Arte, amistad y pasión. Estos fueron los tres conceptos elegidos por la banda irlandesa para definir su última referencia, Night Becomes Light. El cuarteto visitó nuestro país para presentarlo y para aplicar y desarrollar dichos conceptos sobre el escenario. O al menos eso fue lo que hicieron en la madrileña Ochoymedio.
El cancionero más reciente de Delorentos trae un sonido más pulido, quizás con un toque más electrónico —sin descuidar su gusto por el acústico— , pero, ante todo, lleno de luz. Su sencillo más reciente, “Forget the Numbers” es un buen ejemplo, y todo un acierto como apertura del concierto, uniendo presente y el pasado más guitarrero al encadenarla con uno de sus primeros éxitos, “Eustace Street“. Unos minutos y el grupo ya había sentado las bases de su obra, su arte, y la sala había entrado en calor (aún sin saberse las letras).
En su última gira, en 2012, la banda ya se había ganado el cariño del público español gracias a un indudable dominio de las tablas, y en esta ocasión la máquina estaba mejor engrasada que nunca. Con Rónán Yourell y Kieran McGuiness al frente, los dos guitarristas alternaban el papel de voz protagonista o bien combinaban sus cuerdas vocales con un delicioso resultado, como en la más tranquila “Petardu” y más adelante en la brillante “Show me love“. Completado el cuarteto por el bajo de Níal Conlan y la batería de Ross McCormick, la amistad que une a los cuatro músicos se tradujo en las buenas vibraciones que circulaban por el escenario y se trasladaban a la pista. Entre miradas de complicidad, risas e intentos de hablar en nuestro idioma, (buscando ayuda en el compañero de al lado), fluyó la actuación con toda naturalidad, repartiéndose el protagonismo entre todos (Ross se colgó la acústica e interpretó una muy aplaudida “Valley Where the Rivers Run“) al mismo tiempo que cada uno tenía claro su rol dentro de la maquinaria.
Hablando de roles, quedó demostrado una vez más que Kieran y Rónán son los animadores oficiales de Delorentos. Cada uno a su manera, eso sí, pero ambos derrochando pasión, una cualidad que une a irlandeses y españoles. El primero se esforzó por expresarse con claridad en castellano —”Puedo pensar en español, pero no puedo hablar”, aseguró— para explicar los títulos de las canciones, siendo la más emotiva la historia de la brillante “Home Again“, compuesta el día en que su novia le comunicó que iban a ser padres. El segundo se pasó el concierto con un simpático, enérgico y continuo baile de San Vito, inyectando una gran energía a cada tema. El ambiente se aceleró al ritmo de “Little Sparks”, seguida de la recuperada “Waiting“, momento que Rónán aprovechó para bajar a la pista y revolucionarla.
Recorriendo su discografía, entre los dos animaron al personal a cantar sus pegadizos estribillos, tanto los más recientes (“Everybody Else Gets Wet“) como los elegidos para poner punto y final, “S.E.C.R.E.T.” y “Did We Ever Really Try?“.
Con su reputación de banda de gran directo los de Dublín dieron por terminada su visita madrileña, dejando buen sabor de boca con la imagen de su presente y su luminoso futuro.
Texto y fotos: Beatriz H. Viloria
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