papa Roach, otros abanderados del nu-metal de finales de los noventa. Después del gran éxito que supuso en su momento Infest y el single Last Resort la carrera de estos tipos ha ido en declive. Sin embargo, aún cuentan con un buen número de seguidores. La cuestión es que tocar después de Slayer deja en mal lugar a cualquiera y tan sólo Metallica parecen capaces de desplegar un espectáculo a la altura. Aún así, hubo quien coreó temas como Getting Away With Murder, Burn, Between Angels and Insects, Lifeline, Scars y la obligada Last Resort.
Continuamos con el Big 4 con Megadeth, con el legendario Dave Ellefson de nuevo en la banda desde el año pasado. Abrieron con Trust para seguir con In My Darkest Hour, Wake Up Dead, Hangar 18, Sweating Bullets o Head Crusher de su último trabajo. Un buen sonido, un buen setlist, un escenario enorme, pero un Mustaine quizá algo falto de ganas y con una actitud un poco indolente. Aún así, hubo grandes momentos, como con A Tout Le Monde, Symphony of Destruction y un final enorme con Peace Sells y Holy Wars… The Punishment Due.
Incomprensiblemente, el artista elegido para tocar antes de Metallica fue Tarja, exvocalista de Nightwish y ahora a la caza y captura de algunos de los fans de su antigua banda. Complicada tarea tenía por delante ante una audiencia que a esas es esforzaba por coger un buen sitio para ver la siguiente y más esperada actuación. Así que esta chica tuvo que conformarse con un puñado de jovenzuelos y no le quedaba otra que tocar unas pocas de sus trabajos en solitario, que para eso estaba allí: Dark Star, My Little Phoenix, Falling Awake, I Walk Alone, Little Lies, In for a Kill y Die Alive, pero la más coreada fue Over the Hills and Far Away. Aún no sé si más conocida esa noche por la versión de Nightwish o por la original de Gary Moore.
Caída ya la noche, comenzaron a sonar las primeras notas de The Ecstasy of Gold, mientras se sucedían algunas imágenes de la película “El Bueno, el Feo y el Malo” en las dos gigantescas pantallas laterales. Todos sabían lo que les esperaba. Lo que no era tan fácil de imaginar era que el primer tema iba a ser Hit the Lights, una elección acertadísima que provocó la locura en todo el auditorio en cuanto sonaron los primeros acordes. Pero no iban a dar tregua, porque a continuación llegaba Master of Puppets. Cuando en directo oyes al público cantar hasta los solos de las canciones sabes que estás ante algo muy grande y este es uno de esos casos, porque el respetable coreó hasta la última nota de la canción que daba título a su obra maestra. La noche iba a tener pocas concesiones a los trabajos publicados en los últimos veinte años, lo que da una idea clara de cuáles fueron sus años de mayor inspiración. Las siguientes, The Shortest Straw y Seek & Destroy continuaron levantando al público, cada vez más entregado. La cosa iba de clasicazos, siguiendo con Welcome Home (Sanitarium) y el grandísimo detalle de incluir Ride the Lightning del segundo álbum, uno de los preferidos de James Hetfield.
La verdad es que Load es un álbum que ha ganado con el tiempo y hay unos cuantos temas muy interesantes que se pueden extraer de él de cara al directo. En esta ocasión la elegida fue The Memory Remains, seguramente por el precioso momento que se consigue cuando el público comienza a cantar aquella melodía que en la original hacía Marianne Faithful. De su más reciente trabajo tenía que caer al menos una y esa fue All Nightmare Long, un tema que al menos se adecuaba bien al ambiente thrashsero de la noche. Después de una pequeña chanza con las primeras filas y la mención a las otras bandas integrantes del Big 4, el show seguía su curso con Sad But True y la que fue una de las mayores alegrías de la noche: The Call of Ktulu. Probablemente muchos la hubieran cambiado por Orion, lo sé, pero dada la frecuencia con la que la banda interpreta en directo alguna de sus instrumentales, aquello fue una auténtica maravilla. Para la siguiente había que hacer algo gordo y una sucesión de fuegos artificiales y el sonido de unas metralletas auguraban algo grande: One. Dada la inclusión en el setlist de temas que no son tan habituales ya empezaba a pensar que nos íbamos a perder algunos de los más clásicos, pero no fue así, porque casi seguidas llegaron For Whom the Bell Tolls, Fade to Black y Enter Sandman. Eso sí, con una rapídisima Blackened en medio para que nadie olvidara que la noche iba de thrash ochentero.
Hasta aquí el show principal, pero aún quedaba algún tema más en compañía de otros músicos. Así que lo que tocaba tomaba forma con Helpless, la version de Diamond Head, en la que contaron con la participación de Brian Tatler-el único miembro original que queda de la banda- y los muchachos de Anthrax. James Hetfield pedía disculpas en nombre de Megadeth y Slayer que por lo visto habían tenido que marcharse debido a que tenían otras actuaciones al día siguiente. Buscando un poco por ahí, resulta que Slayer tocó al día siguiente en Amsterdam y Megadeth en Estados Unidos. La cuestión es que si uno de los alicientes de la gira del Big 4 es verlos juntos al final tocando alguna versión, pues señores organicen sus agendas. Pero bueno, uno se olvida rápido de esto cuando Hetfield aparece para decir que aún quedan un poco más y los bises dan comienzo con uno de los temas más injustamente olvidados de la banda, Damage Inc. Un despliegue enorme de adrenalina que iba a continuar con Creeping Death, un tema que usan frecuentemente para abrir los conciertos, pero que esta noche fue la que cerró una actuación absolutamente excepcional.
Crónica del primer día del festival en este enlace.
NR: Podéis ver las fotos del festival en el facebook de Sonisphere Francia.
Texto: Juan Manuel Vilches
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