Impresionante la que se ha montado en torno a The Jim Jones Revue. Album del mes en numerosos medios de comunicación, una expectación impresionante entorno a sus conciertos, gente quedándose fuera de las salas… La culpa la tiene un tremendo disco de debut que suena a dinamita (también suena a rayos pues es áspero como una lija) y la trayectoria de un músico de esos que la industria llama malditos. Con su anterior banda, Thee Hypnotics, Jim Jones se quedó a un paso del éxito y ésta parece ser su revancha.
Con la música del Gruta todavía sonando empezaron a salir los músicos que lleva Jim Jones junto a él. Nick Jones se colocaba detrás de la batería, Gavin Jay se colgaba el bajo, Rupert Orton hacía lo mismo con su Gretsch y Elliot Mortimer se posiciona en frente de su piano con las rodillas ligeramente flexionadas. Jim Jones salía el último golpeando el micrófono buscando sonido. Un vez lo tiene nos grita “Say Yeah” y un Gruta casi lleno le devuelve el grito. Ese es el pistoletazo de salida a una eufórica noche de Rock sucio y adrenalínico con Elliot aporreando en su piano el inicio de “Princess & The Frog”. No había terminado de sonar el tema cuando Jones se había enfundado su guitarra para encarar “Hey Hey Hey Hey”, la expléndida versión de Little Richard con el vocalista desgañitándose delante de un pie de micro que, durante todo el concierto, subriría sus inclemencias.
Tras un tema que ellos tenían en el set list apuntado como “Elemental” llegó uno de los momentos cumbres del show, “Rock & Roll Psychosis”. La banda al completo se volvía loca, especialmente Jones y Mortimer. Uno no paraba de retorcerse, de agitar su pie de micro, mientras que el otro golpeaba las teclas de su piano con total impunidad. Aquello era el frenesí personificado.
Una decisión sabia la de continuar con “Another Daze”, un rock n’ roll más pausado, para continuar con el ataque frontal con “The Meat Man”, la versión de Jerry Lee Lewis que ellos llevan al extremo. De nuevo Elliot acapara buena parte de las miradas con su impresionante forma de tocar el piano. Se vuelve loco pulsando unas teclas que van sufriendo las consecuencias de esos ataques ya que algunas incluso no volvían a levantarse del sitio.
Tras un tema que anunciaron como nuevo (en el set list aparecía como “Burning Your HOuse Down” le tocaba el turno a “Cement Mixer”, el tema que cierra su álbum debut, la cual ciertamente quedó algo deslucida con respecto a la original. Mientras que el resto gana mucho con respecto al sonido, en éste no ocurre lo mismo. Si hubo un momento aburrido en el show se puede decir que fue cuando encararon “Cement Mixer”.
Esta era enlazada con “Fish 2 Fry”, en la que se llegó al éxtasis completo, con Jim Jones completamente metido en el papel de agitador; poniéndose de rodillas en suelo, retirando del todo los monitores hacia los lados para moverse con soltura, gritándonos varias veces “Say Yeah”… una locura!
Esa tremenda euforia que estábamos viviendo los asistentes no hizo más que prolongarse cuando empezaron a sonar los acordes de “512″. Todos estábamos completamente absortos, metidos en un show trepidante, adrenalítico, salvaje, excitante… tanto que cuando anuncian el último tema, “Whos Got Mine”, nos quedamos perplejos. Este lo atacan de forma impresionante poniendo a toda la sala a mil revoluciones por minuto.
Tras un corto lapsus de tiempo, en el que todos gritamos “Say yeah” en repetidas ocasiones, volvían para soltarnos los que pensábamos eran sus dos últimos golpes. Toda la sala termina exhausta tras ellas pero con ganas de mucho más. El show había sido un relámpago de apenas una hora de duración. Volvimos a gritar para ver si lográbamos que volvieran y así fue rematando un show repleto de escenas que se quedarán grabadas en la memoria de todos los que allí estuvimos.
Screwed Mind (texto y fotos)
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