Nostalgia. Esa es la palabra para describir el ambiente que se respiró en el Matadero madrileño hace unas semanas. El sello Subterfuge quiso celebrar sus bodas de plata a lo grande y, al igual que los hobbits, ellos les hicieron un regalo a sus invitados. Un regalo emocionante, aunque no por ver otro amanecer, como cantarían Los Fresones Rebeldes, y divertido por estar todos juntos otra vez, en palabras de Mercromina: reunir a un buen puñado de sus artistas, los que ya lo dejaron, los que echaron a volar por su cuenta y los que dan sus primeros pasos en Subterfuge. Un verdadero viaje a la adolescencia o la infancia (la media de edad estaba bastante clara, pero vamos a cubrir todas las posibilidades), sin olvidar el presente en el que nos encontramos.
Esto lo recordaron en la primera jornada McEnroe o los murcianos Neuman, que supieron sacarle provecho al limitado tiempo con el que contaban todos los grupos que debían pasar por el único escenario del recinto. Encadenando la gran “Bye Fear/Hi Love” con su reciente “Turn it“, ambas coreadas bajo el sol que aún apretaba. Más tranquilas se presentaron Anni B. Sweet y Leonor Watling al frente de Marlango. La malagueña, quien estuvo acompañada por Noni de Lori Meyers, se quedó con su faceta más acústica, terminando con su “Take on me” particular. Watlingse decantó principalmente por el inglés para seducir al personal.
El ambiente se tornó festivo con la llegada de Ellos, con los cuales empezaron a surgir grupos de gente que cantaron hasta las comas de “Lo dejas o lo tomas” o “Diferentes“. Guille Mostaza, Santi Capote y banda, todos de blanco, traían preparadas unas proyecciones que también quisieron tocar la fibra sensible tanto con Oliver y Benji como con Urdangarín. Muy emocionados estuvieron también los fans de Sexy Sadie, que no era la primera vez que se reunían, pero siempre está bien recuperar ese clásico de los mallorquines “Someone like you” o que Jaime Serrano y compañía se marquen una versión de “Happiness is a warm gun” de The Beatles.
Quizás lo más esperado de esta primera jornada era la actuación de Dover, sabiendo que tirarían de sus comienzos en el rock más ruidoso y sucio, con su “Devil came to me” de evidente protagonismo. Memorable fue “Serenade“, cantada al unísono por todos los presentes, que dejaron salir a los quinceañeros que llevaban dentro. Unas muy habladoras hermanas Llanos guitarrearon a gusto y Amparo se desgarró la voz como solía hacer.
El gran Javier Vielba, el gran predicador, por esta noche al frente de Corizonas, se metió a la gente en el bolsillo con su conocido carisma y el rock sureño que tan bien funciona a la unión de Arizona Baby y Los Coronas. Tras ellos llegarían el baile con Cycle y Carlos Jean.
El sábado era el día oficial de las grandes reuniones de aquellos que hace años decidieron colgar la guitarra bajo un nombre para emprender nuevos caminos. El pegadizo pop de Los Fresones Rebeldes, gracias a la voz inalterada de su cantante, hizo rejuvenecer y no solo a las que iban disfrazadas de fresas por el Matadero, donde quedó grabado para siempre y (teóricamente) por última vez aquel “Al Amanecer” en directo. Además de repasar su cancionero como Pauline en la Playa, las hermanas Álvarez de también le hicieron un guiño a su antigua banda, otro nombre de los poperos noventa, Undershakers (cuya reunión es necesaria), con una versión muy ligera de “Sola“.
Vielba volvió a demostrar sus cualidades de animador de masas, esta vez con Corizonas y su ejercicio de acústicas “que cuentan la verdad”, también la de “esa mala mujer”, “Shiralee“.
El segundo pico de emoción se alcanzó con Australian Blonde, que aún no habiendo dejado de tocar en directo del todo, el honorable tenía ansias de escuchar esas guitarras ruidosas, escuchar a Fran Nixon cantando en inglés y en el papel de frontman y, por supuesto, vibrar y gozar con “Chuo Chup“. La emoción se apoderó del grupo, y concretamente de Paco Loco, quien se entregó tanto que acabó en el suelo.
Si Vinila Von Bismark salió más tarde dispuesta a provocar con su escaso vestido rojo de lentejuelas, para presentar su primer trabajo en solitario, Silvia Superstar se presentó como una verdadera muñeca enfundada en leopardo al frente de sus Killer Barbies. Y aunque consiguió encandilar a más de uno, la tensión previa a la esperada reaparición de Mercromina se palpaba en el aire. La extinta banda de Albacete se despedía de los escenarios hace una década, pero en el Matadero demostraron que su química y grandeza seguían intactos y que se siguen prestando a duelos guitarreos como el de “Chaqueta de Pana“. Para urgar más en la herida, Irantzu Valencia de La Buena Vida se unió a Joaquín Pascual para interpretar “En un mundo tan pequeño“.
Muchos sentimientos cruzados en esta edición especial del Día de la Música, donde la degustación musical de Subterfuge en dos jornadas trajo de vuelta el espíritu y las buenas vibraciones de hace 20 años, tan necesarias en este siglo XXI.
Texto: Beatriz H. Viloria Fotos: Mahala Marcet
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